El dólar terminó la semana al rojo vivo. Cerró ayer en 20,90 pesos, tras haber marcado un pico de cotización de 21,20 a media mañana. La autoridad monetaria hizo locuras financieras para intentar contener la corrida. Vendió 1382 millones de dólares de las reservas y dejó subir la tasa de Lebac hasta el 31,5 por ciento, con el objetivo de convencer a los inversores internacionales de quedarse en el país. El saldo de la semana fue preocupante. La autoridad monetaria intervino con 4343 millones de dólares en la plaza cambiaria, aumentó en más de 3 puntos porcentuales la tasa, perdió 5102 millones de dólares de reservas y el dólar igualmente se incrementó 37 centavos. En la city, los inversores se sacaron los pesos de encima y el gran interrogante es si el nuevo nivel de tasas permitirá calmar a las fieras la próxima semana.

Los bancos y los grandes fondos de inversión le metieron ayer todos los penales al Central. El primer gol fue cuando lograron por la mañana superar el techo psicológico del dólar de 21 pesos. Se trata de una cotización que en la entidad monetaria se habían propuesto desde principio de marzo evitar que se supere. La segunda fue cuando lograron el regreso de la bicicleta financiera. La entidad agachó la cabeza y aceptó las condiciones del mercado para empezar a moderar la demanda de dólares. Desde las 11 de la mañana hizo correr el rumor que la tasa de interés de referencia (pases para los bancos) iba a subir por arriba del 30 ciento y pasado el mediodía difundió finalmente un comunicado oficial, en el que anunció que comenzará a pagar un 30,25 por ciento. La consecuencia de esta suba fue que en el mercado secundario de Lebac los rendimientos de las letras de corto plazo cerraron ayer en 31,5 por ciento. El Central incluso tuvo que moderar este salto que, en momentos de la jornada, se ubicó en el 33 por ciento. El volumen operado en el mercado de Lebac fue récord de toda la serie: 59 mil millones de pesos. El desarme de las posiciones de las letras es muy fuerte cuando se suman los 45 mil millones de pesos operados el miércoles y los 47 mil millones del jueves. 

La tasa en estos nuevos niveles es al menos 15 puntos más elevada que la meta de inflación. En otras palabras, el Central le ofreció a los inversores una ganancia de 15 por ciento en términos reales para tentarlos a quedarse en el país. Se trata de un rendimiento que no se ofrece prácticamente en ningún país del mundo e, incluso, supera el que se ofreció tras la unificación cambiaria y eliminación de los controles a la compra de divisas en 2016, cuando la tasa era de 38 por ciento y la meta de inflación del 25. Esto muestra la magnitud de la corrida y la reacción desesperada de la autoridad monetaria ante la demanda persistente de divisas del mercado. 

En la entidad dieron un argumento muy escueto para justificar la suba de la tasa y, para no perder la costumbre, hablaron de la inflación cuando el principal problema es que se les escapó el dólar. “El consejo de política monetaria se reunió fuera de su cronograma preestablecido y resolvió aumentar su tasa de política monetaria. Se tomó esta decisión con el objetivo de garantizar el proceso de desinflación y está listo para actuar nuevamente si resultara necesario”, indicaron. El comunicado del organismo es poco pertinente. La principal preocupación en la city ya no es a cuánto termina la inflación este año, sino que el tipo de cambio no vuele hasta 30 pesos si los fondos de inversión terminan de torcerle el brazo al Central. Ese es el número que tienen de referencia los economistas que se acostumbran a sumar los pasivos monetarios (base monetaria, Lebac y pases) para luego dividirlos por el nivel de las reservas. 

Las especulaciones y elucubraciones que se hacen en el mercado no son más optimistas. Cualquier economista desprevenido que revisa la evolución de las principales variables financieras en los últimos días entraría en estado de pánico. Las reservas internacionales eran de 61.629 millones de dólares el viernes de la semana pasada, y ayer cayeron a 56.617 millones. El descenso se produjo día a día, es decir que encadenó cinco jornadas consecutivas de baja, a las que se le suma el viernes 20, en la que el Banco Central había perdido 827 millones. Desde el miércoles 25 en adelante, las caídas diarias superaron, en cada una de las tres jornadas, los mil millones de dólares, alcanzando un máximo de 1784 millones en el día de ayer.   

Gran parte de esta caída de las reservas se explicó por la venta de divisas para intentar contener la corrida cambiaria. El viernes 20 la autoridad monetaria no había intervenido en la plaza. Este lunes comenzó vendiendo 214 millones, el martes lo hizo por 422 millones, el miércoles por 1472 millones, el jueves por 853 y ayer por 1382 millones. El tipo de cambio minorista, pese a esta intervención, pasó en el período de cinco días hábiles de 20,53 a 20,90 pesos. En números duros, el Central rifó 4343 millones de dólares y el dólar subió un 2 por ciento. Otro dato interesante es que desde el 5 de marzo, cuando comenzaron las intervenciones en la plaza cambiaria, el Central intervino vendiendo 6770 millones de dólares. Lo hizo en 21 oportunidades, con una venta promedio de 322 millones de dólares en cada intervención.