“Desde su fundación en 1851, el New York Times ha publicado miles y miles de obituarios: de cabezas de estado, de cantantes de ópera, de inventores de juguetes para niños como el Slinky, de creadores de comidas procesadas... La vasta mayoría ha narrado la vida de varones; en general, varones blancos. Incluso en los últimos dos años, apenas 1 de cada 5 cinco obituarios ha sido sobre mujeres”, anota la reputada publicación en un inhabitual acto de contrición, y afortunadamente, de revisionismo. Porque, mea culpa mediante, se ha propuesto el afamado diario estadounidense remendar la omisión y rescatar a mujeres influyentes que no recibieron reconocimiento en su debido momento

¿Cómo? Publicando sus necrológicas ahora, años, incluso décadas después de sus respectivos RIP. “Charlotte Brontë escribió Jane Eyre; Emily Warren Roebling supervisó la construcción del Puente de Brooklyn cuando su marido cayó enfermo; Madhubala revolucionó Bollywood; Ida B. Wells militó incansablemente contra los linchamientos de afroamericanos. Sin embargo, sus muertes no fueron advertidas por nuestras páginas. Hasta ahora...”, ofrece el periódico al presentar Overlooked, como han titulado a la propuesta que fuera lanzada el pasado mes, en el Día Internacional de la Mujer, y que desde entonces suma más y más necrológicas de mujeres que antaño no recibieron el póstumo honor, aunque ciertamente lo merecieran… Entre ellas, la activista transgénero Marsha P. Johnson, figura central de la mítica revuelta de Stonewall; la artista cubana Belkis Ayón, que encontró inspiración para sus obras en Abakuá, una sociedad secreta para hombres; Lillias Campbell Davidson, fundadora de la primera organización de ciclismo femenino; Margaret Abbott, primera estadounidense en ganar un campeonato olímpico; la poeta Sylvia Plath; la fotógrafa Diane Arbus… 

“Un obituario refiere más a la vida de la persona que a su muerte: es la última palabra, un testamento de la contribución que ha hecho. Sin embargo, quién es recordado y cómo es recordado implica inherentemente un juicio de valor. Mirar hacia atrás en nuestros archivos acaba siendo una clara lección sobre cómo la sociedad valoraba entonces los logros y a quienes los obtenían”, explican las periodistas Amisha Padnani y Jessica Bennett. La primera, editora de la sección necrología; la segunda, editora de género del diario. Ambas, responsables de la reivindicativa serie. Serie que, dicho sea de paso, promete resarcir la omisión de ilustres personajes de variopintas minorías, incorporando en un futuro cercano necrológicas de, por caso, notables de la comunidad afro, de la comunidad LGBT... Serie que, además, recibe sugerencias de lectores, que pueden ya enviar propuestas de nombres que merecían su obit en el NY Times e injustamente fueron pasados por alto.  

“Investigando el mundillo del tenis para una nota, descubrí la historia de Mary Ewing Outerbridge, acreditada como la persona que introdujo el tenis en Estados Unidos. Me pregunté entonces si habría recibido un obit en el periódico cuando falleció en 1886. Revisé nuestros archivos y descubrí que no, que no había sido el caso. A partir de ese momento, cada vez que me topaba con un personaje interesante, muerto tiempo atrás, chequeaba en nuestros archivos si había tenido su obituario. Y no tan curiosamente, si eran mujeres o negros, no los habían tenido”, cuenta Padnani sobre la chispa que encendió el proyecto. En un ensayo que acompaña el lanzamiento, por cierto, escribe su colega y compañero de sección William McDonald que, entre cierre y cierre de edición diaria, “mueren a razón de 155 mil personas y solo 3 de esas muertes reciben cobertura”, y explica que “a diferencia de lo que sucede en el resto del diario, el escritorio de obituarios cubre el pasado, no el presente”: “Nuestras páginas son un espejo de 1975, de 1965, de 1955… Un espejo retrovisor que refleja el mundo como solía ser, no como es hoy, no como hubiésemos querido que fuera entonces”. Padnani es menos complaciente: “Como periodista, es difícil para mí ver cómo una historia importante no es contada. Aún más, siendo una mujer de color, me duele cuando historias poderosas de mujeres fuera de serie y minorías no son llevadas a la luz. Son esas historias perdidas las que motorizan Overlooked”. 

“Este obituario forma parte de Overlooked, un proyecto del New York Times que busca destacar las vidas de aquellas personas que dejaron marcas indelebles en la historia pero fueron desatendidas por este diario al fallecer”, se lee hoy en cantidad de flamantes artículos, aunados bajo la mentada etiqueta. Por caso, el de Ada Lovelace, cuyos “conocimientos matemáticos y sus textos sobre computación allanaron el camino a la programación. Aunque murió en 1852, retomamos su historia con Overlooked...”; el de Henrietta Lacks, cuyas “células tomadas de su cuerpo han sido claves en el desarrollo de tratamientos para enfermedades como la hemofilia y la influenza. Aunque falleció en 1851...”; el de QiuJin, la Juana de Arco china, “poetisa que protestó contra el vendaje de pies, los matrimonios arreglados y las restricciones a la participación de la mujer. Aunque falleció en 1907...”, entre tantísimas destacadas de los más diversos campos(artistas, científicas, deportistas, etcétera), de las más eclécticas nacionalidades.