El reciente aniversario de la radio argentina puso de manifiesto la crisis que atraviesa el medio. Así como la vocación de unirse para enfrentarla de la inmensa mayoría de sus hacedores y participantes.

Ni torta, ni velitas, ni regalos. “Salvemos la radio” fue el llamado que reunió a las organizaciones de radios comunitarias, rurales, de pueblos originarios, micro pymes, familiares, universitarias, cooperativas, socioeducativas, junto a los sindicatos de prensa de todo el país, facultades y carreras de comunicación, y muchos/as más, al cumplir 98 años el medio legado por los “locos de la azotea”.

En un extenso pronunciamiento conjunto, que puede verse completo en <https://bit.ly/2P3yu2s%20%20> y una jornada nacional de actividades con epicentro frente al Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom, el organismo creado por decreto presidencial apenas asumido, para regular las comunicaciones y telecomunicaciones en Argentina), cumpleañeros y cumpleañeras expusimos varias razones que hoy amargan el festejo:

* La pérdida y precarización de fuentes de trabajo, tanto en pequeñas como grandes y tradicionales emisoras privadas (Rivadavia y la ex América entre las más conocidas). También en la radio pública y su red, donde además conlleva un descenso de producción local que es reemplazada por contenidos de Buenos Aires.

* El incumplimiento en el fomento legalmente establecido para medios de entidades sin fines de lucro y pueblos originarios. No se trata de “subsidios” que un gobierno pueda otorgar o no según su humor y predisposición, sino de un porcentaje de asignación específica del mismo gravamen a la comunicación audiovisual que financia los institutos del Cine, el Teatro, la Música y al propio Enacom. No es optativo. Pero en la práctica arrastra una subejecución de 270 millones de pesos concursables en equipamiento, producción de contenidos o fortalecimiento de gestión, que el gobierno retiene o gasta en otras cosas mientras sus legítimos titulares pasan penurias.

* El reparto discrecional y cada vez más concentrado de pauta publicitaria, según indican los propios números del Estado nacional, y aún más permite suponer la imposiblidad de acceso a esos datos en la provincia de Buenos Aires, entre otras. La enarbolada bandera de reparto democrático y transparente quedó en la puerta de la Rosada, y fue a vagar por los pasillos del Congreso a la espera de que avance una media sanción del Senado o alguno de los varios proyectos presentados desde casi todos los espacios. La pelota está en la Cámara de Diputados y es indispensable que se ponga en movimiento.

* Las clausuras arbitrarias de radios sustentadas en una suerte de “superpoderes” que el Enacom se autoadjudicó mediante tres resoluciones entre 2016 y 2017. Luego de una brutal serie de operativos en los primeros meses de ese año con cierres de medios, decomisos de equipos y comunicadores procesados, la cantidad y frecuencia de casos bajó, pero la herramienta normativa para perpetrarlos sigue intacta. Es emblemático el caso de la FM gestionada por la Asociación civil “Ocupas tu lugar en el mundo” en Moreno, ilegalizada por el organismo pese a cumplir todos los procedimientos requeridos.

* El caos del espectro radioeléctrico en los grandes centros urbanos, donde impera la “ley de la selva” durante los últimos 30 años. Las radios locales deben aumentar cada vez más su capacidad de emisión para no ser barridas del aire, generando un consumo eléctrico insostenible con los últimos tarifazos. Una reciente “normalización” anunciada promete cambiarlo, pero arranca excluyendo a todas las radios comunitarias nacidas en las “zonas de conflicto” post 2006, reconocidas por resoslución 1478 de la ex Afsca y necesarias para partir de una base que se arrime un poco más a la reserva del 33% para el sector, vigente y citada en los propios fundamentos de la normativa.  

La radio no reclama por sí sola, sino sabiéndose parte de un panorama mediático afectado por la misma política fundamentalista de mercado en todos sus formatos. Y tampoco se suponga que, por reclamar, la radio dejará de celebrarse. Sobre todo las radios comunitarias y populares, llamadas a un papel estratégico como garantes de pluralidad e identidad en un sistema comunicacional cada vez más concentrado y uniforme.

En todo el país, todo el tiempo, miles de personas insisten en expresarse y sentirse expresadas por las voces, músicas y sonidos de su comunidad y entorno. Pueden sumarse nuevas plataformas y maneras para hacerlo, pero eso no amenaza sino que enriquece las posibilidades del más entrañable de los medios. La radio sólo reclamó y reclama, como expresa el pronunciamiento difundido en su cumpleaños, en legítima defensa de un aire público que garantice el derecho a la comunicación, la libertad de expresión, y el respeto y dignidad de trabajadores, trabajadoras y oyentes.

Pablo Antonini: Presidente de Farco.

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