El gobierno porteño busca que los productores de pilas se hagan cargo de su disposición final y que los locales comerciales que las venden se conviertan, a su vez, en puntos de recepción de las baterías en desuso, con el fin de que estos residuos no vayan a un relleno sanitario. La iniciativa presentada a la Legislatura porteña intenta encuadrar a las pilas como residuo urbano peligroso y que se ordene un circuito que en la actualidad es informal a través de responsabilizar a las empresas de la disposición final del producto. La medida comprende a todas las pilas de uso común, entre ellas las cilíndricas doble, triple y cuádruple A, prismáticas 9V y pilas botón, tanto primarias –no recargables– como aquellas secundarias –recargables–. Si bien estos residuos constituyen una proporción pequeña del total del volumen de basura de la Ciudad –según expertos en materia ambiental cada habitante utiliza unas 12 pilas por año– son altamente contaminantes. El retiro de las pilas en desuso en la actualidad no está reglamentado en la Ciudad de Buenos Aires, no obstante la ley de Basura Cero establece que el fabricante o distribuidor de materiales que con su uso se conviertan en residuos, será obligado, a hacerse cargo directamente de su reciclaje o la disposición.