El show de la boda real británica alcanzó hoy su momento cúlmine con el sí de los novios ante el altar. El príncipe Harry y Meghan Markle se casaron en la capilla Saint George del castillo de Windsor ante 600 invitados. Una audiencia global estimada en cerca de 1400 millones siguió por TV el enlace del hijo menor del Príncipe de Gales y Lady Di.

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Norteamericana, sin lazos con la nobleza, divorciada y con un paso como empleada de la embajada de su país en la Argentina en 2001, Meghan Markle subió al altar pero no del brazo de su padre, Thomas, que suspendió su viaje a Londres por una operación del corazón que tendrá lugar el miércoles próximo. Quien la llevó fue su suegro, el príncipe Carlos. Sí estuvo su madre, Doria Ragland. Los que quedaron fuera de la ceremonia son sus hermanos Tom y Samantha, que no fueron invitados.

Del lado del novio, además de su padre, su esposa Camilla Parker Bowles, sus abuelos (la reina isabel II y el Duque de Edimburgo), y su hermano, el príncipe Guillermo, también estuvo presente una figura urticante para la Familia Real: Charles Spencer, el hermano de Lady Di. El tío de Harry y William es muy crítico de los Windsor por el destrato a su hermana y se expresó con dureza cuando ella murió en un accidente de auto en Paría, el 31 de agosto de 1997. 

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Las casas reales de Europa no fueron invitadas al no tratarse de una boda de Estado. De hecho, tampoco asistió la primer ministra Theresa May. En contraposición, hubo presencia de figuras del espectáculo, como Elton John, quien cantara en el funeral de Lady Di, el ex futbolista David Beckham, la tenista Serena Williams y el actor George Clooney. Más reparto de la serie Suits, donde trabajara la novia. 

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La boda se salteó el protocolo al momento del “Sí, quiero”, al incluir un coro gospel que cantó Stand By Me. La novia ingresó sola antes de ser llevada del brazo por el Príncipe de Gales y suprimió la fórmula de obediencia a su marido al momento de los votos matrimoniales. A partir de ahora son los Duques de Sussex.

A sus 34 años, Harry causó más de un dolor de cabeza a la Reina. Incluso casi produjo un incidente diplomático entre el Reino Unido y la Argentina por su comportamiento incontrolable en la localidad bonaerense de Lobos en 2004. La Cancillería debió intervenir a pedido de la policía bonaerense e intermediar para que la embajada británica velara por un príncipe dedicado a emborracharse en los boliches. Más cerca en el tiempo causó un escándalo al ir disfrazado de nazi a una fiesta y apareció desnudo en fotos que le sacaron en Las Vegas.

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El matrimonio con Markle incorpora algo más que una plebeya a los Windsor tras el casamiento de William con Kate Middleton. El príncipe se casó con una mujer tres años mayor, afroamericana y divorciada, hija de divorciados también y con medios hermanos que tienen sus relaciones rotas con ella, al punto que Tom Markle Jr. envió una carta abierta a Harry en la que le pidió que no se casara. Su media hermana Samantha, por su parte, la definió como una “trepadora”.

Justamente, de Estados Unidos era Wallis Simpson, el amor de Eduardo VIII, el fugaz rey que abdicó para casarse con una extranjera que acarreaba dos divorcios. Aquella abdicación de 1936 fue la que desvió la línea sucesora, ya que el nuevo rey fue el hermano de Eduardo, Jorge VI, el padre de la actual monarca.

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Los británicos se sumaron al show del casamiento real, el primero en siete años desde la boda de William y Kate. Profundamente tradicionalistas y monárquicos, en un país con minoría republicana, miles de personas se acercaron a Windsor, que prácticamente triplicó su población. Allí viven unas 30 mil personas y viajaron unas 100 mil para ver de cerca la boda. En el medio, el negocio siempre redituable del merchandising, con diversos souvenirs para recordar una boda que en pleno siglo XXI pretende reverdecer los laureles monárquicos.

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