“Es una herramienta para despertar la sensibilidad y el espíritu humano”, lanza el cantautor cubano Noslen Porrúa cuando se le pregunta sobre la función social de la trova en la actualidad. “La trova cubana normalmente está muy vinculada con la situación política del país, pero hay muchos jóvenes con canciones hermosísimas que tienen una mirada profunda acerca del espíritu humano, que es lo que trasciende fronteras e ideologías”, desarrolla Porrúa, de 33 años, acerca de las nuevas poéticas. El trovador se encuentra en medio de la gira “Nuestra voz para vos” que lo trajo al país junto a su colega y coterráneo Carlo Fidel Taboada. Lo que iba a ser una gira de quince días pronto se convirtió en una de dos meses gracias a las bondades de la música. Los cubanos ya se presentaron en Córdoba, Neuquén y Mendoza y la semana pasada llegaron a Buenos Aires. Mañana mostrarán lo suyo a las 21 en Club Dumas (Dardo Rocha 401, Monte Grande) y el viernes estarán en la Feria Internacional del Libro, a las 21 en la sala José Hernández. Y, finalmente, tocarán el sábado en La Minga (Maza 1165), a las 21. Culminarán el viaje en Rosario y Santiago del Estero. “La trova es algo muy honesto, muy sincero, porque sencillamente habla de lo que nos pasa por fuera y por dentro. Es una forma de cuestionar el mundo”, da su parecer Taboada.

Porrúa y Taboada son exponentes de una nueva camada de cantautores que están reflejando los nuevos tiempos de la Isla. “Hay muchos jóvenes en Cuba, que tienen menos de 20 años, haciendo canciones muy interesantes con una estética bien definida, con los que compartimos y aprendemos mucho en las peñas y festivales”, dice Carlo, quien no proviene de una familia de artistas, aunque la música estuvo siempre presente. “En mi casa se oía mucha música. Mi mamá escuchaba mucho a Silvio. Yo detestaba esa música ¡Yo quería escuchar a Michael Jackson!”, dice, con humor, este joven oriundo de Matanza. “Pero de más grande descubrí que la obra de Silvio era algo grandísimo”, aclara y se confiesa admirador de Acá Seca Trio y Egberto Gismonti. Noslen, en tanto, proviene de Bejucal, “un pueblo rodeado de mar y muy ventoso”, y antes de que el jazz cubano llegara a sus oídos, se nutrió de ritmos tradicionales como la rumba, el guaguancó, la conga.

Se conocieron hace cinco años en el tradicional Festival de Trovadores Longina, que se realiza cada enero en la ciudad de Santa Clara, y se hicieron amigos. “Es un lugar donde confluyen casi todos los cantautores de la isla. Ahora le estoy produciendo un disco a Carlo y en esta gira organizamos un concierto con un repertorio compartido; casi todo es a dos guitarras y dos voces”, adelanta Porrúa, admirador del trovador Pedro Luis Ferrer. “Nuestras músicas son muy diferentes, pero tienen muchos puntos en común, como la búsqueda hacia sonoridades jazzísticas, efectistas y la música contemporánea”, suma Taboada.