Cuando tenía cuatro años, el club Mitre era el patio de su casa. Allí trabajaba como entrenador su papá Emilio, quien con la carrera de técnico le dio continuidad al vínculo que lo unió al hockey sobre césped como jugador. También era el ámbito natural de su mamá, Laura Berthold, arquera de la institución. De acompañar a sus padres a jugar en las categorías formativas hubo un paso muy corto para Gonzalo “Hacha” Peillat.

Cuenta la historia que al dar esos pasos iniciales ocupaba posiciones ofensivas, y poco a poco los técnicos lo fueron retrasando, “porque tenés una buena visión de juego” le explicaban. El retroceso en su posición en la cancha iba de la mano con su vertiginosa evolución, por la cual muchos especialistas lo señalaron como una de las mejores promesas del hockey. Para la época de esas afirmaciones ya se había consolidado en su posición de defensor. Entre sus cualidades como jugador había una que lo hacía sobresalir: su dominio de los corners cortos, con arrastradas que lo llevaban a gritar goles muy frecuentemente. Tal eran sus virtudes para este aspecto clave en el hockey sobre césped, que pronto comenzó a cargar sobre sus espaldas el mote de “rey del corner corto”.

El destacado trabajo en su equipo hizo que los entrenadores de las selecciones nacionales pusieran sus ojos en él. Sin embargo, hubo sorpresa cuando Pablo Lombi lo incluyó en el plantel que viajó a los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012. De aquella cita que afrontó con tan sólo 19 años lo más rescatable fue la experiencia que aquilataron quienes participaron del certamen, Peillat entre ellos, porque Argentina quedó en un muy lejano undécimo lugar. Ese paso fue la antesala de una trayectoria internacional que el jugador coronaría cuatro años más tarde.

Con la llegada de Carlos “Chapa” Retegui a la conducción, Los Leones disputaron el Mundial 2014, en el que terminaron terceros. Por lo efectuado en ese torneo, en el cual resultó el máximo goleador, Peillat fue elevado al sitial de mejor jugador juvenil del mundo. Su evolución no se detuvo, y tuvo un 2015 con dos satisfacciones salientes: la clasificación a los Juegos de Río, en la semifinal de la Liga Mundial disputada en el Cenard, y la medalla de Oro en los Panamericanos de Toronto. Con estos antecedentes en la mochila y con un proceso de preparación inédito para la culminación de un ciclo olímpico, Peillat arribó a Brasil integrando una Selección Argentina de hockey de césped a la que se le auguraba como performance satisfactoria integrar el podio olímpico. Fue un pronóstico que Peillat y sus compañeros dieron vuelta por completo. Con un rendimiento de menor a mayor, Los Leones pasaron a cuartos de final. Emergieron triunfantes de esa ronda al eliminar a España, y sacaron el pasaporte para jugar la semifinal con el candidato Alemania. Ante el poder de los teutones apareció todo el talento del rey del corner corto. Peillat metió tres tantos y su efectividad resultó vital para el 5-2 final, que le aseguró a la Argentina su primera medalla olímpica en el hockey sobre césped masculino. Cuando el entorno les decía que la conquista de esa medalla bastaba, Los Leones dijeron que querían más. “Podemos con ellos”, dijo Peillat, Similares palabras tuvieron sus compañeros. Y fue cierto. Ante Bélgica, en la final de los Juegos Olímpicos 2016, Los Leones hicieron historia, y se alzaron con la primera medalla de oro olímpica para el hockey argentino. Y allí estaba con el traje de protagonista Gonzalo Peillat, el número 2 que señaló 11 de los 26 goles que convirtió el equipo nacional a lo largo del certamen. Semejante actuación le valieron al Hacha ser distinguido por tercera vez consecutiva con el Olimpia de Plata, y figurar en la terna que la Federación Internacional de Hockey postuló para designar al mejor jugador del mundo.