En 1987, la democracia argentina, con Raúl Alfonsín de presidente, tenía sólo cuatro años. La brasileña de José Sarney, dos. Y lo mismo la uruguaya de Julio Sanguinetti. Fue clave para la consolidación política regional el vínculo entre Argentina y Brasil, y en particular entre Alfonsín y Sarney. Desmontaron la hipótesis de conflicto militar y atómico, empezaron a pensar en la integración industrial de las dos economías y se proyectaron políticamente hacia el resto de la región. Incluso, desafiaron la política de Ronald Reagan hacia Nicaragua y América Central. Esa etapa no fue la prehistoria del Mercosur de 1991, que nació neoliberal. Fue el antecedente del Mercosur renovado en el que trabajaron desde 2003 Lula y Néstor Kirchner. Parece que en Sudamérica, integración es más democracia. Y viceversa.