En un encuentro que fue de mayor a menor, Talleres se impuso como local a Godoy Cruz por 1-0 con un gol cerca del final y sumó su segundo triunfo de la Superliga. Para el Tomba, que llegaba a Córdoba con la posibilidad de subirse a la punta, la derrota fue el final de un invicto de 13 partidos.

El choque entre dos de los animadores de la última Superliga –Godoy Cruz fue subcampeón y Talleres, que fue escolta de Boca varias fechas, terminó quinto– se puede resumir en dos enfrentamientos: Ramírez contra Ramírez y Herrera contra García. Claro que, en ambos, ganaron los arqueros.

El inicio del encuentro mostró un entretenido ida y vuelta entre dos equipos de prolijos funcionamientos que contaban con un apellido por lado para hacer la diferencia. Por el local, ese era Juan Ramírez. A los 25 años –y con ocho temporadas de experiencia en Primera–, el ex Argentinos está en su mejor momento y lo demostró con varias arremetidas en las que dejó atrás a sus marcadores casi sin esfuerzo, obligando a las buenas intervenciones de su tocayo, el uno mendocino, Roberto Ramírez.

Del otro lado, ese nombre era el del Morro García. El uruguayo –goleador del último campeonato– es amo y señor de su equipo. Cada pelota que toca es una posibilidad concreta de gol. Ya sea, el propio, que casi sucede con un cabezazo que Herrera desvió y dio en el palo, o también, el ajeno, ya que cada vez que el Morro recibe la pelota sólo necesita uno o dos toques para ubicar a un compañero con alguna genial descarga, como un pase de media vuelta y tijera que realizó en el primer tiempo.

Pero con el correr de los minutos, el partido fue entrando en un pozo y así también las actuaciones del Ramírez cordobés y del Morro mendocino. Todo parecía terminar en cero. Pero un par de resbalones, una mala salida desde el fondo y un grito uruguayo cambiarían la historia. Claro que el dueño de ese aullido no fue el Morro, sino el otro oriental de la cancha: Arias, el nueve de Talleres, quien recibió sin marca en el área tras un desperfecto de la defensa visitante y puso el 1-0 para los locales, su segundo triunfo en la Superliga y le impidió al Tomba mirar a todos desde arriba.