Desde Pinamar

En coincidencia con el último tramo del Mes del Cine Argentino (que, entre otras cosas, incluye descuentos en las entradas para las películas nacionales) comienza hoy la edición número cuarenta del festival de cortometrajes más importante de la Argentina. Mudado desde hace dos años a Pinamar y despegado del fin de semana de pascuas que históricamente ocupaba cuando se realizaba en Villa Gesell, el Uncipar añadirá esta vez a sus competencias de films argentinos y extranjeros una retrospectiva a modo de homenaje. La misma incluirá la exhibición de piezas que dejaron su huella, y también aquellas que sirvieron como debut en el celuloide de cineastas luego reconocidos en el formato de largometraje. Una interesante manera de enfatizar el carácter ya legendario que tiene el evento, considerado informalmente pero con buen tino como “la meca del cine joven en Argentina”. Para muchos de los participantes el Uncipar significa su primera exposición en público.

“La intención es detenernos en el tiempo y ver dónde estamos parados para darnos cuenta de lo que construimos en estos cuarenta años”, afirma Paula Sánchez, actual presidenta de la Unión de Cineastas de Paso Reducido. “Queremos poner en valor un formato que no sólo sirvió de plataforma para que muchos realizadores luego tuvieran éxito en largometrajes, sino que también expresa fielmente al cine independiente y autogestionado”

En ese último sentido, la permanencia del festival Uncipar implica también el triunfo por sobre innumerables obstáculos de una gesta casi épica, de culto, única en el mundo y, fundamentalmente, desbordante de experimentación y calidad. “El evento nació en la dictadura y atravesó cuarenta años intensos de la historia argentina por los cuales pasaron todo tipo de situaciones sociales y políticas. Y, a pesar de todas esas circunstancias, logró sobrevivir”, define con orgullo Paula Sánchez. Entre los últimos inconvenientes figuran el cambio de ciudad luego de que Gesell decidiera retirarle el apoyo económico que hasta entonces le confería. Casi al instante apareció Pinamar ofreciéndose como nuevo anfitrión, agregando un capítulo más al folklórico Boca--River que protagonizan ambas ciudades de la Costa Atlántica. Como si ello fuera poco, además el año pasado la edición del festival estuvo precedida por los conflictos institucionales que vivió el INCAA luego de la intervención del gobierno y las campañas de desprestigio que este libró contra las anteriores autoridades del Instituto del Cine. Ese escenario ocasionó una mengua en el financiamiento que el organismo le otorgaba al festival, erogación fundamental para que el mismo se lleve a cabo de manera ininterrumpida desde 1979.

“Si bien nos consideramos independientes y defendemos esa forma de hacer cine, dependemos inevitablemente del apoyo que nos brinda tanto el Estado, a través del Incaa como del municipio que nos aloja, como también de privados”, apunta Sánchez. Y agrega: “También estamos viviendo una situación crítica en toda el área de festivales, incluso a pesar de haber conformado una red como LA RAFMA que tiene el objetivo de concientizar sobre la importancia de estos eventos como vidrieras necesarias para otro tipo de exhibiciones de obras que no se ven en los circuitos comerciales”. 

La acción transcurrirá con entrada libre y gratuita en el Teatro de La Torre (Constitución 687) desde este viernes a las 14.30, cuando se dará por inaugurado el festival con el primer tramo de la competencia nacional, hasta el domingo a las 19, ocasión en la que se entregarán los premios y también volverán a pasarse las películas ganadoras. La competencia argentina incluirá un total de cuarenta cortos que van desde el minuto de duración hasta la media hora. Como se dijo, la cartelera de creaciones de factura nacional se verá reforzada por un total de 17 películas históricas ubicadas en dos bloques denominados “Proyección de cortos de antología”. El primero será hoy a las 23 horas y el segundo mañana a la misma hora. Allí se podrán ver Momentos, de Pablo Polledri, ACBC, de Pablo Serafín, Medianeras, de Gustavo Taretto, Macedonia, de Juan Taratuto, Un santo para Telmo, de Gabriel Stagnaro, y Testigos en cadena, de Fernando Spiner, entre otros.

La sección internacional, en tanto, se compondrá de veintitrés cortos de los cinco continentes, desde piezas de la Europa Central como España, Francia o Alemania, también de la del Este como Eslovenia, además de filmes de África, Asia (con la novedad de From Hasakah with love, coproducida por Irán y el estado no reconocido de Kurdistán), Oceanía, con Passengers de Australia y, naturalmente, una fuerte presencia de obras latinoamericanas.

Este viernes, además, habrá espacio a las 21.30 para la proyección de producciones independientes de Pinamar, algo que Uncipar ya había experimentado en la última edición geselina con el propósito de darle lugar a jóvenes realizadores de la ciudad anfitriona. Como es habitual, se agregan a la agenda una batería de interesantes actividades paralelas como talleres de historieta y videocelular, y también una charla con directores de cine que se estrenaron en el Uncipar y luego dieron salto al formato largometraje. La meca del cine joven argentino se celebrará a sí misma mezclando películas nuevas con históricas, realizadores novatos con cineastas avezados y la inocencia del que debuta con el aplomo de quien reincide en un formato rechazado por los circuitos comerciales pero abrazado por quienes buscan desde hace cuarenta años encontrar una identidad en la pantalla grande más allá de Hollywood y los baldes de pochoclo.