¿Cómo le va, lectora?  ¿Qué cuenta, lector? ¿Cómo la anda llevando, cuñado neoliberal que lee el diario de ojito, diciendo que jamás lo compraría por motivos ideológicos, pero la verdad es que la mauritocracia le vació un bolsillo y la mitad del otro? ¿Se están preparando todas y todos para disfrutar las mieles del segundo semestre que ya está por comenzar?

Deberían hacerlo, porque en cualquier momento se viene la segunda mitad del año. Va a estar llena de triunfos, logros y alegrías. De luces al final del túnel, y de buenas noticias transmitidas con emoción por periodistas especializados… en dar buenas noticias. Es que si así no lo hicieren, si le creyeren más a la realidad que al paper oficial, pudieren encontrar de pronto, en su propio bolsillo, un telegrama que le marca una nueva mala noticia. Sería una de índole personal, en la que el Estado le informa que prescinde de sus servicios debido a que usted no es lo suficientemente optimista que requiere esta coyuntura maurifiscente.

Y vaya uno a cantarle a Lagardel, ya lo dijimos.

El plan de ajuste, deviene “plan de asuste”. El gobierno está decidido a que nos vaya bien, pase lo que pase. Así como suena. No, no, así no, de la otra forma. O sea, no es que “pase lo que pase, vamos a hacer las cosas parea a todos les vaya bien” sino que “pase lo que pase, nos va bien”. Una suerte de certeza que haría las delicias de cualquier analista lacaniano, que vería esta crisis como una gran oportunidad de llenarse de pacientes, que, eso sí, no podrían pagarle.

Y a los que no creyeran que “todo es para bien”, los mandará a un taller de Entusiasmo, creado y privado “ad hoc” con honorarios especiales, lo que no quiere decir que sean necesariamente económicos. O que lo sean, pero en el sentido que esparce por el Universo nuestro Ministro de Evasienda, quien, tal vez parafraseando a un Rico de otros tiempos, pueda afirmar que “la deuda es la jactancia de los neoliberales”. Podemos imaginarlo parado sobre una mansión que muy pronto será baldío, diciéndole a su futuro bisnieto, aun no nacido pero ya merecedor de un poema de  Senador Esteban B: “Algun día, todo esto era tuyo”, al tiempo que le muestra unos bonos que dentro de un siglo habrá que pagar, y mientras tanto, también.

Esa certeza de Sentido Último, más digna de un taller de Cabala malinterpretado literalmente que de un Gabinete del que depende nuestro futuro plato de fideos, los lleva, en búsqueda desesperada del bienestar, a negar, denegar, renegar, desmentir, dementir (volver demente, si se me permite el neologismo), a todo, todos y todas los hechos, noticias o personas que, cual serpiente bíblica, los tienten con la semilla de la pregunta que los saque de su Paraíso, en el que son Dios y pueden hacer y deshacer a gusto.

Entonces expulsan, excluyen, despiden a los que no siguen su modelo, repitiendo el esquema del Arca de Noé, que tampoco fue muy inclusiva que digamos. Y vendrá El Sumo Maurifice y dirá: “En algunos lugares falta agua, pero en otros sobra; para equilibrar, aumentemos la tarifa”

Me animo a decir que el gobierno ha perdido, no sé si el rumbo, pero al menos la metáfora. 

Y un gobierno sin metáfora es como un sandwiche sin pan, un partido de fútbol sin pelota, o un sindicato sin paritaria, si se me permite el símil.

Cuando el gobierno no tiene metáfora, el dólar se dispara, las tarifas se elevan en vuelo triunfal, y la línea Groucho, aquella de los que no traerían sus capitales a un país que los tenga a ellos como Ministros, se vuelve creíble, razonable, respetable.

Entonces, cuando la falta de metáfora se vuelve atroz, no les queda otra que pedirle ayuda lingüística al FMI; que sean ellas y ellos , quienes rigen la Babel circulante, quienes les den un nuevo sentido a nuestro habla cotidiano. Que digan “qué cosa sí y qué cosa no”

Querida lectora, nuestros Amados Autoritarios le pidieron al FMI que se hiciera cargo de la metáfora nacional. Así de feo.

Y entonces, se vuelven tan metafóricos que en vez de “mandar” dicen “asesorar”; en vez de “obedecer ciegamente” dicen “colaborar amistosamente”; en vez de “echamos periodistas” dicen “renovamos el perfil” de la Agencia Estatal de Noticias.

El Estado se apropia de la metáfora del FMI, mientras el FMI se apropia de todo lo demás.

Es una buena época para hacerlo. Porque empieza el Segundo Semestre, porque falta más de un año para las elecciones (y el FMI no piensa ser candidato), pero, por sobre todas las cosas, porque se está jugando el Mundial.

Entonces también se pueden despedir centenas de trabajadores del Registro Nacional de las Personas, ya que, según la nueva metáfora vigente, los habitantes somos, consumidores, contribuyentes, súbditos, relleno de albóndiga, partenaires sexoeconómicos, embriones con derechos, ¡Cualquier cosa menos “personas”!

Y si no somos más personas, si no nos registran más como tales, justamente, no necesitan un “Registro Nacional de Personas”. ¿Para que querrían una institución  que nos pudiera percibir más humanos y arruinar el sueño, ya no de grandeza pero al menos de liderazgo, de nuestros Impiadosos Electos?

Y los del FMI son muy claros: “O nos dejan cumplir nuestros dreams (sueños), o nos vamos y nos llevamos todo”.

Hasta la semana que viene.

@humoristarudy