Aunque ya es uno de los jóvenes productores argentinos más movedizos y trasversales, el nombre de Guillermo Beresñak sigue sonando por lo bajo, ignoto para muchos. Incluso después de haber grabado con Miss Bolivia, El Chávez, Coiffeur, Kumbia Queers, Leonchalon, Natalia Oreiro (para la película de Gilda), Los Rusos Hijos de Puta, Malafama y hasta Maradona (¡!), el músico nacido y gestado en torno a las formas eclécticas de la zona oeste del conurbano bonaerense es un talento tapado todavía en busca de su propio espacio. Todo eso, quizás, por la falta de una obra propia capaz de brillar a la altura de un admirable CV. “Creo que mi espíritu es ecléctico y eso se ve en mi personalidad”, dice. “Quizás se me hace difícil encontrar un público definido, pero apunto a los corazones más abiertos y no tan prejuiciosos.”

Su última apuesta personal es La tremenda dimensión, un disco –el quinto solista– que, pese a la carga tormentosa de su título, parece venir a pintar las aguas calmas de una vida en tránsito apacible. Enamorado y laboralmente en claro ascenso, el músico y productor parece condensar todo su background acumulado en trece nuevas canciones divididas entre el rock, el pop, el tango, el folklore, la cumbia y el cuarteto. “Más que nada quería divertirme, poder darme varios gustos”, detalla. “Este es un disco de celebración, un disco completamente enamorado. Intenté que sea más luminoso, ésa fue la propuesta, y jugar un poco con los diferentes colores.”

El cambio de tono de Beresñak es notable. Después de un puñado de discos más introspectivos y oscuros, gestados en su habitación con un piano y algunos libros de poemas de Baudelaire que guiaron una prosa barroca, ahora suena coloquial y animado, conectando con la tradición festiva de argentina, desprejuiciada y algo bizarra, en canciones como Encontré una razón, Ya probé y Medio maricón. Ahí resuena su participación en discos de La Liga, Malafama y Kumbia Queers. “Estar todos los días trabajando con diferentes estilos, y conociendo gente tan creativa y diversa, te llevar a querer probar todo eso y hacerlo propio por un rato”, dice.

“Soy un artista que busca constantemente y que es feliz a través de la música. El baile siempre ha sido algo muy importante en mi vida, es algo que hago todos los días en casa, solo o con mi mujer, y eso también se ve reflejado en este disco. En los otros trabajos era otro Guillermo, metido en su pieza con el piano, más nocturno, más sombrío. Ahora me saqué esa mochila y busco un lenguaje más cotidiano, donde digo las cosas como las siento sin perder la profundidad de lo que quiero decir. Ya no me siento tan en una nube, sino más con el sol.”

Recién llegado de una gira por México, donde les abrió los shows a Los Pericos en Guadalajara, Ciudad de México y Cancún, y en paralelo a la presentación de La tremenda dimensión mañana en Santos 4040, Guillermo Beresñak espera también por el estreno de El Potro, lo mejor del amor. Es que en la película de Rodrigo, que estrena el próximo 4 de octubre, Beresñak se encargó de la música, al igual que lo hizo con la de Gilda. “La diferencia es que en ésta el protagonista, Rodrigo Romero, no es músico ni actor. Antes trabajaba de albañil y lo encontraron más que nada porque era muy parecido a Rodrigo. El pibe tiene mucho carisma y esa cosa medio innata. Ya de por sí es cordobés y se llama Rodrigo”, cuenta con entusiasmo. “Fue un desafío, porque al no ser cantante había que prepararlo para que la voz se pareciera y para que afine. Laburó un montón; tenía mucho entusiasmo y mucho espíritu de laburo, así que se logró algo recopado. Cuando escuchás el disco terminado, en varios temas cerrás los ojos y parece que es Rodrigo.”

Con más de ochenta discos facturados con su nombre, entre producciones, grabaciones y mezclas, Guillermo Beresñak parece estar decidido a salir del anonimato, aunque sin pensarlo demasiado. “La verdad es que no sueño mucho. Al decidir vivir este estilo de vida musical, las cosas te van sorprendiendo. Esto de hacer música me llevó a grabar a Maradona en Dubai, a estar con Charly grabando y mostrándole mis canciones, o conocer a Quincy Jones en Cuba”, dice. “En otro momento quizás soñaba con trabajar con los grandes héroes del rock nacional, con Andrés Calamaro, con Fito, con todo eso que escuchaba de adolescente. Pero a veces está bueno que esa gente que tenés ahí tan arriba queden ahí y no tengas que enfrentarse con sus monstruos. Cuando producís tenés que chocar mucho con el artista, y yo no sé si tengo el coraje para matar a mis ídolos.”

* Guillermo Beresñak presenta La tremenda dimensión mañana desde las 21 en Santos 4040, Santos Dumont 4040.