“29 de marzo de 2002, a las 14.04: todavía no lo sé pero faltan un año, 10 días y 8 hora para aquel disparo en el bar de Rishon Lezion en Tel Aviv”, dicen tres mujeres ligadas por algo mucho más complejo y profundo que la fatalidad o aquello que comúnmente suele denominarse destino. Si lo real no es otra cosa que la cultura en la que está inmerso el individuo, Creoenunsolodios, obra del dramaturgo  italiano Stefano Massini y dirigida por Edgardo “El Negro” Millán propone, dentro del conflicto palestino-israelí, una reflexión profunda y de carácter existencial sobre lo más intrínseco del ser humano en medio de un contexto de violencia extrema donde lo ideológico se asume desde una determinada perspectiva religiosa o política –aparentemente neutra en algún caso– e incluso las dos simultáneamente. Como sucede con Shirin Akhras, una estudiante islámica, palestina, de veinte años (protagonizada por la joven y talentosísima actriz Antonia Bengoechea) que decide convertirse en mártir de Al-Qassam. En contraste, ajena a todo tipo de fanatismo, la mirada intelectual de Eden Golan, una profesora de Historia Hebrea de fuertes convicciones hasta que se impone el miedo en el más cabal y nada metafórico sentido del término como un factor desequilibrante que roza la locura (trabajo verdaderamente notable de la reconocida Noemí Morelli en la evolución psicológica de su personaje). Y por último la mirada occidental de la soldado norteamericana Mina Willkinson, que no es ajena ni se involucra personalmente pero cumple órdenes (soberbia interpretación de Estela Garelli para hacer, de mínimos gestos, significaciones de tensión y violencia siempre amenazantes), en medio de la incomprensión de un mundo que le resulta completamente ajeno pero doloroso si llegara a comprender cuál es su verdadera función en la historia. “Creoenunsolodios la dirigió en Barcelona Lluís Pasqual. Es un hombre que yo admiro mucho. La interpretó  Rosa María Sardá porque, originalmente, Stefano Massini la escribió para una sola actriz”, dice Edgardo Millán.

A partir del conflicto palestino-israelí, la obra  permite abordar muchas reflexiones en torno a la política, la religión y lo militar.

  –Sí, por supuesto. Y también, te diría, aborda frontalmente aspectos muy esenciales como la tolerancia, en el sentido amplio del término. Algo que, por otra parte, nos toca muy de cerca a nosotros en esta época que estamos atravesando. Debemos aprender mucho al respecto, me parece. Por otro lado, siempre toda obra no sólo se desarrolla en el tema específico sino que también permite trasladarse a otras zonas de reflexión. Una podría ser la intervención militar de los Estados Unidos, por ejemplo. En cualquier parte del mundo donde haya sucedido, siempre termina siendo un desastre. Mirá lo que es Siría ahora, lo que sucedió en Afganistán o Irak. Cada vez que hay una intervención militar de los Estados Unidos, en vez de solucionar, pareciera que lo empeoran todo. Estoy observando con preocupación que ahora quieren instalar tres bases militares en Argentina y me parece que es un tema que debería estar en la agenda de la discusión política, más allá de las ideologías. No es casual que donde se quieren instalar es en Jujuy donde está el litio, en Misiones por la reserva del agua y en el sur donde hay petróleo. No he visto que en los medios se trate con dedicación esta problemática.

La intervención de Estados Unidos está planteada desde la perspectiva de una soldado raso, Mina Wilkinson, y es muy interesante lo que sucede cuando se pone en relación con los otros puntos de vista.

  –El conflicto palestino-israelí lleva más de setenta años. Además, naturalmente, de tener que ponerse de acuerdo entre ellos, siempre ha estado Estados Unidos presente. Este último año, con la inauguración de la embajada en Jerusalén, creo que en vez de ayudar a resolver el problema, se intensificó. Pareciera que siempre es así, pese a que en la declaración de Naciones Unidas está claro que se deben crear dos Estados; pero se creó uno solo y encima les quitan cada vez más territorio a los palestinos. La semana pasada la Corte Suprema de Israel autorizó la destrucción de una aldea beduina. Mi miedo es que termine ocurriendo algo similar en América Latina. En el caso de la obra, refiriéndome al texto de Stefano Massini, me parece fascinante porque te permite reflexionar libremente. Quiero decir que es el espectador quien finalmente llega a sus propias conclusiones sin que se le imponga ningún punto de vista. Ahora bien, yo como director agrego una última escena que es solo visual, relacionada con la soldado norteamericana y ahí está presente mi postura con respecto a la obra. Porque en definitiva la única víctima es el ser humano común, tanto de un lado como del otro. Y el soldado raso norteamericano, en este caso, también es una víctima del poder.

¿Cómo llegaste a la obra? 

  –Cuando leí las críticas de la obra, me puse en contacto con Lluís Pasqual y le pedí si me podía mandar el texto porque me interesaba mucho. La leí en catalán y me encantó. Después hicimos todo lo necesario para poder representarla y seguí el consejo de Lluís de hacerla con tres actrices. Personalmente, por un lado la obra me interpeló desde lo humano y por el otro, sin duda porque su temática es un tema presente desde toda mi vida. Es curioso cómo desaparece de los medios de comunicación, como si se hubiera solucionado. Y luego, un día, vuelve a aparecer con otros conflictos que se le fueron sumando. Pareciera que no fuera a terminar nunca, más allá de los acuerdos o tratados. Entonces pensé que era necesario ponerlo otra vez en la palestra. Sobre todo porque se refiere a temas reales en relación a los atentados. El autor ubica la obra después de la Segunda intifada, una vez que fracasa el acuerdo de paz de Camp David.  

Hicimos mención a las múltiples lecturas que permite Creoenunsolodios. Y ese sentido es  tanto para el público en general como para especialistas. 

  –Sin duda. Pero me parece que más que para especialistas, esta es una obra que podría resultar muy útil para los universitarios de distintas disciplinas, ya sea periodismo, política internacional, historia, y otras tantas. Porque muestra un conflicto en cuyo centro está el ser humano con toda su conflictividad y lo que es capaz de hacer si se encuentra en situaciones límites. Uno de los planteos bien podría ser el siguiente: si te tocara estar en cualquiera de las tres situaciones, ¿podrías pensar o ser de otra manera? Es un planteo que me interesa mucho. En cuanto a los estudiantes universitarios, acordamos con la sala para que puedan acercarse al teatro y armar grupos con un valor de la entrada que resulte accesible. También tenemos pensado trabajar en conjunto con los docentes y armar una vez al mes una mesa de debate, donde universitarios y el público en general pueda participar en conjunto.

Creoenunsolodios se puede ver los jueves a las 20.30 en el teatro Payró, San Martín 766.