Una idea tirada medio al boleo en un grupo de Facebook: hacer una orquesta de mujeres. La idea prendió y muy pronto el comentario había pasado a ser una propuesta y la propuesta una iniciativa que generó varias orquestas. Una de ellas, La Empoderada, se dedica al tango y debutará hoy a las 21 en Feliza (Av. Córdoba 3271). “No fue tanto una decisión como una sucesión de hechos que terminaron en lo que somos hoy”, señala Pamela Victoriano, directora de la Orquesta Atípica La Empoderada, que no sólo está compuesta exclusivamente por ejecutantes mujeres, sino que además tiene una cantidad de instrumentistas excepcional: 33. Más del doble que algunas típicas numerosas. Su propuesta incluye algunos instrumentos inusuales en el género como los clarones, aunque –explican– todo forma parte de la historia del tango.

“Había una gran necesidad de juntarnos”, destaca la flautista Griselda Bustelo. Con los primeros ensayos se sumaron algunas compañeras y otras dejaron. Un proceso orgánico, cuentan, que llevó la orquesta a su formación actual y que atrajo también la colaboración de colegas que cedieron arreglos de clásicos y composiciones contemporáneas. “Pero lo que estaba clarísimo desde un primer momento era la necesidad de reunirse, que quizás es algo que ya estaba pasando en el género o en nosotras las mujeres, de crear juntas”, reflexiona Bustelo. Victoriano retoma la idea y agrega que la necesidad también era de “encontrar un espacio dentro del género”, aunque el lugar secundario de las mujeres no se limita solamente al tango. “Todas hemos tocado con colegas hombres, amigos varones que nos trataron muy bien, pero rara vez como protagonistas, eso es muy difícil, como en cualquier ámbito de la música”, señala.

Ser mujer y directora, además, supone un doble esfuerzo. “Mucha gente no quiere ser dirigida por una mujer, salvo casos especiales”, apunta. “Y hay gente que ve la dirección de otra manera, para mí es más horizontal, tengo un rol y ellas tienen otro, pero nos manejamos por roles”, plantea, lejos de la idea de director de orquesta como autoridad máxima del grupo. Así, en La Empoderada cada una asume una responsabilidad, según capacidades y preferencias. Bustelo, por ejemplo, además de flautista coordina la comunicación del grupo puertas afuera. “Somos 33 y hay muchas cuestiones para trabajar, no sólo lo musical, entonces hay que repartir las tareas”, dice.

El desafío que se proponen no sólo es llevar adelante un orquesta tan grande, sino además reformular las relaciones tradicionales de esos espacios. “Se fue armando una dinámica donde todas nos sentimos muy cómodas y en la que hay una cosa de valorar la opinión de la otra, algo que por lo general no sucede en todos los grupos”, cuenta Victoriano. “A mí lo que me gusta es que La Empoderada se fue desarrollando de otro modo y que nada de lo que pasó es ‘gracias a una’, es todo el grupo”. La clave, reconocen, es que todas tienen ganas de hacer y hay un acuerdo de base común que, por ejemplo, las acercó rápidamente a otros colectivos que también están en la búsqueda y reformulación de los códigos tangueros, como el Movimiento Feminista de Tango o la compañía de danza Tango entre Mujeres. “Estamos en la misma y uno de nuestros objetivos es ver cómo el género puede mostrar la subjetividad de la mujer, sea en la posición de dirección, de arregladora, bandoneonista, hasta la puesta del espectáculo, siempre con una mirada feminista y en lugares atípicos para nosotras”, desarrolla la flautista. “Es un posicionamiento dentro del género y dentro de la sociedad: estamos en este 2018 y como parte de esta nueva ola feminista, creo que eso también hizo que hoy estemos juntas y encontrándonos en un lugar de creación”.

–Mencionan al MFT, a Tango entre Mujeres. ¿Qué está pasando en el género para que estos grupos sean posibles?

Pamela Victoriano: –En un mundo ideal, a mí me gustaría que el día de mañana aparezca otra Empoderada. Que esto contagie la idea de que se pueda hacer, aunque parezca increíble. Es muy común pensar que no vamos a poder hacer tal cosa por ser mujeres. Lo hemos comprobado con muchas chicas de la orquesta, que son grandísimas músicas y creen que no pueden llegar. Creo que hay una explosión en todos los géneros musicales y culturales de hoy. Algunos más de a poco, otros ya con bastante tiempo.

–¿En el tango es más notorio por su histórico machismo?

Griselda Bustelo: –Pareciera que sí, que en el tango es más claro porque por ejemplo, una compañera del MFT hizo hace poco un video donde visibiliza el lugar que se le da a la mujer en las letras de tango. Ahí está muy cristalizado el lugar que tiene la mujer en la sociedad. El tango en ese momento lo reprodujo. Pero ahora somos mujeres del 2018 y nos posicionamos de otra manera. En eso estamos: repensándonos en un montón de ámbitos que transitamos. Y repensando también cómo empapar el tango con este nuevo posicionamiento. En el mundo de la milonga esto viene pasando también hace rato, con las milongas queer, donde la danza cuestiona los roles, los ve más flexibles y donde no necesariamente el hombre tiene que llevar. Seguro hay espacios más conservadores en eso y que quieran seguir manteniéndolo, pero depende de nosotras ver hasta dónde lo corremos. La compañía de danza Tango entre Mujeres da cuenta clarísima de eso. Y el MFT es un colectivo un poco más heterogéneo, pero está en la misma línea de cuestionar nuestro lugar dentro del género: sea desde la danza, la música, la letra, desde distintos lugares. 

P. V.: –Hay una reseña histórica que te deja el tango, por ser tan representativo, que no podemos dejar pasar. Pero a la vez se nos pone una contradicción. Hay canciones que me encantan, pero tienen letras muy feas. ¿Y qué hacer? Está bueno no dejar de conocer ese lado. No dejar de escucharlo y volver a escuchar esa letra porque es una parte de la historia con la que queremos romper. No es no verlo, no bailar más con hombres. Al contrario, es poder ver cómo.