Chessie King es una instagrammer e influencer británica que se dedica al fitness y la alimentación saludable, aprovechando su plataforma -de más de 300 mil seguidores- para pasar cierto mensaje positivo a chicuelas: el de aceptar sin complejos sus cuerpos diversos, tal como son, sin caer en la perniciosa trampa del imperativo de  “perfección”. Sin embargo, desde que la joven damisela muestra su cuerpo con curvitas (“sin ángulos ni iluminación favorecedores”, a propio decir), ha devenido target de cantidad de trolls, que a diario le envían en forma pública y privada epístolas de odio, criticando con saña el modo en que luce, cómo opta mostrarse (léase en forma natural). Pues, hasta la coronilla de tanto cyber bully, se asoció la veinteañera con la organización The Cybersmile -que lucha contra el acoso en internet- para exponer cuán absurdas son las demandas de los abusones, y juntos crearon un clip hecho en tiempo real, que se ha convertido en sensación online… “Aprovechando el elevado número de seguidores de la británica y su habitual discurso a favor de la belleza real, colgaron en su muro el 10 de abril un vídeo de ella en ropa interior. A medida que King iba recibiendo comentarios criticando su figura, expertos digitales iban modificando su cuerpo hasta dar con el resultado final, poco cercano al de un ser humano”, anota el sitio Verne, del diario El País, sobre el proyecto. 

En efecto, haciéndose eco de cada comment desdeñoso (“Las chicas no deberían levantar pesas, tus brazos son demasiado grandes”, “Tus piernas son gigantes, de lo peor”, “Tu cara todavía es fea”; “Tenés tanta grasa…”, “Ni siquiera llenás ese corpiño deportivo”, “Cuando sonreís, no tenés labios”, “¿Por qué bigotes para las cejas?”), la imagen de Chessie fue distorsionándose más y más, amén de “satisfacer” a los haters, hasta convertirse en una marciana imposible, de ojos y labios excesivos, desproporcionada delantera, minúscula cintura, piernas y brazos finísimos… ¿La moraleja? En palabras de la propia Chessie: “Si cambiáramos nuestro cuerpo por cada troll, si escucháramos a cada abusón cibernético, seríamos monstruos. Tanto si tenés 23 seguidores como si son 3 millones, nadie debería tener que lidiar con el odio, con el body shaming cotidiano en internet”.