En su cuarta jornada, el plenario de comisiones que analiza los proyectos de legalización del aborto escuchó más de cuarenta testimonios enfocados en el eje de salud. Médicas y médicos generalistas de centros públicos y privados, un ex viceministro de Salud y profesionales con activismo en consejerías en barrios populares se turnaron ante el micrófono con especialistas en Ciencias Sociales, psiquiatras, tocoginecólogos de jurisdicciones donde se aplica el protocolo de aborto no punible y docentes universitarios. A diferencia de lo que había sucedido en las audiencias anteriores, la de ayer mezcló en ambos turnos a oradores a favor y en contra de la legalización, algo que se replicó en la otra punta del Anexo de Diputados, donde invitadas e invitados seguían la transmisión en directo que realizó la señal de la Cámara (ver aparte).

La convocatoria a expositores fue tan democrática y diversa que incluyó a la Campaña por el Derecho al aborto y quienes la acompañan, pero también de un forista de la web de Bandera Vecinal, una psiquiatra del Hospital Churruca (que se definió feminista y por ello contraria al “aborto y la muerte de ningún tipo), entre otros. Los sectores antiderechos buscaron (nuevamente) impactar a partir de imágenes cruentas de procedimientos que identificaron con abortos pero fueron cuestionados como tales por los médicos prolegalización, y procuraron sustentar un presunto “síndrome posaborto” modelado en base a las generalidades del síndrome de estrés postraumático y reclamaron para que se preste atención a “la voz más silenciada, la del hombre”. Cuando diputadas (que son mayoría, y de distintos partidos, en estas reuniones) y diputados hicieron preguntas sobre las bases científicas de esas afirmaciones, los datos brillaron por su ausencia, a excepción de un caso, en el que un pediatra –ante cuyas palabras asentía con fervor la diputada Carmen Polledo, mientras musitaba “muy bien, muy bien”– ofreció hacerlos llegar luego “por intermedio del diputado (Nicolás) Massot”.

Por su parte, quienes expusieron a favor de la legalización pusieron sobre la mesa datos y detalles de las experiencias de consejerías de salud sexual en barrios populares (Ornella Tinirello, del Movimiento Evita), cátedras universitarias que ponen en contacto a los estudiantes con el aborto como algo realmente existente y sobre lo cual deben aprender más allá de cuál sea su opinión sobre eso, información sobre los servicios médicos que aplican el protocolo de aborto no punible, perfiles de las argentinas que abortan (“desde junio de 2016, 274 mujeres abortaron en forma segura en el Hospital San Roque”, narró la obstetra Carolina Comaleras). Además –una vez más– advirtieron acerca de cómo el negocio del aborto clandestino disfraza de objeción de conciencia la hipocresía de sostener en el sistema público de salud algo de lo cual reniega en privado (en esos términos, explícitamente, desarrolló su intervención el exviceministro de Salud Mario Rovere). Sobrevoló también, más de una vez, el recuerdo de la intervención que la escritora Claudia Piñeiro tuvo ante los diputados la semana pasada, ayer en boca de oradoras que reclamaban no permitir que los antiderechos se apropien de la palabra “vida” y tampoco del término “conciencia”. “Somos provida porque promovemos la vida y la salud de las mujeres”, señaló, por ejemplo, Comaleras.

Ante un embarazo no deseado “hay una doble situación de vulnerabilidad: la de la mujer que cursa un embarazo no deseado, y la del niño que todavía no nació”, planteó el médico Carlos Cafferata, del área de cuidados paliativos del Hospital Italiano, antes de razonar: “quiero que pensemos en nuestros próceres, los que forjaron la Argentina. Si no hubiera sido por ellos, no estaríamos hoy acá”. Casi en la misma línea, al menos en lo que a historia de la construcción nacional se refiere, se había inscripto poco antes el musicoterapeuta Diego Abriola, también orientador familiar de la Universidad Austral (y que cursó estudios sobre “salud y sexualidad” en la UCA) y forista de la web de Bandera Vecinal, el partido del nacionalista Alejandro Biondini, preocupado por la posible despoblación de Argentina y para quien “esta es una ley que nunca debería haberse debatido”. Abriola –cuyas dificultosas intervenciones posteriores, en la ronda de preguntas de diputadas y diputados, despertaron hasta sonrisas no disimuladas de parte de Polledo– también lamentó el aborto en tanto “holocausto demográfico”, al cual “no se llega de la noche a la mañana”: “primero se instalan la mentalidad anticonceptiva; después, el divorcio; después, el aborto”. La médica clínica del Hospital Fernández Gloria Núñez advirtió que “la salud pública tiene protocolo de aborto legal, pero ¿no hay protocolo de adopción precoz, por ejemplo?”. Por ello, recomendó contemplar la “adopción intrauterina. La psiquiatra Varinia Frau Alveal, docente de la UCA e integrante de la Fundación Argentina para la Salud Mental (de íntimos vínculos con, también, la UCA) habló acerca de “la patología del aborto provocado” y sus efectos sobre cambios hormonales mujeres y varones, mientras que la neonatóloga del Hospital Austral María Inés Turri llegó a exhibir una imagen de Hitler –y muchas de presuntos abortos– para ilustrar qué piensa de quienes piden aborto legal. Otro de sus colegas, Eduardo Moreno Vivot, puesto a responder una pregunta de la diputada Karina Banfi, insistió con su afirmación de que el aborto es “un genocidio” y terminó declarando: “no voy a juzgar, para juzgar están los jueces”. “Y nosotros estamos acá para hacer las leyes que van a aplicar los jueces”, retrucó el presidente de la comisión de Legislación General, cabecera de los proyectos, Daniel Lipovetzky.