En 2018 la “Conjetura de Maldacena” cumplirá 21 años. Esta propuesta tuvo la virtud de buscar explicar los fenómenos del Universo a partir de los aportes de la Teoría de la Relatividad General desarrollada por Albert Einstein –que describe el comportamiento de objetos muy grandes, como estrellas, planetas y galaxias– y la mecánica cuántica del también célebre Max Planck –que explora los fenómenos y laberintos del mundo subatómico–. En la actualidad, Juan Martín Maldacena es el físico teórico más citado en el mundo con más de 15 mil citas y ello no constituye un dato menor; por el contrario, se trata de una excelente muestra de cómo sus trabajos han despertado las curiosidades de cerebros estacionados a lo largo y lo ancho del globo. 

Maldacena estudió física en la Universidad de Buenos Aires y en el Instituto Balseiro de la Universidad de Cuyo. Fue el profesor vitalicio más joven de la historia de Harvard y desde 2001 se desempeña como profesor en el Institute for Advanced Study de la Universidad de Princeton, institución donde también realizó su doctorado y en la que trabajó nada menos que el propio Einstein. Recientemente obtuvo la Medalla Lorentz, reconocimiento de prestigio internacional que –cada cuatro años desde 1925– entrega la Real Academia de Artes y Ciencias de Países Bajos. Aunque este científico tiene más pergaminos que años –forma parte de la Academia Nacional de Ciencias y la Academia Mundial de Ciencias (TWAS, por sus siglas en inglés)– el galardón constituye una distinción especial. ¿Por qué? Porque en muchos casos funciona como un paso previo al Nobel: de los 21 premiados, 11 se llevaron el trofeo sueco.

La Medalla será entregada el 19 de noviembre “por sus aportes en el campo de la física teórica, por sus contribuciones en la teoría cuántica de campos y la gravedad cuántica”. A continuación narra de qué se tratan, cómo se relacionan y cuáles son las implicancias de estos conceptos que se escapan de una cabeza argentina y pretenden explicarlo todo, incluso, aquello que no podemos ver. 

–¿En qué sentido unificar la teoría de la relatividad y la física cuántica podrían ayudar a comprender los fenómenos del Universo?

–Resulta fundamental para describir el inicio del Big Bang y para entender qué pasa en el interior de los agujeros negros. En ambos casos, el Universo (o parte de él) se hace muy chico y es necesario incorporar la mecánica cuántica a la gravedad de Einstein. Mientras la gravedad es importante para objetos pesados; la mecánica cuántica sirve para explorar objetos pequeños. En este sentido, la mayor parte de los objetos ordinarios, o bien son pesados, o bien son chicos. Como resultado es posible afirmar que en el principio del Big Bang todo el Universo –que es muy “pesado”– también era muy pequeño.

–¿De qué manera su propia “Conjetura” ha contribuido al respecto? 

–La conjetura, por ahora, no ha servido para esto; aunque puede funcionar para comprender otras cosas. En principio, nos permite describir agujeros negros si los vemos desde el exterior, incluyendo los efectos cuánticos, como la radiación que Stephen Hawking descubrió. También sirve para traducir problemas cuánticos complicados en problemas gravitatorios simples. Desde 1997, cuando la propuse, se ha entendido mejor y mejor y ello ha permitido reflexionar acerca de nuevas aplicaciones para otras áreas de la física; aunque hoy se sigue estudiando.

–¿Algún ejemplo?

–A partir de estos aportes se torna posible vincular agujeros negros con fluidos compuestos de partículas muy interactuantes, con interacciones complejas. Heráclito afirmó que el tiempo es como un río. En este caso, vemos al espacio-tiempo alrededor de un agujero negro como un fluido.  

–¿Y cómo es el Universo desde esta perspectiva? 

–Los efectos cuánticos más relevantes para la forma del Universo son los que ocurrieron al principio. Según la cosmología actual, el Universo comienza muy sencillo y casi homogéneo, con pequeñas fluctuaciones en sus geometrías. Se cree que estas fluctuaciones reflejan fluctuaciones cuánticas; que son fundamentales ya que dieron origen, entre otras cosas, a la formación de galaxias y estrellas. Con las teorías actuales se puede ir hacia atrás en el tiempo hasta llegar al momento en que las leyes conocidas dejan de ser válidas. Aún no sabemos si el tiempo se originó allí o si hubo algo antes.

