Como sabemos, la enseñanza de Lacan fue un trabajo constante, que no daba paz a los conceptos. Un esfuerzo constante de dar cuenta y precisiones de su práctica y de ubicar al discurso psicoanalítico en relación a los otros discursos. En el inicio y en el final de su enseñanza, se sirve del concepto de ficción, aunque con un importante cambio de acento. A la altura del Seminario sobre la Ética del psicoanálisis toma el concepto de ficción a partir de Jeremy Bentham. Podría decirse que algo del utilitarismo viene a ponerse en uso en el campo del psicoanálisis. Lo ficticio en el campo del lenguaje, tiene para Bentham una incidencia en la realidad, en los cuerpos.

Lacan, plantea claramente a lo ficticio por lo simbólico. De allí podrá decirnos que la verdad tiene estructura de ficción. Y podría decirse que existe un utilitarismo lacaniano del uso de las ficciones.

El fantasma, los mitos, los relatos históricos tienen una utilidad: van al lugar del agujero. Con un saber construido en el curso del análisis se localizará algo del orden de la verdad.

Pero a Lacan no le alcanzó. Encontró una dificultad, y esta era que lo Real siempre vuelve. Y esto es así porque hay un goce que no hay, el de la relación sexual que no existe.

Por esto dejó de hablar de historización para plantear la hystorización (La y griega es de Hysteria – Condensa historia con hysteria). Del mismo modo que pasamos del inconsciente transferencial al inconsciente Real. Y la ficción se conceptualizó nuevamente, ahora como fixión: punto de detención pulsional.

Así es que retoma a Bentham hacia el final de su enseñanza: la ficción no queda limitada al campo de lo simbólico, sino que también están tomadas de lo pulsional y afectan al cuerpo.

 

* Miembro y Director de la EOL Sección Rosario y de la AMP. Texto de Molinos de viento nº 6. De difusión de la Jornada Anual de la Sección Rosario de la EOL, “Locuras y ficciones de cada uno. Qué dice el psicoanálisis”.