“Mi mamá me enseñó a pelearla. Ella peleó por todo. Nada le resultó fácil. Tengo los brazos cansados de remar. Pero tengo una fuerza que no sé de donde saco para seguir adelante”, dice Abril. Tiene 19 años y es una sobreviviente de la violencia machista, como su mamá, Ivana Rosales, a quien su marido quiso matar dos veces en la misma noche, y se terminó convirtiendo en activista por los derechos de las mujeres. A diez meses de la sorpresiva muerte de Ivana, como consecuencia de un ataque de epilepsia, su hija levanta las banderas que le enseñó su madre, y asume como propio su reclamo en la demanda que inició en 2005 contra el Estado Nacional y el de la provincia de Neuquén en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con el patrocinio del CELS, por la violencia institucional que sufrieron ella y su familia, primero de parte de una justicia provincial, patriarcal y sexista y, luego, de un Estado que les dio la espalda. “El Gobierno Nacional dice que quiere avanzar en un acuerdo amistoso pero siempre aparecen trabas. Hay un compromiso asumido ante la CIDH tanto por el Gobierno como por la provincia, pero en la actualidad parece que lo estuvieran desconociendo. No dan respuesta”, advirtió a PáginaI12, Gabriela Kletzel, directora del Equipo de Trabajo Internacional del CELS, y representante legal de Abril, ahora peticionante de la denuncia que inició Ivana, 13 años atrás, ante la CIDH. 

Ivana murió a principios de setiembre de 2017, sin que se llegara a un acuerdo, a pesar de que ambas jurisdicciones se habían comprometido a avanzar en una solución amistosa. Tenía 42 años. Entre otros reclamos, pedía la construcción de un refugio para mujeres sobrevivientes de violencia, que llevara el nombre de su otra hija, Mayka, víctima también de la violencia machista: la adolescente se suicidó en 2015, una decisión seguramente vinculada con los abusos sexuales que sufrió de parte de su padre –igual que Abril– cuando era niña. Ahora la adolescente pide que ese refugio lleve también el nombre de su madre. 

Abril vive en la misma casa de Plottier, una localidad neuquina situada a unos 25 kilómetros de la capital provincial, donde su mamá la crió a ella y a sus otros dos hermanos. En esa casa se ahorcó Mayka y Abril encontró a su madre muerta en el baño, después de varios días en los que no le contestaba los mensajes de Whatsapp. Por entonces, la adolescente vivía en Cipoletti, para poder trabajar como niñera con una familia, y por la noche estudiaba. Después del fallecimiento de Ivana, consiguió un empleo en la Legislatura neuquina. La situación económica de la familia siempre fue muy precaria. Ivana daba charlas en escuelas para concientizar sobre la violencia de género pero tenía un trabajo en el municipio, con un sueldo mínimo, recuerda su hija. Esa casa, Ivana quería convertirla en refugio. En el reclamo que elevó el CELS ante los Gobiernos Nacional y de Neuquén, figura el pedido de una vivienda para Abril, además de una reparación económica y medidas para que no se repitan la violencia institucional y la justicia sexista que sufrieron Ivana y su familia, como la implementación del patrocinio jurídico gratuito para víctimas y capacitación para los operadores judiciales. Su historia se cuenta en el documental “Ella se lo buscó”, de la directora Susana Nieri. 

“El Estado tenía que contestarnos el 23 de mayo, pero no tenemos respuestas”, destaca Kletzel. Como interlocutores, en el marco de la demanda ante la CIDH, interviene la secretaría de Derechos Humanos, a cargo de Claudio Avruj, la Cancillería, y la subsecretaría de DDHH de la provincia, que encabeza Alicia Comelli. En mayo de 2017, Ivana viajó a Lima, para participar de una reunión entre las partes con la CIDH. En el encuentro estuvieron quien era entonces su presidente y relator para la Argentina, el peruano Francisco Eguiguren, y la Relatora sobre los Derechos de las Mujeres, la jamaiquina Margarette May Macaulay, actual titular del organismo, además de representantes del Estado nacional y Comelli lo hizo de manera virtual. “Ivana estaba muy contenta porque se comprometieron a avanzar con el petitorio”, recordó la abogada del CELS. Cinco meses después, Abril la encontraría muerta. Estaba embarazada de cinco meses. De aquel pasado signado por la violencia a Ivana le quedaban muchas cicatrices, rastros de una parálisis facial y el diagnóstico de epilepsia postraumática. 

Tras la muerte de Ivana, la Secretaría de DDHH de Nación expresó sus condolencias a través de un comunicado publicado en su Facebook y recordó su trayectoria como activista por los derechos de las mujeres. El gobierno neuquino decretó duelo. Sin embargo, ahora le dan la espalda a su hija.  

“Empecé a entender la lucha de mi mamá cuando tenía 12 años y desde ese momento empecé a participar de marchas y acompañé a otras víctimas de abuso sexual en juicios”, cuenta Abril, que prefiere usar el apellido de su madre antes que el de su progenitor, Mario Garoglio, quien recibió una pena leve en 2003 por intentar asesinar a Ivana y nunca la cumplió porque se mantuvo prófugo y la justicia tampoco lo buscó. En 2012, Garoglio fue condenado por el abuso sexual de Abril y su hermana Mayka. A pesar de que no lo querían ver, la Justicia obligaba a las niñas a encontrarse con su progenitor, y en esas visitas ocurrieron los abusos. 

Abril marchó en las convocatorias de Ni Una Menos y fue a los últimos Encuentros Nacionales de Mujeres. Ya se prepara para participar del próximo, en octubre, en la ciudad de Trelew.