La historia de dos hermanos que cometen un crimen y quieren ocultarlo. La fraternidad como disparador de la narración, desde los bíblicos Caín y Abel hasta dos bien resonados en nuestras pampas: los hermanos Sergio y Pablo Schoklender, que asesinaron a sus padres en 1981. ¿Cómo convertir un parricidio en un hecho artístico? En Hiena lo hacen construyendo la música en actuación. “La idea siempre fue dialogar entre la sonoridad y el movimiento; cuando sentimos la necesidad de ponerle una historia, apareció el texto y de ahí surgió la obra”, cuenta Gulliver Markert, quien le pone el cuerpo a la música en vivo de Alejandro Comes. “Como actor, me interesaba investigar cómo puedo materializar un sonido, representarlo con el cuerpo”, detalla sobre su trabajo en esta obra ganadora del concurso del Fondo Nacional de las Artes 2017 en Artes escénicas en danza y teatro físico.

Ese diálogo se produce en una puesta en escena de policial ochentoso: una ventana de hotel, un cartel de neón, un teléfono público (que sirve para que Markert negocie si se entregan o no) y una playa que enmarcan una actuación plástica, casi de dibujo animado. “Me atrae encontrar un lenguaje propio de actuación y me parece que el teatro pide que los gestos sean claros. No es lo mismo actuar en teatro que en cine”, compara, y explica que tomaron el crimen entre hermanos para armar la estructura narrativa.

Por otro lado, Gulliver asegura que “lo textual siempre quedó en un segundo plano”, porque no era lo más importante para ellos. Y confiesa que algunos fragmentos los tomaron de diarios de época cuando investigaban para hacer la obra. “Ponemos el foco en los trazos físicos del actor, los gestos, los sonidos. La historia es un soporte para resaltar la música y la actuación”, se entusiasma. Y Hiena expone esa búsqueda, esa apuesta a experimentar con el lenguaje teatral para encontrar una forma de expresión propia.

Tanto Markert como Comes nacieron en los ‘90, aunque aclara el primero que para él la edad no define la concepción artística. “Hay generaciones que van comprendiendo y van tomando de otras disciplinas. ‘Deconstruyendo’, vamos a decir esa palabra”, dice y ríe Markert. “Las generaciones van desarmando lo que les llega y van tomando otros elementos para ponerlos a jugar. Entonces, por ahí el texto no es lo más importante y empiezan a serlo otras cosas”, analiza, y señala que en la actualidad hay cierta moda “performática” en el under porteño. “Hay generaciones jóvenes que están trabajando de formas diferentes, es muy rico y hace bien. Como cualquier cosa, hay rubros que se mantienen como hace muchísimos años y se van perdiendo. El teatro necesita seguir renovándose para no desaparecer”, concluye.

* Hiena va los viernes a las 23 en Espacio Sísmico, Lavalleja 960.