Un asesor del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que el Departamento del Tesoro de ese país está trabajando en el regreso de la convertibilidad en Argentina. “La única salida para el dilema argentino es fijar el tipo de cambio, atar el peso al dólar. La gente del Departamento del Tesoro está metida en ese tema”, afirmó Lawrence Kudlow durante una entrevista con la cadena de noticias Fox News. Ante el revuelo, desde el Palacio de Hacienda negaron que el Gobierno esté evaluando la introducción de una regla monetaria y cambiaria como el 1 a 1 entre el peso y el dólar que obligaría al Banco Central a respaldar la totalidad de la base monetaria con reservas. A pesar de los cuestionamientos realizados por las autoridades argentinas, las declaraciones del director del Consejo Económico Nacional (CEN) del gobierno estadounidense revelan la vigencia del proyecto que el establishment financiero no pudo imponer después de la debacle de 2001: la dolarización.

La restauración de un esquema de tipo de cambio fijo como antesala para una dolarización de la economía implica renunciar a la soberanía monetaria. A pesar de la efectividad que demostraron esos programas para disciplinar precios internos, la adopción de reglas monetarias y cambiarias estrictas terminó siendo una alternativa ruinosa para los países que siguieron ese camino. Al desestimar las versiones sobre la existencia de un proyecto dolarizador realizadas por el funcionario de la Casa Blanca, el Ministerio de Hacienda difundió una afirmación del Departamento del Tesoro norteamericano: “Apoyamos el trabajo entre Argentina y el FMI sobre reformas monetarias y fiscales, incluida una política monetaria fuerte que confiablemente bajará la inflación y las tasas de interés al tiempo que restablezca la confianza en la economía en el corto plazo”. Aunque la declaración no desmiente las afirmaciones de Kudlow, los funcionarios argentinos lo presentaron como un respaldo a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional que impulsa el ministro Nicolás Dujovne. 

“El peso se ata al dólar y no se puede crear dinero a menos que tengas reservas detrás de él. Eso funcionó en los noventa. Bajó la inflación y mantuvo la prosperidad. Eso es lo que necesitan hacer nuevamente”, expresó el asesor de Trump al señalar que “el Departamento del Tesoro está profundamente involucrado en esta discusión”. Kudlow es un mediático analista financiero que en abril fue nombrado directivo del CEN. El cargo no solo le garantiza una oficina en la Casa Blanca sino que lo convierte en el Asistente del Presidente de Estados Unidos para la Política Económica. Republicano conservador, Kudlow comenzó su carrera política en los años ochenta como director asociado en la Oficina de Administración y Presupuesto durante el gobierno de Donald Reagan para luego regresar a Wall Street, donde trabajó en distintas entidades como el extinto banco de inversión Bear Sterns. A lo largo de los últimos años el promotor del regreso a la convertibilidad mantuvo una activa participación en medios de comunicación.

El Plan de Convertibilidad se puso en marcha el 1º de abril de 1991. La iniciativa instaló una estricta regla monetaria y cambiaria donde se estableció que el Banco Central debía respaldar la totalidad de la base monetaria con reservas internacionales. El programa que estableció un tipo de cambio fijo y apreciado fue desplegado en medio de un profundo proceso de desregulación, privatizaciones, ajuste del gasto, apertura comercial y distintos programas financieros (reestructuración con el Brady y canje compulsivo de plazos fijos con el Bonex). Las iniciativas apuntaban a estabilizar el escenario macroeconómico luego de dos procesos hiperinflacionarios en 1989 y 1990, una cesación de pagos en los servicios de la deuda externa y una fuerte disputa de poder político y económico entre diferentes sectores hegemónicos.

El esquema de política económica activado por el gobierno de Carlos Menem se prolongó más de diez años durante los cuales se consolidaron las tendencias hacia la desindustrialización y reestructuración sectorial puestas en marcha a partir de la última dictadura cívico-militar. La política monetaria y cambiaria estuvo acompañada por la venta de los activos del Estado (desde empresas hasta la seguridad social), el crecimiento del endeudamiento externo, los paquetes ajuste del FMI, la desregulación financiera, una masiva fuga de capitales, la apertura comercial, la flexibilización de las condiciones de empleo y la marginalización de un segmento significativo de los trabajadores. Los pilares fundamentales de la política que desmanteló la estructura productiva se prolongaron hasta 2002, cuando el gobierno provisional de Eduardo Duhalde, quien había firmado una década atrás como vicepresidente la Ley 23.928 que fijó el cambio 1 a 1 entre el peso y el dólar, dispuso el abandono de la paridad cambiaria y una megadevaluación de la moneda nacional.