Dayana Gorosito salió de su casa sola cuando empezó con el trabajo de parto la madrugada del último 19 de mayo en Unquillo. En el camino al dispensario, su pareja, Luis Oroná, la interceptó y la obligó a parir en un descampado en el frío de las Sierras Chicas cordobesas. El se llevó a la beba y a ella la dejó tirada en el baldío. Como pudo, Dayana volvió a su casa con una infección. Su hija recién nacida no estaba y la forzaron a repetir una mentira: que estuvo internada en el Hospital Rawson y le habían robado a la beba. A las pocas semanas la criatura apareció muerta por hipotermia y la Justicia apuntó a Dayana como la mala madre, que no pudo impedir que muriera. Hace 220 días que está presa en el Establecimiento Penitenciario 3 de Bower. A fuerza de tracción feminista, el pedido de libertad para Dayana se volvió una bandera nacional.

La historia tiene infelices coincidencias con otros casos de femicidios vinculados. En el conurbano bonaerense, Yanina González y Celina Benítez vieron morir a sus hijas, Lulú y Milagros, en manos de sus parejas: agresores que tenían extensos historiales de violencias. Ambas fueron acusadas por Carolina Carballido Calatayud, titular de la Fiscalía Especializada en Violencia de Género de Pilar, por “abandono de persona”. Dayana también está acusada por una dependencia judicial especializada. María de las Mercedes Balestrini, titular de la Fiscalía de Instrucción de Violencia Familiar de Primer Turno, la imputó por “homicidio calificado por el vínculo” por omisión. Según la acusación “omitió deliberadamente salvar a su hija”. La fiscal pidió elevación a juicio, la defensa apeló y ahora la Cámara de Acusación deberá resolver. Lxs abogadxs de la chica exigieron la prisión domiciliaria-un derecho que le corresponde como madre de un nene de tres años- y el cese de la preventiva antes del debate oral. Balestrini denegó todos los pedidos.

“La fiscalía no tuvo en cuenta el contexto en el que parió y la violencia que vivía desde antes. La figura de homicidio por omisión ni siquiera existe”, dijo Melina Canesini a   Las 12, una de las abogadas que la defiende, integrante del Espacio Jurídico Deodoro Roca y del Cuerpo de Abogadas Feministas de Córdoba. Es que hay otras sincronías más felices. Así como el movimiento de mujeres acompañó a Yanina y Celina y lograron su liberación y absolución; la sororidad también rodea a Dayana. Un grupo de vecinas de Unquillo empuja la visibilización de su causa. No habían trabajado juntas pero la situación de Dayana las reunió. Le consiguieron un equipo de abogadxs y, luego, formaron una Mesa de Trabajo que intervino en acciones callejeras y redes sociales bajo el hashtag #LibertadParaDayana.

“Vivía una situación de violencia histórica ¿Qué esperaran que hiciera en las condiciones que tuvo que parir?”, se pregunta Mariela Lario, una de las Vecinas de Unquillo por la Libertad de Dayana. Trabaja como psicóloga y actúa como perito de parte en la causa. Otra de las vecinas se puso a disposición para que su casa sea el lugar donde la chica pueda acceder a prisión domiciliaria. La única familia de Dayana es su hijo, Luisito, al que no ve desde que está presa. Con su madre tiene una relación intermitente y su padre estuvo siempre ausente.

Cuando era adolescente, Dayana se fue del hogar escapando de un padrastro violento. Pasó por distintas instituciones hasta que a los 16 conoció a Luis Oroná. De a poco quedó entrampada en un nuevo círculo de violencia machista de prohibiciones: no podía visitar a su madre, ni tener amigas. Con el segundo embarazo, todo empeoró. Él estaba convencido que ella lo había engañado y no quería tener a esa hija. El ensañamiento fue cada vez más feroz, hasta que la obligó a parir en la intemperie bajo amenazas y se llevó a la beba.

Primero la familia Oroná sostuvo una ficción con apariciones mediáticas y denuncias policiales: la beba había sido robada del Hospital. A Dayana la obligaron a replicar la mentira. A diez días del parto, ella no soportó más la infección que le había provocado la intervención sin asistencia y fue al Hospital Rawson. De la camilla pasó directo a una celda. No lo sabía: al cuerpo de su hija lo habían encontrado después de varios allanamientos en la casa de los Oroná. La fiscal Liliana Copello la imputó por “homicidio calificado por el vínculo”. Luego, la causa pasó a la fiscalía de Balestrini. Oroná también está preso acusado por homicidio agravado por el vínculo. Sin embargo, la cobertura mediática apuntó siempre a ella y su responsabilidad en la muerte de la beba.

Hoy, una de las mayores preocupaciones de Dayana es si su hijo se acordará de ella. No lo puede ver, el nene quedó al cuidado de su ex suegra. Además de visibilizar cómo funciona con celeridad los mecanismos de la justicia patriarcal para encerrar mujeres, el caso pone en evidencia el “doble castigo” que sufren las presas con hijxs. Según “Punición y Maternidad” <http://www.mpd.gov.ar/pdf/publicaciones/biblioteca/Libro%20Genero%20Arresto%20con%20tapa%20e%20isbn.pdf>, un informe de la Defensoría General de la Nación, la destrucción del vínculo materno-filial constituye una “pena” anticipada para las que esperan su juicio detenidas. En su reciente evaluación, el Comité de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (Cedaw) llamó la atención al Estado nacional respecto al retraso en la implementación de la Ley 26.472 de alternativas de detención a mujeres embarazadas con hijxs menores a cinco años de edad.

“Si tocan a una respondemos todas” demuestra otra vez ser mucho más que una frase bonita del movimiento de mujeres. El acompañamiento que empezó en Unquillo con un grupo de vecinas preocupadas por otra vecina ya llega a más de un centenar de adhesiones de distintas organizaciones pidiendo la libertad de Dayana. En diciembre, la legislatura cordobesa aprobó una declaración de preocupación por el caso como iniciativa de la legisladora del PTS-FIT Laura Vilches.”Es una marca de época, la falta de tolerancia ante acciones machistas no se traduce en miedo sino en capacidad de agencia y organización”, analizó Florencia Gordillo, integrante de Ni Una Menos Córdoba. Quienes rodean a Dayana están en ese camino potenciando el deseo de libertad para que se pueda revertir un encierro injusto.