Desde Nueva York

El español Rafael Nadal recuperó un poco de contundencia en su juego sin mostrar vestigios de molestias en su rodilla derecha en el triunfo sobre el georgiano Nikoloz Basilashvili que lo depositó ayer en los cuartos de final del Abierto de tenis de Estados Unidos. En tres horas y 19 minutos de juego, Nadal se impuso por 6-3, 6-3, 6-7 (6) y 6-4 a su rival para colocarse entre los ocho mejores del torneo que defiende, instancia en la que chocará con el austríaco Dominic Thiem, que más temprano venció al sudafricano Kevin Anderson. Al cierre de esta edición, buscaba su pasaje el tandilense Juan Martín del Potro frente al croata Borna Coric.

“Creo que jugué un buen partido. El golpea la pelota muy, muy fuerte y está con mucha confianza. Así que para ganarle hay que jugar bien”, expresó al pie de pista el español, que accedió por séptima vez en su carrera a los cuartos en Flushing Meadows. 

Después del susto pasado ante el ruso Karen Khachanov en la tercera ronda, Nadal despejó dos dudas: sin vendaje en la rodilla, la molestia por la que había sido atendido el viernes quedó de momento olvidada. Y su juego, más sólido y dominante, está en evolución para la etapa decisiva del certamen.

No necesitó el defensor del título hacer un partido brillante para garantizarse su boleto entre los ocho mejores. Le alcanzó con contener los ataques del georgiano y obligarlo a entrar en peloteos, para que el que número 37 del mundo perdiera la paciencia y cometiera errores en busca de forzar sus tiros más de lo aconsejable. 

Sólo a partir del tercer set la mayor precisión del georgiano lo pudo desbordar para forzar un cuarto parcial, pero hasta allí llegó su resistencia: Nadal volvió enfocarse y marchó directo al triunfo pese a que Basilashvili nunca se resignó. 

Después que cada uno mantuviera su servicio sin problemas hasta el séptimo game, Nadal presionó en el octavo juego sobre el turno de saque de Basilashvili para lograr el quiebre decisivo, y así cerrar el set con su servicio en el siguiente game. 

Con la misma intensidad atacó en el inicio del segundo parcial para tomar rápidas ventajas. Y cuando el georgiano contó con un 15-40 y tres break points en total para recuperarse, el español reaccionó para neutralizarlo. Otra rotura en el final del set sirvió para cerrarlo.

Si bien con mucho esfuerzo Basilashvili consiguió su primer break del partido en el comienzo del tercer set, Nadal casi ni si inmutó y devolvió gentilezas en el siguiente juego. Pero el georgiano, más animado e intenso, tiró el resto hasta forzar el tie break y llevar el duelo a un cuarto parcial.

“Creo que si no hubiese sufrido ese quiebre la historia podría haber sido otra”, dijo Nadal, que valoró lo hecho por Basilashvili para haber forzado el cuarto set. “Jugué un muy buen tie break, pero el jugó mejor, muy agresivo. Todo el crédito para Nikoloz”, remarcó el número uno. 

Pese a que el georgiano no se rindió y siguió pegando desde todos los ángulos, el campeón de 17 grandes mantuvo el enfoque y aprovechó el desgaste de su rival para cerrar el triunfo con un ace en el primer match point.

Su rival en los cuartos de final será Thiem, que un rato antes en la pista Louis Armstrong logró su boleto con una victoria por 7-5, 6-2 y 7-6 (2) sobre Anderson en un duelo entre dos finalistas de los últimos dos Grand Slam. Thiem jugó en gran forma, no concedió ni una oportunidad de quiebre en todo el partido y rompió el saque del finalista del año pasado en tres de las nueve ocasiones que dispuso. El choque de mañana será una reedición de la definición de Roland Garros, que el español ganó sin sobresaltos en tres sets. “Será un linda batalla”, dijo Nadal. “Saca muy bien, también golpea muy fuerte y para ganarle a Kevin en tres sets tiene que estar jugando muy bien”. 

El austríaco es uno de los pocos jugadores capaces de vencer a Nadal en arcilla en las últimas temporadas, con triunfos en Buenos Aires 2016, en Roma en 2017 y en Madrid este año. Sin embargo, el número uno del mundo comanda 7-3 en un curioso historial que sólo incluye partidos en pistas lentas. El del mañana será el primer cruce entre ambos en una superficie que no sea polvo de ladrillo. “Realmente estoy esperando jugar con él en cancha dura por primera vez. En arcilla, creo que es uno de los mayores desafíos vencer a este tipo o competir con este tipo. Espero que sea un poco más cómodo en cancha dura, pero no estoy seguro”, comentó el austríaco, número nueve del mundo.