Va a cumplir 90 años y se siente espléndida. Después de un largo viaje a la Argentina –donde dio conciertos y dictará una master class en Buenos Aires, y hoy canta en Rosario, en el único recital en el interior- dice que toda la energía está puesta en mantener vivo el jazz. “Creo que es mi misión en el mundo”, responde la cantante Sheila Jordan a Rosario/12.

La han definido como la “La Gran Dama del Jazz”, “la voz blanca de los boppers de Detroit”, “la cantante con un oído de un millón de dólares”. Lo real es que Jordan es testigo de la gran historia del jazz americano. Su voz, su instrumento, la ayudó a integrarse a la comunidad negra en Nueva York, a enfrentar los prejuicios raciales. Una chica blanca de la década del cincuenta que de mañana trabajaba como dactilógrafa en una agencia de publicidad de Manhattan, y a la noche abría las puertas de su loft de la calle 26 para las jam sessions con sus amigos que estaban revolucionando el jazz.

Y sino había que ir a escucharlas todos los lunes y martes a un bar gay en el Greenwich Village llamado Page Three. Allí Jordan trabajó con el pianista Herbie Nichols y el bajista Steve Swallow. Además, conoció al contrabajista Charles Mingus y al baterista Max Roach, dos líderes musicales y políticos. Mingus le presentó al pianista Lennie Tristano, con quien estudió durante tres años. Él la ayudó a mejorar su fraseo escuchando a los saxofonistas Charlie Parker y Lester Young tocar sus solos.

Al principio de los ‘60, Sheila Jordan realiza sus primeros discos. Uno de los más célebres es, sin dudas, Portrait of Sheila. Su amigo George Rusell, quien diría que cuando la escuchó cantar en el Greenwich por primera vez le puso la piel de gallina, convenció al productor discográfico Alfred Lion de editarle el disco aunque no era política del sello Blue Note registrar trabajos de mujeres cantantes. Allí está el audio, con su amigo Swallov en bajo, Barry Galbrath en guitarra y Denzil Best en batería y grabado por Rudy Van Gelder. Dijo Lion: “Cuanto más la escucho, su talento me parece extraordinario”.

Cantando de la manera en que quería, Jordan construyó su biografía: hizo más discos, cantó en las iglesias, participó en el grupo del trombonista Roswell Rudd, canta a dúo con Jeanne Lee y contribuyó a la ópera jazz Escalator over the Hill de Carla Bley, grabó un álbum notable con el contrabajista Arild Andersen, tocó en los clubes de jazz de Nueva York como Birdland, Village Vanguard y Blue Note, ha girado por el mundo. En 1995 el cineasta Cade Bursell hizo un documental sobre Jordan titulado Sheila Jordan: En la voz de una mujer. Su biografía, Jazz Child: A Portrait of Sheila Jordan, escrita por la vocalista y educadora Ellen Johnson publicó en 2014.

- ¿Qué extraña del mundo del jazz del que ha sido testigo? –pregunta este cronista.

- ¡A Bird! Lo que más extraño es sin dudas a Charlie Parker. Hay otras cosas que se extrañan, como los clubes de la calle 52, las jams, etc. ¡pero lo que más extraño es a Bird!

- Ella Fitzgerald, Billie Holiday,  Sara Vaughan, Abbey Lincoln, Shirley Horn, Carmen Mc Rae, Anita O’Day, Nina Simone. ¿Las puede definir brevemente a cada una de ellas?

- Brevemente, diría que todas fueron grandes cantantes. Para mí, la más grande fue Billie. Cuando Billie canta sólo te queda llorar.

- ¿Qué cantantes actuales le gustan?

- Tengo varios cantantes que me gustan, uno de mis preferidos es Theo Bleckmann. Es un gran cantante, muy interesante en el scat. Ha participado como invitado en alguna de mis grabaciones.

- ¿Qué extraño poder o magia, hace que usted, a su edad, siga de gira, cantando y enseñando?

- Siento que soy una mensajera del jazz. No me siento una diva, sólo una mensajera. Creo que mi misión en el mundo es mantener esta música viva. Donde sea que me toque estar.

- ¿Su gran maestro fue el pianista Lennie Tristano? Usted dijo que la ayudó a encontrar su propia voz.

- ¡Mi gran maestro fue Parker! Después de Bird tengo varios músicos de los cuales aprendí mucho. Uno de ellos fue Lennie. El me enseñó a ser yo misma, a que me anime a cantar sin imitar ni sentir la necesidad de cantar como alguien más. Yo estaba buscando profesor para estudiar el lenguaje bebop a fondo y Max (Roach) y Charles (Mingus) me recomendaron que fuera de Lennie. Era un gran músico pero además una gran persona.

- Entiendo que sabe que tocará en la ciudad donde nació Gato Barbieri. Seguramente se lo habrá cruzado en Nueva York.

- ¡Sí! Sabía que el Gato era de Rosario. Nunca lo conocí personalmente pero sé que fue un gran músico. Me habría gustado conocerlo, sin duda.

- ¿Hacia dónde va el jazz?

- No lo sé realmente. La música ha cambiado como ha cambiado todo y el jazz no es excepción. Mi música es la que aprendí en los ‘50. Espero siga viva por mucho tiempo, más allá del camino que el jazz tome en estos tiempos.

Sheila Jordan estará acompañada esta noche por un seleccionado de músicos de jazz del país: Mariano Loiácono (trompeta), Sebastián Loiácono (saxo tenor), Ernesto Jodos (piano), Jerónimo Carmona (contrabajo) y Eloy Michelini (batería).