Hay varias presentaciones posibles para James Garfield. El vigésimo presidente de los Estados Unidos, el cuarto en morir en ejercicio, el segundo en ser asesinado y el único en ser elegido directamente desde la Cámara de Senadores. Muerte por un rayo (estreno el próximo jueves) sigue la historia de su fallecimiento en 1881 a pocos meses de asumir su mandato. Más allá del drama biográfico, el interés de la miniserie pasa por el vínculo de este republicano moderado (Michael Shannon de La forma del agua) con Charles Guiteau (Matthew Macfadyen de Succession), un admirador confeso del político que finalmente se convertiría en su ejecutor.

Uno quería llevar adelante una revolución silenciosa, mientras que el otro es pintado como un arribista que se atribuía la victoria de Garfield. El relato, compuesto por cuatro episodios, se desentiende de la grandilocuencia y expone cuestiones vinculadas a la medicina, la salud mental y la compleja coyuntura del país tras la Guerra de Secesión. “Es como un sánguche entre la guerra civil y la primera guerra mundial, con una nación que todavía estaba hecha pedazos”, dijo Shannon. Desconocida incluso para sus compatriotas –hasta los propios actores confesaron su ignorancia sobre el hecho-, Muerte por un rayo va de la tragedia al grotesco, del corte histórico al intimismo, de dos hombres destinados a quedar pegados.