En los primeros seis meses la inflación superó la proyección del Gobierno para todo el año, al registrarse un incremento del 16 por ciento. Para la segunda parte de 2018 se prevé que continúe el impacto en precios de la devaluación, en particular a través del costo de los alimentos, combustibles e importados, y nuevos tarifazos en los servicios públicos. Ante este escenario, economistas consultados por este diario estiman que el piso de inflación para este año no será inferior a 30 o 31 por ciento pese a la brutal recesión que ya se puso en marcha y que congelará el consumo en el semestre en curso. Sin embargo, la estimación se realiza bajo el mejor de los escenarios posibles, el cual implica que el Banco Central logre contener la corrida cambiaria y no haya nuevos episodios de fuerte devaluación. En caso contrario, la parálisis económica ni siquiera será suficiente para evitar que la inflación se dispare a niveles de entre 35 y 40 por ciento.

Esta semana el Indec informó que en junio el índice de precios minoristas se ubicó en 3,7 por ciento y, si se mide el anualizado junio contra junio, refleja un 29,5 por ciento, empujado por fuertes subas en alimentos y bebidas, transporte, combustibles, prepagas y equipamiento para el hogar. Se trata de precios vinculados al tipo de cambio por el componente importado en costos e insumos. Por su parte, el aumento en precios mayoristas avanzó 6,5 por ciento mensual en junio luego de haber registrado 7,5 en mayo. “El aumento del índice mayorista es altísimo y lo que muestra es que se va a trasladar en los próximos meses al público. Si bien no toda la estructura productiva es importada, con un nivel de devaluación en la primera mitad de 50 por ciento y un ‘pass through’ (traslado a precios) cercano al 100 por ciento para los costos mayoristas, va a ser imposible llegar a la meta oficial”, dijo a este diario la directora de Radar Consultora, Paula Español. 

La economista, ex subsecretaria de Comercio Exterior, aseguró que “la actividad debería bajar demasiado en la segunda mitad para que el Gobierno pueda mostrar, si todo va bien, una inflación de entre 30 y 35 por ciento”. “Si todo va bien significa si no hay una nueva corrida y logran estabilizar el tipo de cambio”, aclaró. En el corto plazo, Español previó que la tensión en precios producto de la devaluación se mantendrá hasta agosto, a lo que se sumarán presiones por aumentos en combustibles y por actualización de cuadros tarifarios.

Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva de la consultora Eco Go, aseguró a PáginaI12 que el traslado de la devaluación a los precios va a ser algo acotado por la caída de la actividad. No obstante, coincide en que la inflación no perforará el piso de 30 por ciento y que el número final dependerá de que el Central controle la corrida y estabilice el tipo de cambio. “Recién ahora lo está haciendo pero a un costo muy alto”, dijo en referencia a la fuerte suba de tasas y venta de reservas para evitar una mayor devaluación. “Para el año trabajamos con un dólar a 30 pesos, paritarias que finalicen con un aumento del 24, renegociación de tarifas, una inflación piso de 30,5 por ciento y una caída del PBI del 0,5”, detalló la economista. Pero aclaró que la recesión con que terminará este año deberá contrabalancear un arrastre de crecimiento de 3,5 por ciento en la primera parte del año, lo que da cuenta de la magnitud de la caída de actividad en lo que resta de 2018.

El director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Hernán Letcher, advierte que, con la corrida controlada, podría pensarse en un piso de 31 por ciento para este año. “La inflación mayorista de este mes es un anticipo de lo que será el minorista en julio. Al menos, se puede anticipar que los alimentos van a promediar un alza cercana a ese 6,5 por ciento”, aseguró el economista. Al efecto devaluatorio hay que agregarle el aumento de los “servicios en octubre y noviembre, si pensamos una readecuación de las tarifas por el impacto de la devaluación, y la suba de los desregulados”, agregó Letcher. En este último caso, incluye el precio del trigo, en pan y fideos, combustibles, y otros servicios no regulados por el Estado. “Los precios de productos importados aumentaron en lo que va del año un 33 por ciento, más del doble del IPC. Lo que queda claro es que los precios no están en una curva descendente y que si no se logra estabilizar el tipo de cambio, no va a alcanzar la recesión para contener los precios”, concluyó el director de CEPA.