Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure la salud y el bienestar, así como a acceder a la educación. Es así que, desde el punto de vista del Estado y la vida en comunidad, la salud y la educación son dos de los servicios públicos esenciales. 

Desde el Consejo Económico y Social de Buenos Aires (Cesba), trabajamos para proponer nuevos enfoques para el abordaje de problemáticas que hacen a la mejora de la calidad de vida en la Ciudad. Es en ese sentido que elaboramos el Índice Global de Confianza de las Instituciones, según los datos recopilados en el último trimestre de 2016. El mismo releva información acerca de la evaluación que los porteños realizan sobre una serie de instituciones, entre las que se encuentran las educativas y de salud.  

A partir de dicho índice, reflexionamos en torno a la cuestión de los servicios públicos, esta vez desde el punto de vista del ciudadano. Creemos que tomar como insumo la percepción ciudadana permite encarar la temática de la salud y la educación pública de una manera diferente, la cual hace posible pensar la calidad de los servicios de manera integral. 

El índice muestra que para los porteños no está en discusión la gratuidad, o el hecho de que el Estado debe asumir una responsabilidad clave en la provisión de ambos servicios. Sin embargo, el índice de confianza muestra que lo que sí está en discusión es la calidad del servicio, particularmente por la deficiente infraestructura existente. 

A pesar de ello, son los propios usuarios del sistema público, en particular los residentes del sur de la Ciudad, quienes más confían en la educación pública. El índice evidencia que el 56,1por ciento de los porteños tiene un nivel de confianza alta en la escuela pública, mientras un 18,5 por ciento tiene un nivel de confianza baja. Al mismo tiempo, mientras el 67,4 por ciento de los usuarios de la educación pública tienen altos niveles de confianza en el sistema público, sólo el 36,1por ciento de quienes mandan a sus hijos a establecimientos privados tienen alta confianza en la educación pública. Asimismo, se registran algunas disparidades en función de la zona geográfica de residencia: mientras el 61,1 por ciento de los residentes en zona sur manifiestan altos niveles de confianza en la educación pública, estos niveles caen al 55 por ciento entre los residentes de la zona norte de la Ciudad. 

La situación es similar respecto de la salud en la Ciudad. El 56,5 por ciento de los porteños tiene un nivel de confianza alto en la salud pública, mientras un 23 por ciento tiene un nivel de confianza bajo. Este dato es llamativo, siendo que, a diferencia de años atrás, solo el 18,7 por ciento de los porteños utiliza exclusivamente el sistema público de salud porteño. Cabe destacar que el porcentaje de porteños que dependen exclusivamente del sistema público de salud varía significativamente según la zona de residencia. Mientras que en algunas de las comunas más grandes del centro-norte de la Ciudad la cantidad de usuarios baja a un 4,1 por ciento, sube alrededor de un 25 por ciento en las comunas del sur y hasta un 40 por ciento de los habitantes en barrios como Villa Soldati y Villa Lugano.

En este caso, así como en la educación, son los propios usuarios del sistema público, y los residentes del sur de la Ciudad, quienes más confían en la salud pública: mientras el 58 por ciento de los residentes en zona sur manifiestan altos niveles de confianza en el sistema público, este porcentaje disminuye al 54,9 por ciento entre los residentes de la zona norte de la Ciudad.

Mejorar la calidad de los servicios públicos –y, en definitiva, la calidad de vida de los porteños– debe ser una prioridad, la cual no se ve reflejada en las últimas proyecciones presupuestarias. Pese a que el gobierno de la Ciudad continúa endeudándose, el presupuesto en salud y educación sigue deteriorándose: el presupuesto total destinado a educación cayó más de un 10 por ciento durante la última década: después de haber superado el 30 por ciento del presupuesto total de la Ciudad en los albores del nuevo milenio, el presupuesto del Ministerio de Educación para 2017 en la Ciudad representa apenas un 18,26 por ciento. En materia de salud, también se ha venido registrando un progresivo deterioro del presupuesto destinado al sistema público. Mientras que hasta el año 2007, el presupuesto de salud oscilaba entre el 23 por ciento y el 27 por ciento del total, hoy sólo alcanza el 17 por ciento. 

Desde el Cesba proponemos pensar la calidad –y su percepción– en forma integral, en pos de asignar recursos de manera eficiente. Ello permite, voluntad política mediante, establecer prioridades a la hora de administrar, detectar el problema y encarar posibles soluciones. 

¿De qué depende que podamos avanzar? De que todos tengan las mismas oportunidades de crecer con el adecuado respaldo en términos de salud, y que accedan a una educación de calidad que les brinde las herramientas para su desarrollo personal, independiente de su condición socioeconómica. Es imprescindible apostar a mejorar la infraestructura pública tanto en materia educativa como de salud.

No podemos permitir como sociedad que la educación y la salud para las pobres sean una educación y salud “pobres”.

* Presidente del Cesba.