En vida, las colaboraciones entre Morton Feldman y Samuel Beckett fueron escasas y casi aleatorias. El compositor norteamericano y el escritor irlandés coincidieron dos veces, ambas en 1977. Primero en Neither, un monodrama en el que la música embucha un escueto texto, y enseguida en una nueva versión de Words & Music, una obra radiofónica que Beckett había escrito en 1962, a la que Feldman dio una segunda mano de música. Sin embargo, ante las encrucijadas estéticas del tiempo que les tocó vivir, cada uno supo trazar líneas creativas en las que es posible distinguir aspectos comunes entre ambos. De eso se trata Quién hubiera pensado que la nieve cae..., el concierto elaborado y dirigido por Martín Bauer que se llevará a cabo el sábado a las 20 en el Xirgu Espacio Untref (Chacabuco 875). El programa tendrá como columna central dos obras que de distintas maneras dan cuenta de esa cercanía: That time, de Samuel Beckett, y Three voices, de Morton Feldman. El actor y dramaturgo Alfredo Arias –que en agosto pondrá en escena Divino amore, en el Teatro de la Ribera– será el lector de Beckett y el escucha de sí mismo, y la soprano francesa Donatienne Michel-Dansac, la cantante de Feldman. El programa se completa con Soneto 73, pieza audiovisual sobre texto de William Shakespeare, de Minou Maguna, y con proyecciones de fragmentos de films experimentales de Claudio Caldini. 

“La idea de este concierto es expandir la colaboración entre Feldman y Beckett a partir de obras en las que la proximidad entre ellos es muy evidente, sobre la base de que ni uno ni otro, por ejemplo, estaban del todo convencidos con la voz cantada y menos con la palabra puesta en música”, comenta Bauer a PáginaI12. “Las coincidencias entre ambos se perciben ya desde la idea de puesta que traen implícitas estas obras: un solo intérprete en escena que escucha su propia voz que sale por parlantes. Se da la interacción entre el vivo y pistas previamente grabadas, por lo que esos parlantes tienen un rol funcional, pero también escénico. Sobre eso hay un discreto trabajo de luces e imágenes”, agrega el compositor, creador y director durante veinte años del ciclo de música contemporánea del Teatro San Martín, alguna vez director del Centro de Experimentación del Teatro Colón y más tarde el impulsor del Tacec (Teatro Argentino Centro de Experimentación y Creación) y del Ciclo Colón Contemporáneo.

Beckett escribió That Time en 1975, en inglés, para retornar a la idea de las diferencias del tiempo y la memoria, que ya había enunciado con obras como Not I (pieza de 1972, en la que se ve sólo una boca que habla) o la anterior, La última cinta de Krapp (1958). “El protagonista está solo en escena. El y su memoria. Sólo una figura de peso puede sostener esa situación. Por eso pensé que tenía que ser Alfredo Arias, que además de su presencia tiene detrás una historia, un recorrido”, dice Bauer, que reconoce el recurso a la memoria también en la obra de Feldman. “El dedicó Three Voices a dos amigos muertos, que de alguna manera vuelven a hablar: el pintor Philip Guston, con quien alguna vez se había distanciado, cuanto este dejó el arte abstracto para abordar un estilo más figurativo, y al poeta Frank O’Hara, de quien para articular la obra toma los primeros versos de un poema que le había dedicado, que es además el nombre del este concierto (Quién hubiera pensado que la nieve cae...). De las tres voces, una es en vivo y las otras dos, previamente grabadas; salen por los parlantes puestos en la escena, que Felman describe como ‘lápidas sonoras’. Por ese lado hay una idea de memoria en acto y, por otro lado, Feldman fue un compositor muy atento al bagaje de la música clásica y encontró una forma muy original de dialogar con esa tradición. Supo resolver algunos de los conflictos de las vanguardias por ese lado, como cuando le pidió al Kronos Quartet, que estaba por grabar su Cuarteto de cuerdas nº2, ‘que sonara como Schubert’”, explica Bauer.

Por el modo en que su música ha circulado por estas latitudes, interesando a franjas de público distinguida por ejercer cierta receptividad ante lo nuevo, podría decirse que entre Feldman y Buenos Aires existe una “relación”. El compositor estadounidense, acaso el más original de una generación singular de artistas que atravesaron la pintura, la música y la literatura para hacer de la experimentación una ceremonia cotidiana, visitó  esta ciudad sólo una vez. Fue en 1970, invitado para asistir al estreno de sus obras en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín. Antes, su música había sido interpretada en el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales del Instituto Di Tella –que dirigía Alberto Ginastera–, y más tarde distinguió varias ediciones del ciclo de conciertos del San Martín. Bauer individualiza el punto culminante de la relación entre Feldman y Buenos Aires en 2001, cuando el Cuarteto Pellegrini interpretó el Cuarteto de cuerdas nº2, una especia de gran misa iniciática de casi cinco horas y media de duración. “Aquello fue extraordinario, pero no hay que olvidar que desde antes de eso hay en Buenos Aires un público para la música de Feldman. Son estos los misterios de una ciudad, que a pesar de todo mantiene una gran reserva en su perfil cultural, en la música, el cine, la literatura, la pintura. Y de una música que, además de ser muy sensual, te da el tiempo para recibir la información, elaborarla y poder disfrutarla en el momento. Sobre todo en las obras tardías, Feldman exige un oyente activo ante la inmovilidad, pero no te abruma. Al contrario, su música te pone todo el tiempo por delante. Y todo sucede y se resuelve ahí. Esa podría ser una de las claves de su capacidad de atraer y dialogar con el público”, concluye Bauer.