–En este punto, ¿cómo se cruzan ciencia y religión? Ambos espacios se preguntan por el origen.

–Sí, pero las preguntas no son las mismas. Quizás en el futuro podamos entender qué ocurrió en el principio del Universo, conforme a nuevas leyes de la física; pero aún quedarían las preguntas del sentido último del todo. Además, la mayor parte de la práctica de la religión pasa por la posición del individuo en el Universo y de las relaciones con los demás. Georges Lemaitre, sacerdote católico que tuvo contribuciones medulares en la teoría del Big Bang, por ejemplo, señalaba que la religión estaba más cerca de la psicología que de la cosmología.

–La física se constituye a partir de aportes teóricos y de comprobaciones experimentales. Ambos espacios se retroalimentan de manera constante y fructífera. ¿Cómo se conjugan en su trabajo?

–La física se basa en experimentos y utilizamos teorías para describir, comprender y reflexionar acerca de sus resultados. Además, esas mismas teorías pueden ser extrapoladas a situaciones en donde todavía no se han hecho los experimentos. Mis trabajos consisten en entender mejor las teorías conocidas y preguntarse cómo tratar de extenderlas al régimen en que los efectos cuánticos son importantes para el comportamiento del espacio-tiempo. Son teorías que, por el momento, no han sido comprobadas experimentalmente.  

–Además, podría llevar mucho tiempo. Si tuviera que argumentarlo de manera sintética: ¿por qué es tan importante describir los fenómenos del Universo?

–En muchas ocasiones comprender un fenómeno puede ocasionar el surgimiento de nuevas aplicaciones tecnológicas. No obstante, desde mi perspectiva, la motivación va más allá de la tecnología. Entender cómo funciona el Universo que nos alberga es parte de una aventura cultural de la cual somos parte. De hecho, los que vinieron antes que nosotros hicieron descubrimientos que nos permiten apreciar mejor cómo funciona la naturaleza. ¿Qué son las estrellas? ¿cómo está compuesta la materia? fueron algunos de los interrogantes centrales sin los cuales hoy no podríamos avanzar. En efecto, a nosotros nos toca descubrir algo nuevo para las generaciones siguientes. 

–¿Qué es lo que más le gusta y lo que menos le gusta de ser físico? 

–Lo que más me gusta es encontrar fenómenos nuevos, descubrir y enterarme de descubrimientos sorprendentes e inesperados que hacen otros investigadores. Entender a un nivel mucho más detallado cómo funciona la naturaleza. Lo que menos me gusta es que, pese a que las investigaciones generan aplicaciones, en muchos casos no son inmediatas. 

–Y ello puede despertar algunas críticas. Por otra parte, al principio lo mencionaba: ¿cómo fue trabajar con Stephen Hawking?

–Fue interesante poder observar de primera mano cómo pensaba y se comunicaba. También tuve la oportunidad de trabajar con otros científicos que, aunque no constituyen celebridades mediáticas, son muy brillantes. 

–¿El reconocimiento de la Medalla Lorentz es un premio al esfuerzo, al talento, o bien, una combinación de ambos? 

–En la ciencia, como en muchas otras ocupaciones, la persistencia, la paciencia y la motivación son más importantes que el talento. Por otra parte, conozco muchos investigadores que están haciendo trabajos muy buenos desde la Argentina. 

–Sin embargo, nuestros investigadores no la están pasando nada bien en la actualidad.¿Cómo estimular vocaciones científicas en este marco? ¿Y qué hacer con el magro aporte privado? En EE.UU. es distinto.

–Tiendo a pensar que al mejorar la educación en general y al aumentar el nivel de cultura, las vocaciones se darán naturalmente. En una economía estable y generalmente saludable, las empresas están motivadas a invertir en investigación para no quedarse atrás de la competencia, para desarrollar nuevos productos. En EE.UU., en algunos campos, los privados también financian investigaciones básicas para desarrollar contactos con las universidades y tener oportunidades de aprovechar nuevos descubrimientos.  

–Por último, ¿sueña con ganar el Nobel o no le interesa tanto? Ya sabemos lo que ocurrió con buena parte de los que obtuvieron la Medalla Lorentz como antesala.

–Hay muchos otros que se lo deberían ganar antes que yo. Además creo que es más importante tratar de hacer buenos trabajos que enfocarse en premios o reconocimientos, sobre todo, porque constituyen eventos secundarios que pueden depender de otros factores que no dependen necesariamente de mí. 

[email protected]