Por Guadalupe Treibel

En sus más de siete décadas de existencia, la Asociación Nacional de Baloncesto en Estados Unidos (léase la NBA) jamás ha tenido una coach principal en sus equipos. El reciente interés que ha mostrado la dirigencia de los Milwaukee Bucks por fichar a Becky Hammon –ex jugadora profesional y actual entrenadora asistente de los San Antonio Spurs– para dirigir al team de Wisconsin la convierte en la primera candidata a detentar tamaña posición. Histórica posibilidad que ha motivado al pívot español Pau Gasol, de los Spurs, a escribir una carta abierta para el medio norteamericano The Players Tribune en apoyo a Hammon, desmontando misóginos prejuicios; entre ellos: que las mujeres no pueden dirigir a un equipo masculino de primera porque crearían incomodidad en los vestuarios; que por ser más “atléticos” que los femeninos, son incomprensibles para la imaginación femenina; que ninguna puede mandonear a muchachos jóvenes; que solo es una campaña de marketing; entre otras extendidas sandeces. 

“Becky Hammon puede entrenar. No suficientemente bien; no casi tan bien como un varón. Puede entrenar y punto. Ella ha sido una gran asistente junto al posiblemente mejor entrenador de la historia, Gregg Popovich ¿Qué más necesita? Raro sería que los equipos de la NBA no estuvieran interesados en ella como entrenadora”, anota el jugador en una epístola que ha devenido viral. Celebrada, dicho sea de paso, por grandes referentes como LeBron James (de los Cleveland Cavaliers) o Kobe Bryant (ex Los Angeles Lakers). Continúa Gasol: “Hay una presión en estos momentos para incrementar la diversidad de género en el entorno laboral de casi todas las industrias del mundo. Es lo que se espera. Y aún más importante: es lo correcto. Aun así, ¿la NBA debería estar exenta porque somos un deporte? Espero que no. Espero que la NBA nunca se sienta satisfecha con ser ‘bastante progresista para ser una liga deportiva’…” . 

De hecho, que la NBA sea considerada la liga deportiva más progresista de Estados Unidos, como lo es, no significa que sea la concreción de una utopía de equidad. Cierto es que ha sentado postura contra la venta irrestricta de armas de fuego; que de años a la fecha participa activamente en marchas de orgullo gay; que ha hecho campañas contra la violencia de género y que recientemente dispuso una línea para que sus empleadas denuncien acoso laboral. Además, ha sacado mejores notas en cuanto a diversidad racial y de género en su staff en comparación a otros deportes. Pero cierto es también que no escasean los escándalos por maltrato a mujeres, por ambiente misógino y hostil en equipos como los Dallas Mavericks; que aunque la liga se jacta de apoyar el avance femenino en posiciones de alto rango, generalmente reserva para ellas puestos administrativos, donde no alcanzan siquiera el 30 por ciento... 

“Hay quienes piensan que la potencial contratación como coach jefa de BH es una cura fácil para el sexismo de la liga; que en lugar de incorporar a más mujeres, la NBA esconde la inequidad concentrándose en el ascenso de una mujer en particular. Sin más, el éxito de Hammon, primera asistente femenina de la NBA, no ha significado aún más oportunidades para otras mujeres”, advierte The New Yorker. Admite, eso sí, que al contratar a Hammon como entrenadora asistente de los Spurs en 2014, Popovich desafió la idea de que los mejores atletas masculinos del mundo se verían perjudicados por el liderazgo de una dama. Y que si los Milwaukee Bucks efectivamente la emplean como su coach principal, pondrían un clavo aún más grande en la sepultura de tamaño prejuicio. 

Para Pau Gasol no quedan dudas de que, de suceder, sería por mérito propio: “Estamos hablando de la NBA aquí, un negocio donde hay mucho dinero en juego y poca paciencia para la mediocridad. Y de alguien que ha trabajado para los San Antonio Spurs, una de las franquicias de NBA más exitosas de este siglo”. Que Hammon puede, puede: en 2015, por caso, dirigió a los Spurs durante el torneo veraniego de la NBA, en Las Vegas, y ganó el campeonato.

Popovich, considerado como uno de los mejores entrenadores en la historia de la NBA, célebre por su capacidad para inspirar verdadero laburo en equipo entre jugadores de ego colosal, conoció a Hammon de casualidad, cuando coincidieron en un vuelo en 2012. Ya estaba, sin embargo, al tanto de la trayectoria de la muchacha: como base del New York Liberty y del San Antonio Stars, en la liga de mujeres WNBA. También sabía de su paso por la selección nacional rusa, puesto que tomó tras no ser convocada por la selección norteamericana y que le valió el mote de “traidora a la patria”, además de comentarios peyorativos de colegas de EE.UU. Pop sabía que, como jugadora, su metro 70 le alcanzaba y sobraba para ser una presencia imponente en la cancha; sabía de sus pases rápidos, de su habilidad para escabullirse entre defensores y encestar. Pero más allá de la destreza de Becky, lo que verdaderamente lo impresionó fue su talento para dirigir y organizar a las compañeras de equipo: “Era como la máxima líder: pura energía, vitalidad, y al mismo tiempo, tomaba decisiones de peso, que importaban”. 

Cuando Becky se retiró de la cancha (permanece en el top 20 de mejores jugadoras en la historia de la WNBA), Pop la fichó como entrenadora asistente sin dudar, y el gesto devino hito. Habrá que ver si Hammon vuelve a hacer historia como primera directora técnica, algo que pronto se desvelará. Por lo demás, sin desmerecer lo que significaría, declara la mujer nacida hace 41 años en Dakota del Sur: “Si no querés una entrenadora femenina, no me contrates. Pero si querés a alguien que está calificado y que hará un buen laburo, entonces deberías considerarme para el puesto”.