A simple vista, nadie diría que algo unió a Ricardo Piglia con la provincia china de Zhejiang. Y sin embargo, a más de 19.000 kilómetros de su natal Adrogué, esta región al sur del delta del río Yangtsé es una pieza importante en el rompecabezas de su obra. En esta inmensa región de campos de arroz, lagos y gusanos de seda nació el escritor preferido de Piglia, Lu Xun. En esa misma provincia pero 100 años después nacería Lou Yu, la joven que logró que las obras de Piglia se tradujeran al chino, abriéndole así las puertas a 1.400 millones de nuevos lectores.

Pero no todo pasa por Zheijiang. Si trazáramos un hilo invisible entre Piglia y Lou Yu, se enredaría entre España, la poesía, México, Como agua para chocolate, Argentina y hasta Roberto Arlt. “En serio, llegué a Piglia por pura casualidad”, cuenta Lou (O Mónica, como la bautizó hace mucho tiempo su profesor de español) sentada en un restaurante de Beijing frente a platos de arroz con ananá y trozos de cordero, comidas típicas de su provincia natal. Con 38 años, es investigadora del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales, secretaria general de la Asociación China de Estudios de Literatura española, portuguesa y latinoamericana y cofundadora de la Comunidad de Estudios Chinos y Latinoamericanos (CECLA).En sus días de estudiante, la literatura argentina era un territorio incógnito en la vida de Lou. Con 17 años se mudó a Beijing para formarse en la Universidad de Estudios Extranjeros, donde se graduó con una tesis sobre Federico García Lorca, uno de sus poetas preferidos. Ya en su maestría en Literatura Hispánica, estudió a la escritora mexicana Laura Esquivel y su novela Como agua para chocolate. Ese trabajo la llevó primero a colaborar en una enciclopedia sobre literatura latinoamericana (donde le tocó escribir el capítulo de Argentina) y luego a hacer su doctorado en México bajo la tutela de la académica Rose Corral, especialista en Roberto Arlt y amiga de Piglia. Bajo la guía de su maestra, leyó la obra de Roberto Arlt, de quien se enamoró por su “lenguaje oral y sencillo”, pero cuando llegó a Ricardo Piglia todo se complicó.

“Empecé a leer Respiración Artificial y no me gustó. Estaba hasta enojada con Piglia, porque yo, una lectora extranjera china, después de leer tantas páginas no había logrado entender el final. Mi tutora me preguntó y le dije, no, no me gusta, me siento fracasada. Y me dijo: merece la pena releerla, pensando el contexto en el que escribió Piglia”. 

Enojada pero también estimulada por el desafío Mónica se dedicó a leer sobre la dictadura militar, los libros de Rodolfo Walsh y Haroldo Conti, sobre los desaparecidos. “Y finalmente entendí”, cuenta hoy. “Releí la novela y entendí que es casi un ensayo. Me sentí una lectora detective, buscando las pistas que dejó Piglia en el texto. Respiración artificial me cambió como lectora, me enseñó a buscar lo que realmente importa en los libros. Piglia me dio una clase sobre cómo leer y cómo ver la realidad”. 

Cautivada por la pluma del escritor argentino, Mónica decidió hacer su tesis doctoral sobre él. Leyó casi cien libros entre sus obras, ensayos y estudios. En 2015, con el trabajo terminado, Lou sintió que era el momento de arriesgarse y animarse a hacer lo que siempre había soñado: escribirle a Piglia. Su tutora, Rose Corral, le consiguió el correo electrónico, pero no sin antes advertirle de que el escritor estaba muy enfermo. Padecía Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), la enfermedad irreversible que había deteriorado muchísimo su estado de salud. 

“Me puse muy triste, porque le quedaba muy poco tiempo y él ya no podía hablar. En ese momento decidí que iba a hacer algo por Piglia”. Lou Yu pasó días enteros buscando editoriales que quisieran publicar la obra de Piglia en chino, ofreciéndose ella misma a traducirlas gratuitamente. En diciembre de ese año una editorial aceptó su propuesta para publicar Respiración artificial y El camino de ida. El prestigioso traductor chino Zhao Deming se encargó de El camino de ida, dejando la pieza maestra para Lou Yu. “Empecé en 2016 y este año la publico. Tardé mucho porque quiero hacerla muy bien. Piglia decía que el traductor es como un escritor de la lectura”.

Ya con El camino de ida publicado en chino y la traducción de Respiración artificial sobre ruedas, en 2016 Lou se animó a pegar el salto final que sellara la unión con su escritor preferido. “Le mandé un mail a la asistente de Piglia, diciendo que quería visitarlo.Me dijo que sí, que me esperaba. No podía contener las lágrimas. Fue la primera vez que viaje al extranjero por mi propia cuenta”. 

Lou estuvo 20 días en Buenos Aires haciendo un viaje sobre Ricardo Piglia y su alter ego literario, Emilio Renzi. Cual detective, las pistas de los libros la llevaron a todos los hitos porteños significativos en su obra: viajó en subte hasta la avenida Santa Fe, hojeó libros en el Ateneo Grand Splendid, presenció combates en la Federación de Box, se sentó en una mesa de Las Violetas y se guardó para siempre en su memoria el sabor de las medialunas con café con leche. 

“Fui tres veces a la casa de Piglia. Él tenía preparadas un montón de cosas, hasta las fotos que sacó durante su viaje a China en 1973. También fui a Adrogué a visitar la casa donde nació, donde ahora está su biblioteca y  la máquina de escribir con la que escribió Respiración artificial”.  

Aunque Lou no encuentra demasiados puntos de contacto entre los chinos y los argentinos, según una investigación que realizó ella misma Argentina es el país latinoamericano con más obras traducidas al chino, y Jorge Luis Borges es el escritor que la encabeza. “Borges está de moda en China, como el Che Guevara. Hay muchos que no saben bien quién es, pero decir que leés a Borges te da prestigio en el mundillo cultural. Tenemos autores chinos contemporáneos como Ma Yuan, Su Tong y Ge Fei que tienen una fuerte influencia borgeana”, cuenta Lou mientras ataca los últimos trozos de cordero. Ahora, gracias a ella, no sólo Borges o Cortázar tienen sus libros plasmados en elegantes caracteres chinos. Su adorado Piglia también.