Dicen que cuando le ofrecieron ir a Bailando por un sueño, lo primero que hizo fue pensar en Erica Rivas, su actriz favorita. “¿Ella iría?”, se preguntó. La joven Nai Awada viene de un 2016 luminoso y su voz de la conciencia siempre pone a Rivas como filtro: “No”. Un recorrido por su Instagram apunta una verdad: le gusta moverse y lo hace todo el día. “Si no fuera porque me gusta bailar, no iría a lo de Tinelli”, dice. Y mientras el Bailando 2017 asoma como posibilidad, hoy mismo acaba de estrenar Terror 5, película dirigida por los (no tan) debutantes Sebastián y Federico Rotstein, una antología de horror que funciona como reverso de Relatos salvajes. Ahí participa de una de las historias más logradas: la del bullying. “Es una buena catarsis de un asunto serio que muchos toman por liviano”, comenta. Acá, un grupo de jóvenes bromea hasta al hartazgo a uno de ellos. “¿Qué pasaría si las cosas se fueran a la mierda?”, se cuestiona.

El 2016 fue el año en que Nai dejó de ser “la hija de” (Alejandro Awada), pasó a ser “la sobrina de” (Juliana Awada, la primera dama) y, definitivamente, ganó vuelo propio forjando su camino sola, sin sacar a relucir parentela, a puro trabajo y trabajo. Además de Terror 5, hizo Hipersomnia de Gabriel Grieco (“Se me ven un poco las tetas”, revela), B, B & B de Tamae Garateguy (“Entré en un trance muy rockero”), Encuentro en Guayaquil (fue Remedios de Escalada), el corto Pastel de cereza (con Malena Villa), Nafta Súper (la serie de Kryptonita) y Onix (de su amigo Nicolás Teté).

Además, filmó Corralón, de Eduardo Pinto, donde interpreta a una empleada doméstica; el corto Culpable, de Martín Desalvo (“Medio de violencia de género”), y La pulsera, de Michelina Oviedo, en la que hace de esposa de un violador. “Fueron escenas muy heavies”, recuerda sobre las filmadas donde funcionó el centro de detención clandestino El Infierno. “Fue un momento bisagra para mí, quedé todo el día angustiada.” Y después de ese mambo, comenzó a flashear con los límites de su profesión: “Lo nuestro es medio como el médico: no te podés conectar emocionalmente demasiado”.

A su vez, hace tiempo que dejó de opinar de política. No habla más, ya está. En su momento, escribió en Twitter un comentario en desacuerdo con la inflación y la levantaron de todos lados. Esa experiencia la sacudió, no le gustó nada. “Este medio es muy heavy”, apura. Y ubica: “A Macri lo vi tres veces en mi vida”. Claro: desde que Juliana, su tía, se casó con Mauricio Macri, el presidente se convirtió en su tío. “Juliana es mi tía favorita, desde chiquita quise ser como ella”, reconoce.