Al fondo del escenario se destaca el gran montaje con imágenes de las tapas de algunos de los discos de Al Di Meola. Una forma potente de resumir la historia musical de quien supo mantener su lugar entre los héroes de la guitarra a lo largo de cuatro décadas. Sobresaliente en el centro de la antología, que entre otras incluye las tapas de Casino, Kiss My Axe, Orange and Blue y por supuesto Friday Night in San Francisco, está la de Opus, el disco que el guitarrista publicó el año pasado. Este nuevo trabajo, precisamente, fue el disparador de la gira latinoamericana que trajo al diestro guitarrista a Buenos Aires, después de quince años de su última visita. El jueves en el Teatro Opera, ante un público numeroso, en su mayoría con edad suficiente para encontrar gratos recuerdos en esas tapas que componía la escenografía, Di Meola hizo sonar sus razones, la de uno de iconos de la música de fusión, entre el tango, el flamenco y una personalidad que, a fuerza de ser repetitiva, resulta querida.

Y si la razón del concierto tenía que ver con un nuevo disco, el guitarrista eligió liberarse de la tarea de tener que representarlo tal cual es y reproducir su aura sonora en el escenario. Descansando sobre su historia, propuso en cambio una dinámica distinta, a partir de la formación de trío acústico: piano, acordeón y guitarra. Junto al pianista cubano Kemuel Roig y al acordeonista Fausto Beccalossi, Di Meola reelaboró temas de discos pasados y presentó otras versiones de algunos de los temas nuevos. La empatía del trío produjo una química que a lo largo de casi dos horas de show logró algunos momentos interesantes, a partir de una musicalidad mejor dispuesta a encontrar los beneficios de la performance que a buscar los atajos del efecto.

Tras el inicio con “Azurra”, un clásico ligado sentimentalmente al trío que Di Meola supo formar con Paco de Lucía y John McLaughlin, llegó “Milonga noctiva”, pilar del último trabajo del guitarrista. Sobre el clima distendido y nocturnal de la milonga, se recostaron solos cortos pero contundentes del piano y el acordeón, que abrieron el clima sonoro para que la filosa guitarra de Di Meola gatillara a gusto. Un buen momento de diálogo, que sin embargo tardó en repetirse. La dinámica del trío no terminaba de despegar y sobre todo de definirse afectivamente. La guitarra de Di Meola a menudo suena más de lo que escucha y el músico desarrolla cierta tendencia de reconducir cualquier clima sonoro hacia los jaleos que lo caracterizan. A veces, las posibilidades de diálogo del trío se convertían para los excelentes Roig y Beccalossi en momentos de persecución, detrás de las ansias del solista por rematar los temas sobre el quinto traste, con el rasguido nervioso y el gesto épico.

En ese clima que pasaron entre otros “Mawazine” y “Brave New World”, temas del disco Pursuit of Radical Rhapsody, y “Frozen in Time”, de Opus, antes de otro de los grandes momentos musicales de la noche: “Double Concerto”, tema de Astor Piazzolla que está en el disco World Sinfonía. Otra vez el diálogo entre las partes, los solos contundentes y afectivamente pertinentes, en una atmósfera tanguera que se inflamaba en el ida y vuelta entre los músicos, hasta la explosión del final por rumbas y el aplauso del público que reflejaba la satisfacción de quien recibía lo que había venido a buscar.

Locuaz, Di Meola introdujo cada tema con anécdotas. Desde su guitarra con cuerdas de nylon, y con el apoyo incondicional de la tradicional pedalera VG88, fue contando su historia. Se escucharon las cosas que el tiempo le dio a su manera de tocar y también se extrañaron las que le fue embargando. La noche encaminaba humores y entusiasmos, con “Because” de The Beatles, “Broken Heart”, del nuevo disco, y otro momento de Piazzolla con “Café 1930”, en una versión con comenzó más tensa de lo que la melancolía recomienda y terminó en el ditirambo gozoso del trío. El final, en plena complicidad con el público, fue con “Cerreto Sanita”, el tema que el guitarrista dedicó al pueblo italiano de sus abuelos. Y con los reclamados bises, que terminaron, memoria arriba, con “Mediterranean Sundance”.