No por casualidad el Comité Argentino de Solidaridad con Lula surgió con ese nombre y luego agregó una palabra: “Presidente”. Sus dirigentes, un espectro amplísimo que abarca las centrales obreras, figuras políticas y personalidades de todos los sectores, comparten la idea de que el encarcelamiento de Lula basado en dichos y no en pruebas es ilegal y, además, apunta a una proscripción de hecho para las presidenciales del 7 de octubre.

Por eso invitaron a la Argentina, para una rueda de charlas y consultas, al ex canciller Celso Amorim, uno de los creadores del lema “Una elección sin Lula es fraude”.  

Una frase suya impresionó a Lula, que la repite siempre: “Queremos hacer una política exterior activa y altiva”. La dijo Amorim cuando a fines de 2002 el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva lo invitó a formar parte del gobierno que empezaría el 1° de enero de 2003 nada menos que como canciller. Este diplomático de carrera nacido en 1942 en Santos aceptó la tarea, que después de Lula continuaría en el gabinete del primer gobierno de Dilma Rousseff como ministro de Defensa.

Junto con el ya fallecido Marco Aurélio García, Amorim fue el autor de la doctrina según la cual el primer anillo de alianzas de Brasil debía ser la Argentina porque ésa era la clave para un Mercosur fuerte. También impulsó la idea de la Unión Suramericana de Naciones, que recién pudo funcionar a pleno en 2010, y tuvo un papel crucial junto al entonces vicecanciller argentino Jorge Taiana en las negociaciones que trabaron el proceso de formación de un Area de Libre Comercio de las Américas y permitieron que Lula, Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Tabaré Vázquez y Nicanor Duarte Frutos impusieran la bolilla negra en la cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005.

Cuando dejó la jefatura de Itamaraty, la Cancillería brasileña, Amorim se afilió al Partido de los Trabajadores.

Es una de las figuras públicas más conocidas en la pelea por la restauración del Estado de Derecho en Brasil y su nombre no aparece salpicado por ninguna operación psicológica de las que buscan achacar prácticas corruptas cuando éstas no existieron como un modo de liquidar a líderes populares.

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