El enigma siempre ha rodeado a Stonehenge, uno de los monumentos prehistóricos más famosos del mundo, creado en el Neolítico en Inglaterra, vaya a saber uno con qué intención. Las hipótesis más célebres estiman que los círculos de menhires pudieron conformar un templo religioso, un punto de encuentro para druidas, un observatorio astronómico, un sanatorio o, acaso, un monumento a la paz. Más allá de los perennes signos de pregunta, un nuevo misterio se cierne sobre el conjunto megalítico, declarado Patrimonio de la Humanidad: ¿por qué diantres permitirán las autoridades locales que, por primera vez en la historia, un recital acontezca en Stonehenge? Aún más misterioso que se trate de un concierto dado por un DJ trance. No cualquiera, sobra decir: el veterano Paul Oakenfold, también productor de música electrónica, será el encargado de pinchar donde nadie ha pinchado (o tocado) antes, conforme su afición de fichar atípicas sesiones en atípicos lugares, como demostró con sets pasados (en el campo base del Everest, por caso, o en la Gran Muralla China). Y aunque no hay fecha concreta confirmada (tan solo que será en septiembre), sí se ha anunciado que se tratará de un evento intimista, para 50 privilegiados. Se sabe, además, que pretende el artista londinense grabar un disco en vivo que llevará por nombre Live at Stonehenge. “Soy muy afortunado de poder compartir mi música en un sitio tan icónico. La energía allí será como en ningún otro lugar en la Tierra y eso se verá reflejado en mi música y en mi rendimiento. A pesar de haber tocado en espacios increíbles por el globo, la puesta de sol en Stonehenge será la más mágica”, concedió el multipremiado varón, y aclaró que las libras reunidas en su concierto pionero serán donadas a la English Heritage, una organización que preserva más de 400 edificios, monumentos y sitios históricos de toda Inglaterra. Los druidas probablemente hubieran preferido música celta, en fin...