Por apenas 16 votos, la primer ministra británica Theresa May evitó una crisis que la hubiera puesto al borde del precipicio. La Cámara de los Comunes rechazó por 319 votos contra 306 la enmienda de la Cámara de los Lores, aprobada el lunes, que obligaba al visto bueno del Parlamento para ratificar o rechazar el acuerdo final sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

De esta forma se allana el camino para una salida expeditiva que se concretará en marzo próximo, con la sola firma de la reina Isabel II. Seis integrantes de la bancada conservadora votaron en contra de la postura del partido. Si la propuesta prosperaba, hubiera sido poco menos que un voto de censura para May, a 72 horas del segundo aniversario del referéndum que el 23 de junio de 2016 dio la victoria a la opción por abandonar el bloque continental.

Más controles del Parlamento hubieran implicado dilatar la salida del Reino Unido, con el riesgo de ser rechazado el acuerdo final con Bruselas, e incluso podía dejar margen para un eventual segundo referéndum, que miles de personas reclamarán en una marcha el sábado próximo en Londres.

En la previa, la revuelta del oficialismo fue organizada por Dominique Grieve, ex fiscal general, que a última hora acordó con May y evitó el voto de otros siete conservadores junto a los laboristas. Entre los seis que votaron contra su propio gobierno figura Philip Lee, ex subsecretario de Justicia, que dejó su cargo la semana pasada y es amigo personal de May.  "No se puede ordenar a las tropas que suban la colina y se bajen de la misma colina sin comprometer tu integridad", señaló el laborista George Howarth sobre la actitud de Grieve.

Tras arduas negociaciones, se acordó dar un papel de árbitro al presidente del Parlamento, quien decidiría si la Cámara de los Comunes puede enmendar o no el acuerdo final con Bruselas. “Esa concesión no tiene ningún significado, más allá que la de contentar a unos pocos conservadores", señaló Keir Starmer, vocero de los laboristas.

May afronta una imagen de parálisis en un gobierno que el 13 de julio cumplirá dos años. Tiene mala imagen en amplios sectores de su partido y busca tomar la iniciativa con otras medidas, como el plan para regularizar a tres millones de inmigrantes en Gran Bretaña, que presentará mañana. Antes, ya había lanzado un plan de rescate del NHS, el Servicio Nacional de Salud.