Sudán o Sudan: he ahí la cuestión. Mientras María Hoffmann espera por su plato en un restorán del barrio de Colegiales, la fiesta mensual que comanda, y que revoluciona la noche porteña a partir de su jangueo y sandunga, prepara una nueva edición. Arrancó siendo como el país, explica la organizadora, DJ y corazón del proyecto, más conocida por su álter ego, Color. “César Palmeiro, padrino espiritual de la fiesta, que luego se fue a vivir fuera del país, me dijo que el concepto tenía que ver con el poder femenino, Egipto y la música negra; y le respondí que debía ser Sudan, sin acento.” Hoffman acababa de regresar súper cargada de un viaje a Barcelona, donde todos se prendían con el perreo, el dancehall y esa onda, y se hizo cargo de la propuesta.

Así, lo que comenzó en el Lado B de Niceto Club para 200 personas hoy explota en el aforo principal de la sala de Palermo. “En cada edición estoy desbordada de paz y amor”, afirma esta arengadora de 26 años. “Esto no tiene ni un año. Creció muy rápido, y sigue haciéndolo”, destaca. Al punto de que en las redes sociales se estableció una rivalidad con la otra fiesta que la rompe actualmente: la Bresh, liderada por Louta a través de su nombre de pila, Jaime James. “Insisten en confrontarnos, pero hay súper buena onda. A Jaime lo admiro en todo lo que hace. Pasa que somos dos fiestas que están funcionando. De hecho, el otro día nos reíamos de eso y proyectamos hacer Sudan versus Bresh. En lo único que nos parecemos es en la estética rosa y en las plantitas. Su target es de ventis, mientras que el nuestro es más de trentis. Y la música también difiere. Si bien ellos mechan un poco de perreo y reguetón, van por el hit de los ‘90 y los 2000. Ahí se escucha, por ejemplo, Black Eyed Peas. Eso en nuestros sets jamás sonaría.”

Color reconoce que su fiesta arrancó como una “opción para bailar” donde pasaban hip hop, al igual que los hits de Britney, Beyonce y Rihanna. “Pero después medio mutó para el lado del perreo”, recuerda quien tiene entre sus principales referentes locales a Villa Diamante. “Una de las primeras veces que pasé música, tiré unos reguetones viejosy vinieron unos amigos a decirme que ése era el camino. Y me metí por ahí, aunque no me gusta encasillarme en ningún género. Eso atrasa.”

Al momento de hilar fino en el actual concepto, la artífice define a la Sudan así: “Perreo intenso, fino y elegante”. La clave está en la finura y la elegancia. “Es un perreo curado. No es tanto lo radial, por más que vamos a los hits. En un DJ set hay que darle a la gente algo que conozca, para que se sienta en casa. Ahora hay una movida gigante que nos ayudó un montón. Están todos con todo… Bad Bunny, Ozuna, Daddy Yankee... El papá de esto, de mezclar las cosas, fue Diplo.”

En su banda de sonido también cabe el trap, en especial el argentino. “Suenan los más duros: Duki, Paulo Londra y los chicos de Mueva Records”, describe el cerebro de la fiesta, que tiene en Edén y NaueSportWear a los otros DJs residentes, además de sus cómplices. “Mundialmente, Argentina está siendo reconocida por el trap. El otro día vi una nota con C. Tangana, Yung Beef y Bad Gyal, y nos nombraron como el país que más trata de explotar, en ese sentido.

Aunque alterna a DJs nacionales con actos en vivo en su grilla, como Coral Casino, Yeyo, Rorro y ahora D.E.F.E.N.S.A., la lucha por convertirse en un amplificador de la escena de música urbana alternativa nacional es ardua. “Hay falta de variedad y de referentes. Son pocos y no hay espacios. Me refiero a artistas, escena y shows. La movida local no se lo propone lo suficiente, lo que es muy distinto a que el público no la entienda. Todos los amigos que tengan ganas, van a tener acá un espacio para cantar.”

Pese a lo que generó, la flamante cantante –comenzó a mechar algunos covers en el medio de los sets– asegura que la Sudan no la representa musicalmente. “Soy más del palo del dancehall, de lo africano y todo lo de allá”, justifica. “Buenos Aires no está preparada para eso. Pero siento que mundialmente se cocina algo. El último disco de J Balvin para mí no es reguetón: es tropical, perreo suavecito. Alegría.”

Hoffmann empezó a prepararle la cancha a Color a los 14 años, cuando bailaba reguetón. “Luego dejó de ser cool”, dice. Más tarde, mientras estudiaba creatividad publicitaria, trabajaba redes sociales y generaba ideas para marcas, comenzó a coquetear con el canto, el baile y el DJing. “Sudan salió de generar un lugar para ir a bailar los fines de semana, que no encontraba hasta entonces. No me representaba para nada la música urbana que pasaban en el Conurbano ni tampoco la de Costanera Norte. Me parecía que faltaba ese equilibrio.”

Desde tu perspectiva, ¿cómo el dancehall y el trap, géneros afines a la misoginia, pueden convivir con el empoderamiento de la mujer en esta época?

--Es un dilema. Todos los días me planteo por qué escucho trap si soy feminista. Me encontré con el feminismo ahora que entendí que la mujer necesita hacer ruido para que estemos igualados. Algo que impulsó a la Sudan es que no había muchas DJs mujeres. Con mi papá siempre hablo acerca del twerk. Que yo me tire al piso y me frote con un hombre no quiere decir que me vaya a pegar. Tuve buena devolución de la comunidad gay. Un chico me dijo el otro día que lo que más le encantaba de mi fiesta es que se sentía uno más. Mientras tengan ganas de bailar, son bienvenidos todos.

* Hoy desde las 23:30 en Niceto Club, Niceto Vega 5510, con Color, Viva, NaueSportWear y D.E.F.E.N.S.A.