“Estuve buscando la cara del femicida que mató a mi mamá. Buscando, tratando de imaginarlo. Y hoy se cómo fue el femicida de mi madre: el femicida de mi madre fue el Estado”, dijo la actriz Florencia de la V ante el puñado de diputadas y diputados que, en una tarde agitada para la Cámara, escuchaban opiniones sobre el proyecto de legalización del aborto. “Florencia Trinidad”, tal como figuraba en la planilla oficial porque ese es el nombre de su DNI, contó ante representantes de las cuatro comisiones reunidas en plenario la historia de vida que había hecho pública la semana pasada: cuando ella era muy chiquita, su madre murió como consecuencia de un aborto clandestino.

Su intervención, que tuvo lugar poco después de las cinco de la tarde, marcó un punto alto no sólo por la carga emotiva de las palabras que sonaron en el Anexo C, sino también por el silencio que reinó en la sala, a la que se habían arrimado inclusive diputados que habitualmente no participan de estas reuniones por aborto. Sobre el final, la actriz se dirigió explícitamente al sector donde suelen sentarse los diputados que se oponen a la legalización. “En sus manos está la responsabilidad. Si quieren tenerlas llenas de sangre, si quieren seguir cargando con la muerte de millones de argentinas, que mueren por abortos clandestinos, muchísimas, sí, son muchas. Entonces, ¿de qué lado quieren estar?”, preguntó antes de recordar a su madre: “Les digo hoy ‘Sabina Báez, presente’, porque no quiero que la muerte de mi madre sea en vano”.

La intervención de Trinidad llegó al promediar la tarde de la séptima audiencia informativa del plenario, durante una jornada en la que diputadas y diputados vieron pasar más de cuarenta oradores (ver aparte), entre quienes se contaron integrantes de la Campaña por el Derecho al Aborto y abogados y profesionales de la salud enrolados en el think tank antiderechos.

También expusieron representantes de espacios confesionales a favor y en contra, abogados como el perenne Gregorio Badeni y periodistas como Ingrid Beck, quien cerró la jornada recordando a diputadas y diputados que cada martes y jueves los alrededores del Congreso se vuelven verdes por el activismo de chicas y chicos que, desde el año próximo, votarán, y quieren tener “derechos, no suerte” para acceder a un aborto.

La intervención de Trinidad había sido anunciada por ella misma el viernes pasado, durante el programa de radio de María O’Donnell y un día después de que en su propio programa contara, de manera sorpresiva, que su madre había muerto como consecuencia de un aborto clandestino e inseguro. Ayer, con el diputado Daniel Lipovetzky –de corbata con detalles verdes vibrantes– presidiendo la audiencia, la actriz recordó parte de esa historia, pero no se quedó en la veta puramente testimonial, sino que articuló, a partir de su propia historia familiar, un discurso profundamente político en torno a los derechos de las mujeres.

“Los miro a la cara, porque yo escuché tantas cosas en este debate. Primero quiero decir que acá, en primer lugar, no estamos discutiendo desde cuándo hay vida. No. Acá estamos hablando de otra cosa. El aborto es una decisión privada. El aborto es una decisión privada de cada ser humano, no es una decisión pública”, advirtió Trinidad, y señaló hacia el sector donde habitualmente se sienten diputadas y diputados opositores a la legalización. “Acá estamos hablando de despenalizar o legalizar una práctica quirúrgica que depende del Estado, porque hay una ley que lo prohíbe. Entonces, el Estado, en lugar de castigarnos, de castigar a las mujeres, debería brindar lugares seguros, aptos quirúrgicamente, para que no muera ni una más, ni una mujer más”.

La actriz también recordó cómo supo cuál había sido la muerte de su madre, a quien, según le habían dicho cuando era pequeña, siempre creyó víctima de una enfermedad. “Nunca pensé que iba a contar esta historia, nunca pensé que iba a hablar de mi madre. Yo siempre, cuando entré al jardín, cuando eran los actos escolares, cuando estaba esperando la merienda, cuando nacieron mis hijos, cuando me casé, la busqué. No hay un día en esta vida que no la llore”, dijo.

“Me crié creyendo que mi madre había muerto de una enfermedad. A los 14 años, una de sus hermanas, yo vivía con ella, me dijo ‘tu mamá no murió de una enfermedad. Tu mamá murió por un aborto ilegal. Murió desangrada’”; tiempo después, su padre le confirmó la historia. “Yo tenía dos años, mi hermano tenía cuatro años y quedamos solos. Desamparados en esta vida”, añadió.