La actividad económica cayó un 5,8 por ciento en mayo frente al mismo mes del año pasado, informó ayer el Indec, el peor resultado de la gestión de Cambiemos. Hay que retrotraerse a julio de 2009 para encontrar una retracción superior. El resultado de mayo se explica en primer lugar por el impacto de la sequía en el sector agropecuario. El Gobierno enfatiza ese argumento, no obstante, en mayo comenzó el proceso de paralización de la economía frente al desmanejo cambiario, con fuerte suba del precio del dólar y enorme caída de las reservas internacionales. La industria quedó en terreno negativo después de un año y se desaceleró fuertemente la construcción, el comercio y hoteles y restaurantes. El mundo resopló y la Argentina, atada con alambre por el creciente desequilibrio externo solventado con deuda, sufrió un vendaval que se profundizará en los próximos meses, conforme al programa recesivo del Gobierno.

Con la caída de mayo, el crecimiento acumulado en cinco meses se redujo al 0,6 por ciento. Este dato es importante porque introduce serias dudas a la proyección de crecimiento del 0,4 por ciento para todo el año que establece el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El propio jefe de Gabinete, Marcos Peña, admitió ayer en otra metáfora climática que “los próximos meses van a ser un poco más recesivos, fríos y tormentosos”. La proyección para lo que resta del año es muy mala y si en mayo el crecimiento acumulado ya es de apenas 0,6, es prácticamente imposible que a diciembre baje nada más que dos décimas. Un peor resultado en materia de crecimiento económico impacta a la baja sobre la recaudación de la AFIP a través del IVA, débitos y créditos e impuesto a las Ganancias. Es decir, el Gobierno necesitará redoblar el ajuste fiscal.

La caída del 5,8 por ciento de mayo es la peor de la era Macri, por encima del 4,9 por ciento de junio de 2016. Agosto 2014 marcó una baja interanual de 5,6 y en mayo de 2012 la merma fue del 5,3 por ciento, de acuerdo a los datos que publica el Indec de Jorge Todesca. Recién en julio de 2009 se registró una baja más importante, del 6,8 por ciento. Además, el dato de mayo implica una merma del 1,4 por ciento frente abril. “Se descuenta que el segundo trimestre será el primero de caída después de siete períodos consecutivos de suba y que el resultado negativo se mantendrá en el tercer trimestre, por lo que la economía entraría en recesión”, señaló la consultora Radar al analizar los datos oficiales.

El principal factor que explica el resultado de mayo es la caída del 35,2 por ciento en la actividad del sector agropecuario, afectado por la sequía que golpeó principalmente a la cosecha de soja. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima que en esta campaña se produjeron 36 millones de toneladas de soja, una caída interanual del 37,4 por ciento. Es la recolección más baja desde la sequía del período 2008-2009, cuando se registraron 32 millones de toneladas. Implica una pérdida de 4200 millones de dólares en el valor agregado de la cadena de la soja, el 0,6 por ciento del PBI. La reducción del sector agropecuario explica prácticamente la totalidad de la baja de la actividad, es decir que el resto de los sectores terminaron, en promedio, relativamente parejos frente al año pasado.

Sin embargo, la industria manufacturera registró su primera caída desde abril de 2017. El informe del centro de estadísticas oficial desagregado por sectores mostró que los rubros con mayores caídas fueron el textil, química, metalmecánica, refinación de petróleo, alimenticia y caucho y plástico. En cambio, los bloques con avance fueron tabaco, siderurgia, automotriz, papel y cartón, minerales no metálicos y edición e impresión. La industria acumula una mejora del 2,4 en cinco meses.

Otro sector fuerte de la economía nacional es la construcción, que subió 4,4 por ciento en mayo, muy por debajo del 12,4 por ciento acumulado en el año. Esa desaceleración de lo que fue uno de los pilares de la economía de Cambiemos durante el año pasado se vincula al recorte de la obra pública por el comienzo del ajuste fiscal y la desaceleración de los créditos UVA ante la incertidumbre cambiaria. Las perspectivas para la obra pública no son nada alentadoras: el acuerdo con el FMI para reducir el déficit fiscal primario implica un recorte de unos 500 mil millones de pesos en dos años, de los cuales una buena parte saldrán de la baja de la obra pública. Además, la crisis cambiaria y el nuevo “dólar caro” dejan un escenario muy complicado para recrear el boom de créditos hipotecarios del año pasado.

También tuvo un frenazo el comercio, con una suba interanual del 0,6 por ciento, cuando el Indec venía mostrando incrementos superiores al 4 por ciento a lo largo del año. La lógica indica que el comercio seguirá su marcha descendente de la mano de la caída de las ventas, a raíz de salarios reales en baja a causa de la inflación y del aumento del desempleo. Asimismo, Hoteles y restaurantes redujo su crecimiento al 0,9 por ciento.

A contramano de prácticamente todos los demás sectores de la economía, el sector financiero mejoró su performance en mayo, al avanzar un 10,8 por ciento interanual, su mejor registro desde octubre de 2011. La valorización de tenencias en dólares y la fiesta de la tasa de interés y de la deuda externa e interna abultaron las ganancias de los bancos.