Hace años que el salteño Francisco Gómez Paz triunfa en Milán. No sólo trabaja para las firmas más prestigiosas a las que vende sus diseños de muebles y lámparas (Danese, Driade, Artemide, Luceplan, Olivetti y Sector), sino que ha recibido los más importantes premios con que se puede galardonar a un diseñador como el italianísimo Compasso d’Oro y el Red Dot. Ambos por su lámpara Hope, una moderna reinterpretación de la clásica araña de cristal. Lo peculiar, es que hoy es noticia por una silla que ideó y fabrica desde su Salta natal mediante una mecánica que revoluciona de algún modo el paradigma a la hora de fabricar. 

Egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, viajó muy joven a la meca del diseño italiano para cursar un master que otorga la DomusAcademy. Una vez finalizado, trabajó para algunos de los estudios más importantes (el del arquitecto Paolo Rizzato y el del diseñador Alberto Meda, íconos ambos del diseño italiano) radicándose allá, hasta que hace algunos años comenzó el operativo regreso sin pensar lo que le podía deparar.

“Me fui por un año a estudiar y no volví más. Tenía 23 años. Pero hoy, que mi hija ya es adolescente, no quise que viviera su adolescencia allá. Quería para ella los valores con los que me formé y me criaron acá. Sobre todo porque fue una visión del mundo que a mi me dio tanto y me abrió muchas puertas. Obviamente al principio pensé que no sería profesionalmente posible, sobre todo porque trabajo para importantes firmas internacionales con sede en Europa, pero hoy debo decir que los cambios tecnológicos y sobre todo esta revolución del conocimiento mediante, lo hicieron posible”, adelanta. Y continúa: “Siempre me fascinó estar a la vanguardia, saber cuáles serían nuestros límites futuros, lo que vendría. Pero nunca imaginé que algunos de ellos como la impresión 3D, me permitirían volver a mis raíces. Por eso apodé a este proyecto Eutopía. Porque tomo la cuarta revolución industrial (la 4.0), la del movimiento Maker y la combino con mi visión de un diseño, para lograr una silla que no es ni industrial, ni artesanal, desde el diseñador al cliente, saltando a la industria o haciendo que las cosas sean posibles, que es lo que se necesita al Sur del mundo. No es una utopía, sino un ideal posible”, detalla. 

Tomar sin dudas lo mejor de los dos mundos. Eso, cuenta, se lo dio la posibilidad de frenar, disfrutar de otros tiempos o mejor dicho, del tiempo y el contacto con la naturaleza que vivencia en su ciudad de nacimiento, internado en su laboratorio de diseño experimental. 

Volviendo a la silla, que ya comienza a ser una familia de objetos, Gómez Paz la ideó en y para la Argentina. La silla fue proyectada en toda su complejidad objetual y productiva para ser fabricada en serie utilizando tecnologías flexibles como el corte láser, el control numérico y la impresión 3D, en el laboratorio de su estudio en Salta, a 1.400 kilómetros de Buenos Aires y a 13 mil de Milán. De estructura sofisticada, no resulta evidente su composición en varias piezas que podría parecer el fruto de un complejo trabajo de incrustaciones japonesas. Pero una vez que la mostró a sus maestros en Milán, el suceso fue exponencial. “La estructura esta formada por cuatro planos de multilaminado que se intersectan en un robusto encastre a cruz, que a la altura del asiento se separan nuevamente en diferentes planos que trabajan en sincronía, cada uno en su sentido de fuerza, para soportar el asiento y los apoya brazos. Pequeñas invenciones de encastre y encolado le permiten ser montada sin la necesidad de un sólo clavo o tornillo. Esto me ha permitido realizar una silla de madera extremamente resistente que tiene un sorprendente peso de 1.800 gramos, capaz de superar pruebas de resistencia con cargas de 100 kilos y más de 23.000 ciclos. La madera usada para el cuerpo de la silla es Paulownia, un material redescubierto recientemente, que posee sorprendentes cualidades de resistencia, liviandad y sustentabilidad; además de provenir de uno de los árboles con mayor capacidad de absorción de agentes contaminantes del mundo”, señala.

Gómez Paz, ya había colado a su norte natal a las grandes ligas del diseño internacional a través de la chaisse longue Apero, una pieza íntegramente cosida a mano en cuero crudo y con la tecnología usada para los “aperos”, montura tradicional argentina. Pero este último trabajo lo encuentra en su madurez proyectual y con una decidida intención y vocación de unir ambos mundos y de generar capacidad instalada y empleo en nuestro país, con lo que él sabe hacer.