El comienzo arrasador de Boca en esta flamante Superliga, con ocho triunfos consecutivos en esa cantidad de fechas, más lo que hizo en el final del año pasado, incluído el triunfo sobre River en el estadio Monumental, son los argumentos más firmes para comprender los motivos por los cuales está muy cerca de lograr un nuevo título. El nivel del equipo ha bajado considerablemente en este 2018, y está llegando al final de la temporada apenas con el envión que traía de aquellos meses anteriores. Para defender el campeonato le falta lograr sólo un punto de los seis que le quedan por disputar, y en el peor de los casos disputará una final frente a Godoy Cruz para definir el campeonato. La nueva estrella no se escapará.

De todas maneras, el presente lo encuentra en la curva descendente. El desahogo que se dio ayer en la cancha cuando Abila convirtió el primer gol, tuvo que ver más con la impotencia que por la convicción del juego que exhibían los futbolistas. Los errores en la entrega de la pelota, en las coberturas defensivas, en la ocupación de los espacios, y en la falta de criterio para rematar al arco rival fueron constantes. Y cuando la impaciencia iba en aumento, el ex Huracán pudo contener la furia de los hinchas convirtiendo abajo del arco, luego de ser habilitado por Pavón.

La misma dupla, con la colaboración de Maroni y Benítez, volvió a juntarse al final del partido para sellar el segundo gol de Abila, que tuvo su noche soñada con la camiseta de Boca. 

El nivel de los propios jugadores hizo que todavía no haya podido definir este torneo, y se encuentre con la incertidumbre respecto de si avanzará a los octavos de final de la Copa Libertadores, el anhelo máximo de la institución. Los referentes como Pablo Pérez y Carlos Tevez continúan sin ser determinantes, y el circuito ofensivo queda demasiado resentido. Este último fue reemplazado ayer ante Unión por el joven Maroni, que le brindó un poco más de dinámica al juego de ataque.

Si se tienen en cuenta los problemas que exhibe en el centro de la defensa, está muy lejos de entregar seguridad y tranquilidad a su gente. 

El arquero Agustín Rossi fue el que tuvo que aparecer ayer para evitar otra caída, debido a que fue clave con tres atajadas cuando el encuentro todavía estaba igualado. Inclusive, Rossi recibió una ovación antes y durante el partido, en una señal de respaldo después de actuaciones desafortunadas. 

En contraposición con la mayoría, Pavón es la mejor carta que tiene Boca para llegar a sus dos objetivos en este primer semestre. El delantero continúa siendo imparable por sus desbordes y su velocidad, y ayer lo padecieron tanto Damián Martínez como Balbi. En el primer tiempo, el cordobés estuvo cerca del gol pero el arquero desvió su derechazo que después pegó en el travesaño. 

El miércoles próximo puede dar el paso final que le falta para asegurarse la permanencia de la corona. Mientras tanto, el déficit futbolístico está más lejos de salir de la crisis.