Apenas pisó la Argentina, el presidente Mauricio Macri comenzó a dar señales contra el paro general de la CGT. La primera fue la decisión de bajar del avión e ir inmediatamente a la sede de Gendarmería que fue atacada con bombas molotov el lunes pasado. La intención, evidente, fue poner el eje en una presunta “violencia sindical” y no en la masividad del reclamo. Sobre esto se habló en la reunión de gabinete que luego encabezó Macri. El encargado de dar la visión oficial fue el ministro de Producción, Dante Sica: “El paro no tuvo la contundencia de otros”, fue la lectura oficial que transmitió tras la reunión. Sobre la salida de Luis Caputo del Banco Central hubo una marcada reticencia a dar explicaciones. En la Rosada insistieron con que la salida de Caputo estaba programada, pese a que fue notorio que el hecho los tomó por sorpresa, con Macri de gira de reuniones con inversionistas y en una jornada de paro general.

Macri regresó de su gira por Estados Unidos para retomar la agenda local y se encargó de entrada de contestar al paro general que paralizó el país el martes, luego de la multitud que se reunió en Plaza de Mayo el lunes. En un gesto que buscó colocar esos hechos en un segundo plano, Macri se bajó del avión y enfiló hacia la Mutual de Suboficiales de Gendarmería Nacional. Según detalló luego la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, lo hizo para solidarizarse con los agentes por un ataque con bombas molotov que recibieron el lunes. Bullrich responsabilizó por el hecho a “manifestantes”. “Esta mañana llegué de Nueva York y fui directamente a conocer los pormenores del ataque y expresar mi solidaridad. Este ataque insensato requiere la condena de toda la sociedad argentina”, dijo Macri.

“Estamos absolutamente en contra de esta violencia y que vamos a investigar a fondo para saber qué sucedió”, lo secundó Bullrich. 

Luego de sentar posición con esa visita, Macri fue a Olivos, donde encabezó la reunión de gabinete, en la que se habló del acuerdo con el FMI, de la renuncia de Caputo y del paro de la CGT. Bullrich fue una de las elegidas para sentar posición sobre lo conversado en ese encuentro, toda una señal para los sindicatos que debieron enfrentarla durante el Gobierno de la Alianza como ministra de Trabajo. También estuvo Dante Sica, cuyo ministerio de Producción absorbió el de trabajo. Se trata de la lógica de los ministros voceros que vino a restarle exposición al jefe de Gabinete, Marcos Peña, tras los cambios de gabinete.

Durante la conferencia, Bullrich se ocupó de dar las estocadas a los sindicatos, mientras Sica cumplía el rol de contemporizar. “Los paros sin transporte son paros que no se pueden medir. No son medibles porque hemos visto en muchas provincias que, habiendo transporte, la provincia anduvo como un día normal”, dijo Bullrich. Acto seguido, Sica pasó a medirlos: “Quizás en Capital y Gran Buenos Aires se sintió un poco más. Se notó fuerte en el sector público. Muy disímil en el sector comercial en industrial”. “En términos generales no tuvo la contundencia que tuvo otros. Si no hubiera estado el tema del transporte el presentismo sido mucho mayor”, aventuró. “Vamos a seguir trabajando con los sectores sindicales, ya sea de manera individual como en reuniones sectoriales. El diálogo sigue abierto”, ratificó la estrategia de dividir a los gremios y no convocar a la cúpula de la CGT.

Bullrich, no obstante, se ocupó de torearlos. “Sería importante que la CGT se pregunte qué logros ha tenido con todos los paros que hizo en la democracia. Tal vez sería tiempo de probar un método distinto de diálogo. Esta metodología no les da resultado. Sería importante que ellos se pregunten si van a seguir parando el país cada vez que quieren”. “Anuncian que van a seguir con paro si no hacemos lo que ellos quieren. Tienen que decir qué significa esto”, advirtió.  

Los ministros voceros mostraron más dificultad a la hora de explicar la salida abrupta de Caputo del Central. “Era algo que ya estaba en carpeta, estaba previsto y se anunció ayer para dar lugar a terminar el acuerdo con el FMI. Esa fue la realidad”, dijo Bullrich, quien pareció dar por confirmado que el cambio fue determinado por el Fondo. Luego Sica lo negó. “La salida de Caputo no tuvo que ver con un condicionamiento del Fondo –aseguró– Era un tema que se había hablado. Desde el momento que asumió se había evaluado que iba a ser una gestión corta”. Cuando le preguntaron por qué la renuncia ocurrió con el presidente en Estados Unidos y un paro general, Sica se limitó a contestar: “Nos pareció que eran un buen momento para su salida”. 

En la Rosada, distintas fuentes insistieron en que era una salida programada. “Toto solo aceptó porque la crisis cambiaria es su especialidad. Con el acuerdo con el Fondo –que le quitaba la libertad operativa– no quería quedarse, ni tenía sentido. No tiene espíritu de banquero central”, era la explicación que daban en el entorno del presidente. Sobre el momento, las razones pasaban por “hacerlo cuando menos daño producía”. Algunos razonaban que era mejor antes del acuerdo con el FMI que después. Lo cierto es que la renuncia irrumpió de forma estridente un día antes del acuerdo, como si hubieran tenido que improvisar el cambio.