“No voy a levantar la huelga de hambre hasta que me lleven a Jujuy”, afirmaba Milagro Sala a PáginaI12 a primera hora del sábado desde su encierro en una pieza de 4x4 en el complejo penitenciario federal de General Güemes, en Salta. La líder de la Tupac Amaru llevaba allí once días por orden del juez provincial Pablo Pullen Llermanos quien había revocado su arresto domiciliario ad hoc –con infinitos controles y custodia de varias fuerzas de seguridad– para trasladarla a un penal a más de cien kilómetros de su casa de San Salvador, incumpliendo así las medidas provisionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que esta semana fueron ratificadas por la Corte Suprema argentina. Ayer pasado el mediodía, el magistrado se vio obligado a dar marcha atrás y envió nuevamente a la dirigente social a cumplir arresto en la casa del barrio jujeño de El Carmen. “Me quisieron quebrar y no han podido”, dirá una vez en el domicilio, en un nuevo contacto con este diario. Pese a todo, se la escucha firme y tranquila. Entre sus palabras, eso sí, se escapa una bronca inevitable por el proceso que atraviesa. 

–¿Cómo está?

–Tengo varias sensaciones mezcladas. Estoy contenta y con bronca. Contenta porque ya no estoy en la cárcel, pero con bronca porque la domiciliaria tenía que ser en mi casa de Cuyaya y no acá, es como si me trasladaran a otra cárcel.

–¿Por qué? ¿Cómo son las condiciones en El Carmen?

–Seguimos con la custodia de Gendarmería y no puede entrar nadie que no autorice Pullen Llermanos. Él tiene que ver todo el listado de visitas y firmarlo para decidir si pueden pasar o no y con la familia es lo mismo. Seguimos con las 24 cámaras de vigilancia, con los 26 gendarmes y con toda la casa rodeada de alambre de púa y custodiada. Siguen siendo las mismas condiciones que la vez pasada, pero ahora está el tema de los médicos. La verdad, si llevarme a Güemes en una pieza sola, donde no tenía contacto con nadie ni podía salir al patio, es cuidar mi salud y mi vida, no me puedo imaginar qué haría si no la quisiera cuidar.

–¿Cómo fue el traslado?

–A Raúl (Noro, su esposo) le sacaron todos los medicamentos y ahora lo que quieren es que su médico de cabecera le haga todas las recetas nuevamente. Tiene que salir a comprar todos los medicamentos de nuevo, es una locura. No dejan que me vean mis médicos porque dicen que tienen que estar matriculados en Jujuy. Pero matricularse en Jujuy demora seis meses, lo que significa que yo en seis meses no voy a tener atención médica. Lamentablemente, cada médico que me viene a ver es amenazado por Gerardo Morales, por los Pullen Llermanos y por la familia Falcone (en referencia a Clara de Langhe de Falcone, presidenta del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy y operadora de cabecera de Morales). Los médicos también tienen que trabajar y llevar la comida a la casa y temen por lo que les pueda pasar. Morales siempre manda a dos o tres patovicas, o a su apretador que se llama José Luis Estrada, a amenazar para que no me atiendan. Aparte, ¿qué puedo esperar de un diagnóstico de Jujuy, cuando sabemos lo que viene haciendo Gerardo Morales conmigo? Mi familia ha decidido que me atiendan médicos que no sean de la provincia, para que no sean apretados, puedan trabajar tranquilos y ver qué me está pasando realmente sin entregar falsos diagnósticos. 

–¿Qué piensa del último fallo de Pullen Llermanos?

–Es la tercera vez que él incumple con el dictamen de la Corte Internacional y la Corte Suprema. En el último fallo de la Corte Suprema, en uno de los artículos, piden que explique por qué no cumplió con trasladarme a mi verdadero domicilio. Tendría que haberme llevado a mi casa en el barrio de Cuyaya y no a El Carmen. Resulta que ahora volvió a hacer lo mismo, es la tercera vez que incumple. Pareciera que no tenga la capacidad para poder entender los escritos de la Corte Suprema. Si no entiende los fallos no se qué hace como juez, habría que preguntarle dónde estudió abogacía.

