Días atrás se realizó en la ciudad de Shenzhen, provincia de Cantón, el Segundo Foro China-CELAC de Partidos Políticos. El Partido Comunista Chino fue el anfitrión del encuentro, que congregó a dirigentes de 58 partidos políticos de países de América Latina y el Caribe, representativos de diversas tendencias ideológicas. La Argentina participó con una delegación integrada por un representante del PRO y uno de la UCR –por el oficialismo– y me tocó desde la oposición asumir la representación del Partido Justicialista a pedido de su presidente, el diputado José Luis Gioja. 

Desde el lado chino se nos propuso reflexionar e intercambiar experiencias sobre “Reforma, innovación y construcción partidista”. La elección de Shenzhen para tal evento no parece haber sido casual. Los debates sobre las cuestiones partidarias estuvieron complementados con visitas a centros tecnológicos que exhiben el impresionante desarrollo digital, logístico y de servicios que en esa ciudad está desplegando China. Además, las visitas a las ciudades de Zhuhai y Guangzhou nos permitieron conocer el estratégico esquema de articulación entre Cantón, Hong Kong y Macao. La localización de un impresionante polo logístico y tecnológico para América Latina y el Caribe en el corazón de esa articulación (localizado en la ciudad de Hengquin) es un signo de la importancia dada por China a la relación económica, comercial y financiera con los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Entre las muchas reflexiones e inquietudes que me despertó la participación en el foro hay dos que considero fundamentales resaltar. La primera se relaciona con la enorme importancia que el proceso de integración regional –hoy maltrecho por el accionar desintegrador de los gobiernos neoliberales de la región– tiene para la inserción internacional de nuestro país. China es ejemplo de uno de los polos de poder mundial que elige relacionarse con los países de América Latina y el Caribe a partir de la valiosa plataforma de integración que representa la Celac. Al respecto, creo que los latinoamericanos y los caribeños aún no dimensionamos la trascendencia estratégica de hacer valer en conjunto el peso actual y potencial que tiene nuestra región para otros países y regiones del mundo. 

El gobierno de Mauricio Macri viene demostrando un marcado desinterés por la Celac: no ha participado en las dos cumbres que se realizaron en Quito en 2016 y en Punta Cana en 2017, y su canciller no asistió a la Segunda Reunión Ministerial del Foro China-Celac, realizada en enero de este año en Chile. Tal situación representa una enorme pérdida de oportunidades para el protagonismo de nuestro país en el plano regional e internacional. 

Cabe ser destacado que -al igual que China- la Unión Europea ha impulsado la articulación con América Latina y el Caribe a través de la Celac. Desde el Gobierno argentino se replica con la Unión Europea una actitud similar a la descripta sobre la relación con China. En lugar de hacer valer el peso de la región, la gestión de Macri actúa devaluando su importancia. Lo ha hecho al minusvalorar a la Celac y al decidir un incomprensible e injustificado abandono de la Unasur. Y, lo que es peor, sostiene la misma actitud cuando apura la firma de un Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea desde una posición de claudicación de la defensa de la producción y el trabajo nacional, con consecuencias negativas aún no dimensionadas. 

El desaprovechamiento de la palanca regional no implica la imposibilidad de mantener esquemas bilaterales con China, pero no tengo dudas de que ese no es el contexto más conveniente para hacer valer nuestros intereses. 

La segunda reflexión que considero destacable tiene que ver con el poder de atracción de la atención regional que actualmente ejerce China. ¿Cuál es la razón por la que fuerzas políticas del más amplio arco que va de la izquierda a la derecha regional se sienten convocadas por el Partido Comunista Chino a un foro como el realizado en estos días? Para dimensionar cabalmente la pregunta que formulo debe tenerse en cuenta que no solo la delegación argentina fue plural. Para dar un ejemplo adicional, por Chile participaron desde las declaradamente derechistas Renovación Nacional y UDI hasta la Democracia Cristina y el PC chileno. No tengo una respuesta definitiva a la pregunta, pero tiendo a pensar que -además del reconocimiento del determinante rol económico de la República Popular China en el mundo actual- hay una enorme eficacia del ejercicio del poder blando (soft power) de la diplomacia china en nuestra región. La acción de seducción, que apela no solo a la economía sino también a la política y la cultura, parece rendirles significativos frutos a los chinos. Es que la reforma y la apertura que Xi Jinping propone profundizar se verifica tanto en los discursos como en los hechos. 

Al conocer China, al visitante le queda bien claro que se trata de un país que es y se percibe como uno de los polos del poder mundial. Es una tarea pendiente para latinoamericanos y caribeños empezar a asumir la posibilidad y –por qué no– el destino de ser otro polo de un cada vez más necesario sistema multipolar capaz de armonizar las relaciones entre los países y las regiones. Para que esto ocurra, Argentina tiene que asumir definitivamente que sin una fuerte integración regional perderemos esa oportunidad, además de cerrarnos al mundo. 

El papel de nuestro país puede ser determinante para que esa posibilidad y ese destino se hagan realidad. De cara al 2019, resulta imprescindible incorporar en el debate político y electoral esta trascendental dimensión de nuestro presente y futuro.

* Diputado nacional del FpV-PJ. Vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto.