En el ámbito de un foro virtual nacional en cual participan profesionales vinculados con la salud perinatal (médicos toco ginecólogos, neonatólogos/as, pediatras, entre otros) se planteó la necesidad de debatir en torno al proyecto de ley de despenalización del aborto en nuestro país. Recientemente, uno de los colegas contribuyó con la declaración de la Academia Nacional de Medicina. Si bien en este foro no existe una opinión unívoca frente a la necesidad de garantizar un aborto seguro cuando sea requerido, se hace necesario aclarar el rol de la ANM en medio de este debate. Todo ello atendiendo a que, desde su denominación, la Academia aparecería como una institución incuestionable.

En primer lugar, la ANM representa sólo un sector de los profesionales médicos. En mi caso particular, pese a contar con una acreditación de la ANM, hoy ya no me representa. Por el contrario la cuestiono por su rol retrógrado, conservador y discriminador contra quienes opinan diferente en la temática que nos convoca. 

Aclaro el punto anterior ya que la ANM no es una institución de salud, es de medicina. La salud contempla muchos otros aspectos y profesiones a los cuales el enfoque biomédico no puede dar respuesta de manera excluyente. Las mujeres que buscan una solución a sus problemas de salud no tienen expectativas ni esperanzas de que sus soluciones vayan a venir a través de la ANM. Para muchas de ellas, ha dejado de ser una institución confiable. Si uno analiza los “temas de interés público de la ANM”, en su página web encontrará temas tales como: la alteración de la salud fetal intrauterina (sufrimiento fetal), colocación endoscópica de válvulas unidireccionales para el tratamiento del enfisema pulmonar, crecimiento fetal, ecografías prenatales, efectividad de la radioterapia con protones para cordoma y condrosarcoma pediátrico, estudios genéticos por microarrays, gonorrea en una niña de 5 años, green laser e hipertrofia de próstata, medicina ortomolecular, pautas para la contención física de los pacientes, sexo fetal, entre otros temas. Uno se pregunta si estos son los temas de interés público para la ANM, ¿De qué público estamos hablando? O quizás el público con el cual trabajamos día a día a lo largo y a lo ancho de nuestro extenso país no refleje la realidad de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. De ello resulta confuso que una institución que se asume como nacional utilice como imagen de su identidad a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Una realidad sesgada. 

El término del “niño por nacer” fue acuñado por el expresidente Menem (el mismo que hizo abortar a su esposa Zulema) como consecuencia de una negociación con la iglesia. A partir de allí generó una trampa jurídica al darle atributos legales y de persona a quien no los tiene: el embrión, tal como lo reconocen la mayoría de los tratados internacionales sobre derechos humanos. Se es persona a partir del momento de nacimiento, antes no. De cualquier manera, no es éste el centro del debate en torno a la despenalización del aborto. La cuestión en ciernes es cómo el Estado garantiza el acceso a una interrupción segura del embarazo a quienes hoy padecen complicaciones o mueren en el intento dado su condición socio-económica.  

En el juramento hipocrático no se hace referencia a la preservación de la vida de los embriones pero sí de las personas. Es una traducción maliciosa e intencionada basada en preceptos dogmáticos.  

La objeción de conciencia es un beneficio, no una ley que habilita a los profesionales a no hacer lo que supuestamente deberían hacer: brindar atención a las personas y respetar el derecho a la salud. A partir de ello observamos distorsiones por parte de algunos profesionales médicos sobre el uso de este beneficio tratando de ocultarse en los vericuetos judiciales y no cumplir con el contrato social para el cual han sido formados y habilitados. A modo de ejemplo, recientemente, una profesional del servicio de diagnóstico por imágenes de un hospital del interior de la provincia de Buenos rechazó un pedido de control ecográfico posaborto argumentando ¡objeción de conciencia! Este ejemplo nos permite entender cómo se migra permanente del juramento hipocrático a la hipocresía manifiesta al momento de tener que brindar respuestas acorde a las circunstancias. Existen innumerables ejemplos sobre cómo algunos profesionales –cada vez menos– actúan a contracorriente de las necesidades de salud de la población. Pero hay ejemplos auspiciosos, en el caso de Santa Fe, el Ministerio de Salud ha confeccionado una lista de objetores de conciencia para que den prueba fehaciente de su posición y a partir de ello permitir a las autoridades provinciales organizar las dotaciones de personal que garantice la atención institucional y segura del aborto. Se puede ser persona objetora de conciencia. Lo que no está contemplado por la ley es que existan instituciones objetoras de conciencia o que, por el contrario, el profesional sea objetor de conciencia por la mañana y deje de serlo por la tarde durante su práctica privada. Otro caso de flagrante hipocresía y doble estándar.

Felizmente nuestro país ha asumido la responsabilidad histórica de debatir en el Congreso el proyecto de ley que despenalizará el aborto. Lo digo con certeza porque tarde o temprano esto ocurrirá. Quienes hayan estado en Europa (España o Italia) podrán constatar cómo la sociedad continúa evolucionando pese a la presencia protagónica de la iglesia en los respectivos países y que en nada afecta el ejercicio de la vocación religiosa o de respetar preceptos morales. Lo que no debe acontecer es imponer dichos preceptos al conjunto de la población ya que en ese caso estaríamos vulnerando sus libertades. 

* Médico pediatra. Master en Epidemiología. Coordinador del Programa de Ciencias Sociales y Salud. Area de Desarrollo Humano y Salud. Flacso. Especialista en Salud Pública de la Academia Nacional de Medicina.