La situación de descontento que derivó en la movilización hacia la gobernación de la provincia que fue brutalmente reprimida ayer comenzó con la asunción del gobierno de Cambiemos. Según relatan los trabajadores, los contratos firmados por la gestión anterior se frenaron porque el macrismo no les dio curso, ignorando que se trata de compromisos asumidos por el astillero y por el país. Por otro lado, a pesar de ser una empresa del Estado bonaerense, el gobierno de María Eugenia Vidal continúa bloqueando las cartas de crédito del Banco Provincia para la construcción de remolcadores y mantiene atrasada una partida para compra de insumos que estaba asignada en el presupuesto de este año. 

Con la asunción, hace tres meses, del nuevo titular del astillero, Daniel Capdevila, el conflicto se agravó “porque no trajeron ningún financiamiento para continuar con las obras iniciadas, lo que tiene una intención evidente que es la de provocar que Venezuela inicie un juicio y puedan decir que otra vez el astillero no cumple”.

La fábrica se encuentra virtualmente desactivada por el afán privatizador del Gobierno que, mientras importa buques para la defensa nacional, avanza sobre los derechos laborales, recortando fuentes de trabajo y realizando descuentos incluso en los montos por los días de vacaciones. Un hito en ese sentido fue el decreto de diciembre de 2017 con el que Macri vetó dos artículos vertebrales de la ley para la promoción de la industria naval y la marina mercante sancionada por el Congreso.

El Astillero Río Santiago, ubicado en la localidad bonaerense de Ensenada, fue creado en 1953 por el gobierno de Juan Domingo Perón, junto con Fábricas Navales del Estado. En sus talleres nacieron algunos símbolos nacionales como las fragatas Azopardo, Piedrabuena y Libertad, en los años 50, junto con buques de guerra y mercantes, pero también el techo del Estadio Único de La Plata, las columnas de iluminación de la cancha de Gimnasia y las turbinas de Yaciretá, entre otros trabajos.

Durante la última década, el Río Santiago se posicionó como motor de la industria naval argentina y se consolidó en el mercado naviero internacional. Ello quedó demostrado con la fabricación de cinco buques graneleros para una empresa alemana de 27 mil toneladas de porte bruto realizadas en esa planta industrial, y con la construcción –que quedó trunca tras el triunfo de Cambiemos– de los buques petroleros Eva Perón y Juana Azurduy luego de un contrato firmado con la Venezuela de Hugo Chávez. “A los dos barcos les falta el toque final, un diez por ciento, pero es evidente que el presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal no tienen intenciones de entregarlos al presidente Nicolás Maduro”, explicaron en su momento a este diario trabajadores y dirigentes gremiales del astillero.