La carta nunca fue respondida. Se la enviaron a Jorge Sampaoli y a la AFA. También a organismos del Estado como la Cancillería y la Secretaría de Deporte. Al técnico de la Selección le llegó por mail, cuenta Guillermo Azzi, de la Comisión Argentina de Solidaridad con Palestina. En uno de sus párrafos se leía: “Queremos pedirte que canceles el partido previsto para el 9 de junio en Tel Aviv”. Como el texto está firmado el 26 de marzo, mencionaba otra ciudad para el amistoso que ahora se jugará en Jerusalén. Que no tiene nada de amistoso, salvo para el gobierno de Benjamín Netanyahu. Desató una marea de bronca en los territorios ocupados y en sus autoridades que lo denunciaron como hostil. Pero la asociación que preside Claudio Tapia cobrará 2,2 millones de dólares incluidos los gastos. La presión no surtió efecto por eso. El cachet es uno de los más altos del mercado.

La organización del encuentro que jugarán los seleccionados de Israel y Argentina tiene otras razones económicas. Comtec Group cuenta entre sus clientes al club Barcelona. Aparece con el escudito en su página corporativa. Es la compañía israelí que vende el partido en su país y para el exterior. Su dueño se llama Danny Benaim. Un hombre de negocios con llegada a Jorge, el padre del mejor jugador del mundo. Pero hay otro dato de la misma o mayor envergadura. Los intereses comerciales de Messi en Israel.

En diciembre de 2017 anunció que se transformaba en embajador de Sirin Labs, una startup de ese país que desarrolla productos electrónicos como un Smartphone valuado en mil dólares. En una publicación de Facebook, la empresa dio una explicación obvia sobre la nueva relación con Messi: “Lo elegimos por su capacidad de llevar el mensaje a un público más amplio”. Moshé Hogeg, el CEO de la sociedad, declaró en aquel momento que había llegado al futbolista por uno de los asesores de Sirin Labs. El ex presidente del Barcelona Joan Laporta. En la era de los negocios globalizados suele perderse el rastro de las corporaciones. Pero se vuelve a encontrar cuando las grandes figuras del deporte le ponen su rostro a un producto. Una campaña de concientización como la de la Comisión Argentina de Solidaridad con Palestina o del movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) a Israel tiene esas dificultades. Aunque persiga el fin noble como la defensa de un pueblo sojuzgado, el capitalismo no entiende ese tipo de razones.

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