Un cuento inédito de Oesterheld. Ocho páginas de Carlos Trillo con Enrique Breccia. Una nueva incursión de Pablo de Santis en la revista Fierro. Y claro, una troupe de dibujantes, guionistas y autores integrales de distintas generaciones, estéticas y búsquedas artísticas. Todo eso se encuentra en el número que saldrá mañana de la revista señera de la historieta argentina. Como siempre, desde hace más de diez años, la Fierro acompañará en los kioscos a PáginaI12. Y es motivo de alegría.

Ya la portada -–una notable reversión del famoso cuadro La vuelta del malón, de Della Valle, a cargo de la dupla Souto-Scalerandi-- manifiesta el espíritu que recorre a esta tercera etapa de la publicación, y que busca integrar generaciones y derroteros, al tiempo que planta posición sobre la actualidad. Así, Esteban Podetti se junta con Langlois y Pedro Saborido con Juan Soto, o Gabriel Cabezón Cámara con Emilio Utrera. Duplas inimaginables para algún tiempo atrás, que hoy son realidad en las páginas de la Fierro. Páginas que están dibujadas por un montón de autores, como Palomo, Liniers, Diego Parés, Otto Zaizer, Frank Vega, Fernando Calvi, Ignacio Minaverry, Marco Tóxico, Sergio Langer e Iñaki Echeverría, sea aportando nuevas historias que por varios números (y con historias autoconclusivas) o con unitarios más efímeros.

Del número que sale mañana llaman la atención varias cosas. La primera, obviamente, es el cuento perdido de Héctor Germán Oesterheld. El hallazgo corresponde al divulgador Felipe Ávila, quien dio con él en un viaje a Chile. Estaba en la revista trasandina El Pingüino, del ’60. El propio Ávila aporta un artículo para Fierro en el que contextualiza el cuento con el sinuoso recorrido laboral del guionista de El Eternauta, que por entonces probaba suerte al otro lado de la Cordillera (al respecto, hay algunas anécdotas en Los Oesterheld, de Fernanda Nicolini (2016). Y aunque es un cuento, y no una historieta, pone de manifiesto muchas de las inquietudes que solía abordar HGO en sus obras.

La redición de El reino Azul, de Carlos Trillo y Enrique Breccia, en cambio, tiene una historia también sinuosa, pero de otro orden. La dupla la creó en 1976. Narraba la historia de un rey que imponía sus caprichos a sus súbditos. Como habrá anticipado el lector atento al notar la fecha: no se publicó. Al menos, no por los siguientes dos años. Salió en la revista italiana Linus. En la Argentina recién aparecería –-ya en democracia-- en 1985, en la primera etapa de la Fierro. Es coherente, entonces, que sea el mismo sello el que la recupere a 40 años de su primera aparición pública. Y de yapa, acompañada con un hermoso texto de Mariano Buscaglia para aportar también algo de contexto tanto histórico, como respecto de la grafía de Breccia hijo y su relación con el dibujo.

El tercer asunto que merece especial atención en este número es la conformación de la dupla de Pablo de Santis y Matías San Juan. De Santis no necesita mayor presentación: es uno de los grandes nombres de la literatura argentina contemporánea y es un emblema de la revista desde que accedió a ella en la primera etapa. Es lo que se dice un narrador consumado. Matías San Juan, en cambio, es un desconocido para el “gran” público, pero no para quienes prestan atención hace rato a lo que sucede en el mundillo de las viñetas locales. Y si no recibió más atención es porque pertenece a esa suerte de generación intermedia, que en 1997 tenía unos años menos de los necesarios para destacar en el auge del fanzine y que ahora, veinte años más tarde, ya tienen demasiada obra trajinada en su tablero como para llamarlos “nuevos talentos”. Pero bastarán estas 16 páginas para que quienes desconocían su trabajo quieran otras obras suyas (en ese caso la mejor pista es salir a buscar alguno de los cuatro números de la Dopplegänger). Así de buena es la historia de ciencia ficción que propone la dupla.

No es ciencia ficción clásica, tampoco. De hecho, en diálogo con PáginaI12, el dibujante explica que esa fue una de las cosas que más le atrajo del guión de De Santis. “Es una ciencia ficción más bajada a tierra, más terrenal, no es tan hardcore”, considera. “Cuando hago este género, en general tiene más elementos del noir, lo abordo más satírico o con comedia y esto es más bien tradicional dentro del género”, puntualiza. La historia fue una sorpresa incluso para él mismo, pues aceptó la colaboración sin saber qué llegaría a su correo. “Me contactó Lautaro (Ortiz, director de la revista) para proponerme esto y acepté sin saber demasiado, era una oportunidad muy buena para desaprovechar”, revela. Y confiesa que, mientras aceptaba, rogaba que “a Pablo no se le ocurra una historia de época”. Es que lo apuraban los tiempos si tenía que bucear demasiado profundo en la documentación. ¿Sigue? En principio, sí. Aunque la historia puntual termina aquí, la dupla avanza en el trabajo. “La leés y la podés disfrutar como un cuento corto, pero cualquiera se da cuenta que podés desarrollar un poco más el personaje protagónico”, anticipa.

Para San Juan, la inclusión de autores como él en la revista no sólo es una noticia que celebra desde lo personal. Es una alegría generacional. “Está claro que en estos últimos tres o cuatro números te encontrás con gente que era imposible que el público amplio conociera, porque éramos los que hoy tenemos 30 y venimos bien del under, que tenemos nuestras propias publicaciones o publicamos en las editoriales independientes. Y está bueno porque es darle la posibilidad a justamente el público amplio que conozca esto, que es nuevo para ellos. Ahora tenés gente muy joven haciendo cosas distintas y está bueno que lleguen a públicos más grandes. Porque si no estás en la Fierro es medio difícil hacerlo. Esta etapa abrió mucho el abanico”.