“Hasta que no muera alguien en una cancha no van a parar”, fueron las primeras palabras de Leonardo Mayer tras abandonar en la ronda inicial del Abierto de Estados Unidos, cuando jugaba el cuarto set frente al serbio Laslo Djere. El correntino fue uno de los tantos jugadores que debieron retirarse por el sofocante calor que azotó Nueva York durante la primera semana de disputa del US Open, en cuyas canchas de cemento las temperaturas llegaron a superar los 40 grados de sensación térmica. 

En ese contexto, la organización del último Grand Slam del año se vio obligada a implementar una histórica regla de descanso en el cuadro masculino: los jugadores pueden tomarse diez minutos para recuperarse y refrescarse luego del tercer set, aunque tienen prohibido mantener contacto con sus entrenadores.

La aplicación de la nueva política de temperaturas extremas, anunciada por Chris Widmaier, director de comunicaciones del certamen, le dio un respiro a Novak Djokovic en su presentación ante el húngaro Marton Fucsovics, con quien descansó en una bañera de hielo antes de sentenciar el triunfo en el cuarto parcial.

PáginaI12 contactó a tenistas y especialistas para analizar los riesgos físicos y mentales a los que se someten los jugadores en condiciones realmente agobiantes. El santiagueño Marco Trungelliti, quien ganó dos partidos de la clasificación y quedó a las puertas de ingresar al main draw tras caer con el italiano Federico Gaio, fue tan determinante como Mayer: “Opino como la mayoría: no van a parar hasta que alguien muera. Es una estupidez someter a seres humanos a jugar cinco sets con semejantes temperaturas. En los Challengers pasa bastante seguido pero se supone que en un torneo súper profesional como el US Open las cosas deberían ser distintas”.

El entorno de los jugadores considera que existe un riesgo innecesario y que la organización de los torneos grandes debiera cuidar más a los protagonistas. “Jugar a cinco sets bajo el sol es una locura. Con el cemento hay que sumarle diez grados más a la temperatura real. Se entiende que haya abandonos y que los cuerpos se descompongan. Yo creo que es momento de eliminar las ventajas; puede llevar un tiempo de adaptación pero a la larga acorta los partidos y los hace más dinámicos”, detalló Kevin Konfederak, entrenador de Guido Andreozzi, quien cayó en su debut con el local Jack Sock.

Carlos Berlocq y Facundo Bagnis, quienes superaron la qualy y se despidieron en la primera ronda –ante Raonic y Monfils, respectivamente–, tienen visiones distintas respecto de la nueva reglamentación. El veterano de Chascomús, actual 172 del mundo y ganador de dos títulos ATP, considera que el resultado del parate depende de cada jugador: “Para mí es una cuestión personal. Puede servir o no, porque también está la posibilidad de que a algunos les corte el ritmo. Mucho tiene que ver si ganaste o no el tercer set”.

El zurdo de 28 años, por su parte, piensa que no es suficiente para resolver la situación y que además los organizadores atentan contra el nivel de juego: “El tema es muy simple: el rendimiento baja con las altas temperaturas y afecta al espectáculo. Uno se mueve y cree que juega igual, pero en realidad es muy distinto; la recuperación entre punto y punto es más complicada y entorpece el juego. Y también marca una tendencia: el que gana los primeros sets generalmente se queda con el partido. Los diez minutos son una boludez, es una solución muy pequeña a un problema mayor”. A diferencia de ambos, el marplatense Horacio Zeballos se posicionó a favor: “Creo que es algo muy bueno para los jugadores, sobre todo en días de muchísimo calor. Jugar a cinco sets es muy desgastante, yo la implementaría en todos los torneos para proteger más al jugador”.

El factor climático y sus consecuencias en el rendimiento ya fueron tratados décadas atrás por organismos que rigen el deporte. “En 1992 la comisión médica del Comité Olímpico Internacional recomendó no competir en el máximo nivel cuando las temperaturas superan los 32 grados. Evidentemente quedó sólo en un consejo porque incluso en el Maratón de los Juegos Olímpicos se corre en horarios del mediodía, según le convenga a la televisión”, expresó Sergio Mauro, médico de la primera división de Independiente de Avellaneda.

Especialista en medicina y nutrición deportiva, también se explayó sobre las consecuencias que sufre el cuerpo: “El deportista se somete a un estado de deshidratación y su organismo pierde tantos líquidos que afecta no sólo el rendimiento, sino su salud. Es común que torneos como el US Open y el Abierto de Australia, o incluso el Masters de Roma, tengan temperaturas intracourt cercanas a los 50 grados por la concentración del sol y los costados cerrados. El jugador debe cumplir con un proceso de adaptación en torneos previos con condiciones similares para no tener problemas con la frecuencia cardíaca”.

El cardiólogo, además, se posicionó a favor de la nueva regla de descanso en Flushing Meadows y sugirió un cambio en la forma de disputa: “Me parece una buena idea porque sirve para resguardar al tenista, que en definitiva es quien sostiene el negocio y no siempre recibe el mejor cuidado, pero sí creo que deberían replantearse los partidos a cinco sets, o en todo caso reservarlos para las instancias finales, porque realmente sería más humano para el tenista”.

El calor asfixiante también juega un papel preponderante en el aspecto mental del tenista. Así lo definió la licenciada Mariela García: “La temperatura es un obstáculo más en la cabeza del jugador, porque lo afecta en el manejo de las emociones y en la toma de decisiones. No todos lo experimentan de la misma manera y hay que estar preparado para convivir con eso”. La psicóloga deportiva, que trabaja desde hace más de tres años con Nicolás Kicker, plantea una controversia respecto del resultado que pueden tener los diez minutos de descanso: “Esa pausa es un reto mayor en cuanto a la concentración. El jugador puede aprovechar para descansar la mente, reponer energía y repasar la estrategia de juego, pero también tiene que ser capaz de regresar a la cancha y volver a enfocarse en el partido”.

La aparición del reloj en la cancha que impone un límite de 25 segundos para que el tenista saque entre punto y punto también afectó al descanso y a la adaptación en este US Open. La medida se utilizó esta semana por primera vez en un certamen de Grand Slam y generó polémica. “El reloj le quitó más de un 20 por ciento de pausa al jugador. En las condiciones extremas que se vivieron en Nueva York es muy duro sostener ese tiempo. En los últimos años aumentó la velocidad con la que se juega al tenis, los desplazamientos, los tiros. Ahora hay menos pausa, el reloj genera tensión emocional y deja expuesto al jugador porque antes contaba con otros artilugios y con la ayuda del juez, que también podía hacerse un poco el distraído”, describió en diálogo con este medio Esteban García Giménez, preparador físico del propio Kicker y de Rogerio Dutra Silva, con funciones también en los equipos de trabajo de Andreozzi y del uruguayo Pablo Cuevas.