  Sala insiste en que no va a permitir que la quiebren porque sabe que la persecución que sufre es para impartir el ejemplo “a los que luchan y a los que son oposición”. Con las voces de sus familiares de fondo, la dirigente agrega: “Les quiero agradecer a todos los que se movieron mucho y muy rápido para que me vuelvan a traer a Jujuy, organismos de acá y del exterior. No digo nombres porque no quiero olvidarme de ninguno. Quiero abrazarlos a todos”. 

  Por la mañana, mientras permanecía detenida en Salta, la líder de la Tupac aseguraba que seguiría con su protesta y exigía el fin del hostigamiento. “No voy a levantar la huelga de hambre hasta que me lleven a Jujuy. Lo que están haciendo es lastimando a la justicia y muchos argentinos creemos en la justicia verdadera. No quiero que me manoseen más, no quiero que sigan pasándome por encima, porque sé que si bajo los brazos van a seguir avanzando mucho más contra todos los que militan y son oposición, contra los que trabajan, contra los que defienden el país”, reflexionaba y calificaba como “una luz de esperanza” aquel fallo de la Corte Suprema que le ordenó al Superior Tribunal de Jujuy cumplir “de manera inmediata” con el traslado a su domicilio.

–¿Cómo está de salud después de diez días de huelga de hambre?

–Bueno, me agito un poco, estoy un poco resfriada, me duele la garganta, la cabeza, ayer me dieron unas pastillas.

–¿Cómo son las condiciones de detención en Salta?

–Después de los comentarios de que estaba encerrada y aislada recién pude ir al patio dos horas. Todos los días anteriores estaba en una pieza de cuatro por cuatro, sin poder salir a ningún lado.

–¿Tampoco podía recibir visitas?

–Es mucho más difícil, hay que llenar muchos papeles y además la mayoría de los compañeros no tiene recursos ni vehículo para venir. Las visitas eran martes y sábados, únicamente de mañana, y todo el mundo labura, era imposible que pudieran visitarme. Buscaron todas las maneras de lastimarme, de molestarme, pero bueno, voy a seguir firme. Si esto me lo hacen a mí, que me conocen muchísimos compañeros de toda la Argentina, te podés imaginar que para cualquier compañero militante puede ser mucho peor. 

–¿Tiene compañeras de la Tupac en ese penal?

–No, estoy sola. En otros pabellones hay compañeras, me hablaron por teléfono, hablaron con la directora para tratar de que vaya con ellas, pero no pude tomar contacto, ni charlar, ni tomar mate. Estoy aislada, sola sola, ni TV ni radio tenía.

–¿Habló Pullen Llermanos con usted cuando la envió a Salta o en días posteriores?

–No, en ningún momento, él manda a que vaya otro a poner la cara. Una vez, ya detenida, le hemos pedido una audiencia con mi marido para ver por qué me armaba tantas causas, y en uno de esos diálogos me dice “bueno, las cosas son así y usted tiene que comprobar que no es culpable”. “Pero me tiene encerrada por algo injusto”, le dije. Y entonces me responde: “ustedes tienen detenido al mejor amigo mío, que no hizo nada”. “¿Pero dónde? ¿Cómo? ¿Yo lo tengo detenido?”. “Ustedes con las marchas que hicieron, con el reclamo para que haya juicios de lesa humanidad, sí. Es mi mejor amigo, él es chofer, nunca torturó, nunca vio nada. Mi mejor amigo está preso”, decía. “Pero escuchemé, si hubieron testigos que lo vieron y dijeron que sí estaba, no me puede culpar a mí”. “Pero si ustedes no hacían nada esto no iba a pasar –dijo a los gritos–. No hay nada más que hablar”.

–¿Sabe a quién se refería?

–No, sólo dijo que era chofer y que nunca torturó.

–Al margen de las causas, ¿sabe que el viernes Macri y el gobernador Morales anunciaron en Tilcara un operativo conjunto del Ejército con la Gendarmería para custodiar la frontera?

–Es todo aberrante, aberrante. Macri quiere gobernar con el fusil en la mano, con el garrote. Cueste lo que cueste quiere gobernar y seguir haciendo sus negocios, para él, sus amigos y su familia, mientras tantos no tienen ni qué comer.