El drama que acosa a un sector importante de la conducción de la CGT es saberse responsables de tener que salir a la calle a defender los derechos laborales pero, al mismo tiempo, dudar de las consecuencias que puede provocar este posicionamiento en cuanto a la crisis que vive el gobierno de Cambiemos. “No quiero que nosotros seamos los que encendemos la mecha”, confió a PáginaI12 uno de los más encumbrados dirigentes de la central obrera. Este punto atravesó la última reunión del Consejo Directivo, cuando el triunviro Carlos Acuña habló de la necesidad de convocar a un paro general ante la crisis económica y política que vive el país. Por ahora la moción no tiene quórum, pero no se sabe hasta cuándo.

Acuña es el triunviro que hace poco más de un mes se negó a renunciar junto a Héctor Daer y Juan Carlos Schmid para declarar la acefalía imprescindible para iniciar el proceso que desembocará en la elección de una conducción concentrada en un solo secretario general. La decisión de este representante de Luis Barrionuevo favoreció las intenciones y les dio tiempo a otros grupos para continuar trabajando en la construcción de un conglomerado que pueda disputar la conducción sindical y no entregarles en bandeja a gordos e independientes el control total de la CGT. Pero la crítica coyuntura que generan las políticas económicas del presidente Mauricio Macri, con la fenomenal corrida cambiaria, obligaron a los sindicalistas a poner a un costado, al menos por ahora y en el discurso, esta contienda interna.

La propuesta del barrionuevismo de endurecer la CGT frente al gobierno nacional esconde una intencionalidad política del gastronómico que todos los sectores de la CGT reconocen en voz baja. “Con estas posiciones, Luis busca mejorar sus condiciones para negociar con Macri”, repiten casi con exactitud los dirigentes de los diferentes sectores del sindicalismo que conocen como nadie a Barrionuevo.

Es más que probable que esa sea la intencionalidad del gastronómico, que durante el verano avaló y envalentonó a Hugo Moyano a realizar su protesta del 21 de febrero para abandonarlo pocos días antes. Cualquiera diría que después de eso Moyano no debería acercarse nunca más a Barrionuevo, pero esa no necesariamente es la reacción del camionero. Ambos volvieron a conversar y la maniobra de Acuña beneficia a Moyano quien, atacado por el Gobierno, necesita del endurecimiento de la relación con la Rosada. Por supuesto que la coyuntura también aporta a la búsqueda de una posición de fuerza de la CGT.

Entre los dirigentes que conforman los sectores de gordos e independientes hay conciencia de que la confrontación se vuelve cada vez menos evitable. Preferirían un escenario menos conflictivo, pero reconocen que el gobierno de Cambiemos juega fuerte y ponen como ejemplo la resucitada reforma laboral, que llegó con el regalo de la reducción de las indemnizaciones y la transformación del trabajador en un objeto prescindible. Es un punto inaceptable para todos, gordos e independientes incluidos, que saben que deben reaccionar. El peronismo amigable del Senado les otorgó un pequeño respiro cuando anunciaron su oposición al proyecto del oficialismo.

Pero a estos dos sectores, gordos e independientes, les preocupan las consecuencias de un paro general o una movilización masiva porque sospechan que pueden ser quienes enciendan la mecha de un proceso cuyas consecuencias les resultarían incontrolables.

Uno de los principales referentes de los gordos reconoció a este diario no comprender lo que pretende el Gobierno: “No sé si todo esto es parte del plan o son unos inútiles y por la desesperación se les está yendo todo de las manos”. Este dirigente reconoció que no está en su deseo que la CGT sea la que encienda la mecha y aspira a que la compleja coyuntura acelere los tiempos de la reunificación del peronismo. La esperanza del sindicalista puede ser considerada como que está buscando que sean otros, y no la central obrera, la que saque las papas del horno.

Algo de todo esto se habló en la reunión del Consejo Directivo del jueves pasado. Por caso, durante ese encuentro se decidió acompañar la marcha que organizó para el día siguiente la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que dirige el triunviro Juan Carlos Schmid. No lo dejaron expresado en el documento que emitieron para evitar preguntas incómodas en la conferencia de prensa. La actividad que promovió Schmid les supo más conveniente y anuncian nuevas protestas en grageas, una modalidad que prefieren más que una dosis alta, del estilo de un paro nacional. De todas formas son conscientes de que, de no mediar medidas del Gobierno que calmen la inestabilidad cambiaria, frenen la especulación y la inflación, algo que se visualiza como muy complicado, entonces el paro será inevitable.