Se tomaron nueve años para volver a sacar un nuevo disco de estudio. Para las exigencias y los tiempos de la industria musical tradicional es una eternidad. Sin embargo, lo de ellos va por otro lado. Responde a otra lógica. No solo desde el modo de vincularse con la industria, sino por la manera transgresora de abordar la música popular desde hace casi veinte años. Juan Quintero (guitarra y voz), Andrés Beeuwsaert (piano y voz) y Mariano “Tiki” Cantero (percusión y voz) confluyeron una vez más en un estudio de grabación para editar Trino, el cuarto disco de Aca Seca Trío, esa experiencia musical a la que siempre regresan. O, mejor dicho, de la que nunca se fueron. Porque si bien cada uno forma parte de otros proyectos, Aca Seca siempre reaparece en escena y expresa su potencial en vivo, en tiempo presente. La dinámica de los conciertos o la inquietud por seguir buscando cosas nuevas los cautiva más que grabar discos. “Si es por Aca Seca, no hay disco”, provoca Beeuwsaert. “Después lo disfrutamos, pero no es que nuestro motor son los discos. Sabemos que mueven cosas y tienden puentes”, rescata Quintero, antes de presentarse en un concierto circular hoy a las 21 en Xirgu Espacio Untref (Chacabuco 855).

Trino es un disco más en trío que nunca. No solo porque no hay músicos invitados, sino porque lograron profundizar la identidad sonora del trío y terminaron de integrar todas las partes. “No es una casualidad que no haya invitados, fue algo que decidimos. Quisimos hacer el disco los tres”, cuenta el pianista. Una buena síntesis de todos estos años trabajando juntos. “La palabra síntesis me parece que es justa, porque hay una cosa asentada”, acuerda Quintero. “Hay una madurez en las canciones, un control sobre lo que estamos haciendo”, cierra. Sin embargo, lejos de conformarse con el resultado y el afianzamiento de la propuesta, los tres coinciden en un interrogante: “¿Y ahora qué?”. Dice Cantero: “Estamos buscando otra sonoridad, con todo el riesgo que eso implique. Ya tenemos la ‘marquita’, tenemos el sonido. Ahora hay que rajar de ahí”. Y el tucumano amplía: “Creo que después de este disco es momento de plantearse ciertas decisiones. No solo movernos por el gusto y las ganas. Es tiempo de reinventarse”. Para el pianista de Olavarría, el trío se encuentra en un “momento bisagra”

Lo de las “ganas” hace referencia directa al repertorio de canciones que eligieron para interpretar en este disco. Es decir, una “familia de compositores amigos” con los cuales sienten una fuerte afinidad estética y emocional. Aparecen, nuevamente, nombres como Jorge Fandermole (“Puerto Pirata”) y Hugo Fattoruso (“Formas”). Hay, también, dos piezas de un autor desconocido para muchos: Sebastián Macchi, un pianista y compositor nacido en La Plata pero afincado desde niño en Entre Ríos. De él versionaron “Otro atardecer” y “Ceibas”. Hacen “Ir yendo” del genial Edgardo Cardozo, la vidala “A mi patrón” de Federico Parra y recuperan una canción popular española, “La cigüeña”, cuyo modo rítmico se asemeja a la baguala.

“La línea de compositores no ha cambiado con respecto al disco anterior, Ventanas (2009)”, resalta Beeuwsaert. “Tampoco hay un plan para que haya tal o cual cosa. Es lo que nos va pasando a cada uno y eso se vuelca en el trío”, suelta el percusionista santafesino. “Si nos gusta y lo hacemos con ganas, entonces vale. No hay una decisión de ‘rescatar’ a estos autores. Tampoco nos queremos volver una sucursal de eso”, dice el guitarrista tucumano. En el repertorio, también le dieron lugar a composiciones propias: “Paseo” y “Bandera”, de Quintero; y la instrumental “Hadas”, de Beeuwsaert. “Creo que no nos hubiéramos sentido del todo bien si no hubiéramos incluido temas propios”, coinciden.

–¿De dónde surge la libertad estética y la experimentación del trío?

Andrés Beeuwsaert: –Tiene que ver con las historias musicales de cada uno, por haber nacido en lugares diferentes y distantes entre sí. A su vez, nos encontramos los tres en la ciudad de La Plata (en la Facultad de Bellas Artes), en el momento en el que estábamos estudiando. Siento que ese espíritu sigue en el trío. Nunca acostumbramos a escribir la música y los arreglos. El grupo tiene mucho de prueba y error, algo de laboratorio. Un acuerdo tácito que hay entre los tres, una afinidad. Es algo no profesional, en algún punto.

Juan Quintero: –En los inicios estuvimos un año ensayando mucho, haciendo un montón de experimentos; recién después de eso pensamos si íbamos a tocar. Porque todo sucedía en una pieza y no había más expectativa que esa.

A. B.: –En ese momento los tres estábamos haciendo cosas muy diversas. Yo tocaba en una banda de rock, el Tiki tocaba en una orquesta sinfónica y Juan dirigía un ensamble orquestal. No tenía nada que ver con lo que hacíamos con Aca Seca, pero eso convivía todo el tiempo. Y eso tiene que ver con la apertura de no encerrarnos en una música particular. Era un contexto de “todo vale”.

Mariano Cantero: –Es lindo pensar que no somos las mismas personas, pero sin embargo hay una guía interna que sigue estando. Eso se dio naturalmente.

A. B.: –Hay mucho de la dinámica del trío que también tiene una cosa inocente, medio amateur. No hay un patrón que nos guíe. ¡No tenemos ni productor ni manager!

M. C.: –Aca Seca funciona como una familia. Después de tantos años de tocar juntos, compartís viajes, penurias, alegrías. Estás en las buenas y en las malas.

J. Q.: –También es nuestro laburo. No quiero hacer una alegoría de la amistad...

A. B.: –Pero lo que sí hay es honestidad: lo que hacemos nos representa a los tres. Todo surge de una necesidad personal y una conexión con el repertorio desde un lugar emocional.